Hacía como… unas dos horas que me había acostado, pero no conseguía pegar ojo. Mi padre y el Joker aún no habían llegado del hospital, ni tan si quiera una llamada y eso me ponía nerviosa, además de meterme el miedo en el cuerpo.
Por fin, después de otros varios minutos agónicos, escucho el sonido de la puerta abrirse. Me quedo quieta en la cama, a la espera de poder atisbar alguna de las palabras que espero que compartan, pero lo único que alcanzo a oír es el sonido de puertas abriéndose e interruptores encendiendo y apagando luces al paso de las dos personas que acaban de entrar en la casa.
Bufo y me voy media vuelta en la cama, quedando así, mi mirada en dirección a la puerta, así puedo percatarme de que la luz de la cocina sube recelosamente las escaleras hasta llegar a colarse por la pequeña rendija de mi puerta, alertándome de que uno de los dos se ha quedado abajo.
Con un movimiento brusco aparto las sábanas que me cubren y me dispongo a bajar las escaleras, mis ojos ruedan involuntariamente cuando veo que es Katie la que está en la cocina, pero ni me importa eso ahora, necesito saber qué ha pasado en el hospital.
-Katie-mi voz suena fría, pero no pretendo ser amable con ella.
-¡Oh _____!-se gira hacia mí poniendo la mano en el pecho- me has asustado cielo, ¿Qué haces despierta a esta hora?
-Creo que lo sabes-me siento en uno de los taburetes sin apartar mi mirada de la suya en ningún momento.- ¿Qué te ha dicho el médico?
-Oh nada, no creo que necesites saberlo.
-¿Perdón?-ella deja de servirse el agua y se gira hacia mí con una de sus insufribles sonrisas.
-No voy a preocuparte
-Es decir, que hay motivos para preocuparse.
-No, para nada.
-Entonces, ¿Por qué no me lo dices?
-Te estás poniendo muy tozuda…-me lo dijo con una sonrisa, pero el tono no era precisamente amistoso. Si pensaba que con esas palabras iba a frenarme, estaba muy equivocada.
-Por lo visto no soy la única-se giró con la boca abierta, por lo visto, la había dejado consternada.
-Eso es una falta de respeto jovencita.
-Solo te estoy pidiendo que me digas qué te ha dicho el doctor-me levanté del taburete- ¿Tanto te cuesta?
-Por esa bajeza, te quedas sin saberlo, además no hagas preguntas de las que no quieres saber la respuesta-pasó por mi lado, mirándome por encima del hombro y salió de la cocina para dirigirse a las escaleras. ¿Ah sí? Si no me lo decía ella, tendría que enterarme por mí misma. Me dirigí al hall de la casa, miré en el pequeño mueble que estaba y sonreí, Katie había dejado allí su bolso.
Antes de nada me fijé en que no viniera ni se escuchara ruido que pudiera alertarme de la visita de alguien a la cocina o al piso de abajo. Cuando el control me dio negativo empecé mi búsqueda, la cual no fue ni muy extensa ni muy complicada, ya que el sobre con los resultados médicos estaba a plena vista. Era un sobre pequeño, lo que indicaba que la información que contenía no era demasiada, lo que a su vez indicaba que lo que quiera que fuera lo que tenía mi padre no era demasiado grave, eso me tranquilizó.
Abrí el sobre y saqué su contenido, enseguida me extrañó lo que leí, según los resultados que habían dado las pruebas mi padre sufría una clase de infección rara, provocada por químicos, lo que quería decir que ésta no podía haberse producido en el viaje anterior. Ahora solo me quedaba saber cómo podía ser que mi padre tuviera una infección provocada por algún tipo de fármaco.
Revisé más a fondo lo que ponía en la carta, la mayoría de las sustancias no las conocía, pero por el nombre no me sonaban muy bien. ¿De dónde había sacado mi padre unas pastillas que pudieran contener todo eso? No me cuadraba absolutamente nada, estaba perdida y perpleja pero una cosa tenía clara, había algo aquí que no me olía bien.
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Suddenly
RomanceLa familia Sinclair había vivido siempre en el pequeño pueblo Australiano Daylesford, allí eran una importante familia a cargo de importantes asuntos del pueblo. Todo parecía feliz y próspero para la familia hasta que Julie Sinclair murió en un acci...