Capítulo 38: Novedades

25 1 0
                                    

“Lillian McFeth pasa la noche en el calabozo por agresión a una joven a pocos metros del instituto”. Además, por lo visto, no es el único antecedente que tiene, ni es la única noche que pasó en el calabozo del pueblo. Robos, agresiones… vaya, qué joyita de persona. Ahora sí que me daba miedo volver a casa o tan si quiera enfrentarme a ella.

            Después de unos cuantos minutos más de búsqueda encontré algo de la verdadera madre de Jackson.

“Fallece Evana Rathbone en un accidente automovilístico a las afueras de Ardath a los 38 años de edad. El cuerpo ha sido hallado tras dos semanas de búsqueda exhaustiva por los alrededores del pueblo”

Desde luego, gracias a “Katie” todo lo referente a la familia Rathbone estaba turbio, muy turbio y yo no creo en las casualidades.

~

Ya era hora de conducir de vuelta a casa, se estaba haciendo tarde, y lo último que quería era tener que dar explicaciones de donde había estado, no sabría qué decir, sobre todo, porque ahora, no sabía ni cómo iba a mirar a Katie a los ojos. Me había quedado claro que era una perfecta candidata a una camisa de fuerza impolutamente blanca y a una confortable habitación acolchada a conjunto.

            Las nueve, tal vez me libraré del interrogatorio, sobre todo, porque ahora que me fijo, el coche del Joker no está aparcado en el lugar que ya ha marcado como su territorio con alguna que otra marca de su infesto tubo de escape.

            Cuando entré a casa, lo primero que hice fue escuchar la profunda y ronca tos de mi padre que descendía las escaleras a trompicones.

-Parece que no mejora…-la voz de Jackson irrumpió en el ahora silencioso pasillo principal de la casa, justo cuando yo había dejado las llaves en su cuenco correspondiente.

-Parece…-aún se me hacía incómodo mantener alguna conversación con él.- ¿Y… y Katie?-me picaba la curiosidad, quién sabe, tal vez estaba mostrando su cleptomanía en alguna gasolinera mísera de la autopista.

-Ha salido a comprar algo que según ella necesitaba con urgencia- ¿La camisa de fuerza? Le vendría genial.

-Oh, bien. Bueno, me parece que me voy a mi habitación.

-Espera-dijo cogiéndome de la mano antes de que pudiera dar un paso más en dirección a las escaleras.

-¿Sí?-le pregunté mientras mis ojos se clavaban en nuestras manos unidas. Había echado de menos notar su suave mano acariciando cualquier tramo de mi piel.

-Quería… pedirte disculpas por cómo te he estado tratando estos días. No… no me tomé demasiado bien lo que sucedió el otro día, aquel cambio tan repentino…

-Tal vez… yo fui demasiado brusca

-No, yo fui el que no se comportó como es debido.

-Digamos… digamos que los dos hemos hecho cosas mal

-Sí-sonrió- dejémoslo así-yo sonreí con él- entonces… ¿Amigos?

-Sí… Amigos-él sonrió y me abrazó, gesto que yo le correspondí, aunque por dentro, estaba rota.  

SuddenlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora