Capítulo 31: El día después

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Por desgracia, a eso de las cinco de la mañana, me había despertado. Seguía en brazos de Jackson, creo que ha sido el despertar más dulce que jamás he experimentado.

Pese a que él no quería, aunque debo decir que yo tampoco tenía muchas ganas, me vi en la obligación de abandonar su habitación, y mi cómodo lugar junto a él en su cama, para volver a la mía. No es que Katie fuera cada mañana a despertarle como si fuera un niño pequeño, pero sí que es cierto que de vez en cuando entraba en su habitación cuando quería, así que más valía prevenir que curar. La que se podía montar era enorme.

            Desde que había ido a mi habitación no había podido dejar de pensar en lo sucedido. Cuando llegué de nuevo a Daylesford después de mis seis meses llenos de intentos fallidos de hacerme un hueco en la gran ciudad, la noticia de nuevos residentes en mi casa me había caído como un verdadero balde de agua helada recién sacada del congelador en pleno mes de Diciembre. Con la cabezonería que me reina en el cerebro no fui demasiado cordial con los Rathbone, sobre todo con la persona a la que había denominado “Joker” (a la que sigo sin soportar, en ese aspecto sé perfectamente que no va a haber cambio que valga) a diferencia de su hijo. Jackson ha sabido cómo ganarse mi confianza con tanta facilidad, es como si fuera uno de esos chicos a los que no les cuesta nada acercarse a las mujeres, solo que había podido captar perfectamente que esa faceta suya tan extremadamente segura de sí misma solo era capaz de sacarla conmigo, lo que me lleva a la posible conclusión de que tal vez una servidora llamó la atención del castaño el primer día.

            Esbocé una sonrisa recordando la primera vez que le vi. Quién sabe, tal vez era una señal de cómo íbamos a acabar, ya que recuerdo que la primera vez que le vi lo único que llevaba era una minúscula toalla blanca que tan solo le tapaba de cintura para abajo. Mentiría como una verdadera bellaca si dijese que esa visión me desagradó, todo lo contrario, fue un… verdadero placer conocerle.  

            Giré mi rostro hacia el reloj, las nueve menos veinte. Era hora de “levantarse”. Me cambié de ropa, ya que seguía llevando el vestido de la noche anterior, y me puse ropa de diario. Bajé las escaleras y entré en la cocina, ahí me los encontré a todos. Saludé a mi padre con un beso en la frente, a Katie… bueno, es Katie, un “buenos días” ya basta y a Jackson… tuve que conformarme con darle y recibir de su parte un beso en la mejilla, aunque me hubiera encantado darle el beso que se merecía.

~

La noche había caído en Daylesford, y Maica se encontraba caminando hacia su casa en compañía de su chico, quien todavía era un secreto para su familia, no les quedaba otra opción.

-¿Mañana te veo?-era una pregunta que la rubia cada vez se hacía más propia de la rubia a la hora de despedirse de su chico.

-Por supuesto, te llamaré o te mandaré un mensaje… No sé, pero tendrás noticias mías-el moreno se aferró a la cintura de la rubia para llegar a abrazarla con fuerza.

-No sabes el miedo que me invade cada vez que nos despedimos y pienso que puede ser la última vez- confesó ella.

-¿Qué dices?-el moreno dirigió sus manos a las mejillas de la chica, sosteniendo su rostro entre sus fuertes y cálidas manos- eso no va a suceder ¿vale? Ambos sabemos que esto de andar escondiéndonos no es fácil ni agradable, pero vamos a lograrlo. Llevamos cuatro meses así y sé que ha sido duro-suspiró, mientras ella reposaba sus pequeñas y delicadas manos sobre las de él.- Tal vez… haya llegado el momento en que deberíamos sacarlo a la luz. ¿No crees?

-Creo que deberíamos… quiero poder estar contigo sin miradas juiciosas o preocupándome todo el rato de que alguien conocido pueda vernos.

-Pero está claro que debemos buscar la manera más adecuada.

-Sin duda-ella sonrió, feliz por el paso dado. No pudo expresarse de otra manera que no fuese besando al moreno.

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