El cabello de Jackson estaba completamente revuelto ahora gracias a mí. Jamás había sentido tanta pasión en uno de sus besos, el de la piscina quedaba ahora mismo como una nimiedad en comparación con éste. Jackson hizo que mi camiseta quedara fuera, así que decidí igualar la situación, desabrochando, o más bien arrancando los botones como si me fuera la vida en ello, hasta que dejé su suave pecho al descubierto.
Sus suaves besos descansaban ahora sobre mi cuello, haciendo que mi espalda se arqueara de una forma suave, no demasiado exagerada. Apreté mis labios para evitar que los gemidos leves que ya querían escapar de mis labios salieran de éstos. Vaya, Jackson ya quería ponérmelo difícil desde un primer momento.
Antes estábamos tumbados, pero Jackson decidió cambiar las posiciones. Se sentó en la cama, me cogió y me puso sobre él, haciendo que los dos lanzáramos de nuevo un leve gemido cuando nuestras partes más íntimas rozaron aún incluso con la ropa de por medio.
Sus manos, ahora juguetones, subieron desde mis caderas hasta el cierre de mi sujetador. Tal vez no podía, tal vez no sabía, pero tardó unos cuantos segundos, para mí se hicieron eternos, en los que se dedicó a desatar mi sujetador. Por fin se deshizo de él, lanzándolo no sé dónde, pero ahora mismo poco me importaba la verdad. Lo que antes eran besos, ahora se habían convertido en tímidos lametones, no de una manera lasciva y desesperada, sino tranquila y delicada, como si mi cuello y la zona de mi pecho fuera un pequeño bombón helado.
No era culpa mía, pero tampoco podía evitarlo, pequeños gemidos se escapaban de mi boca. A cada segundo que pasaba, sin que yo pudiera evitarlo, eran cada vez más audibles, hasta que la mano de Jackson quedó sobre mi boca, haciéndome callar.
-¿Dónde ha quedado el silencio qué habíamos acordado?-dijo con la respiración agitada y riendo.
-No lo pones nada fácil Jackson, estás jugando muy sucio, pero no eres el único que sabe hacerlo.
Le empujé, quedando así él tumbado y yo sobre él. Como pude, le quité los pantalones, pero evidentemente necesité de su ayuda para la tarea. Lo siguiente en desaparecer fueron mis pantalones, si soy sincera, debo decir que casi no me di cuenta de cómo ni cuándo llegó eso a suceder, todo estaba siendo muy rápido y Jackson lograba que me perdiera.
Volvió a posicionarme bajo él para empezar a jugar con la goma de la última prenda que quedaba tapando mi cuerpo, eso provocó que me mordiera el labio presa de mi desesperación. Se reía, se estaba riendo claramente de mí, ya que me estaba costando mucho guardarme los gemidos, pero no iba a dejarlo así. Normalmente no soy tan lanzada en estos casos, pero ni me lo pensé. Mi mano fue directa al interior de su apretado bóxer granate. Reí al ver que ahora, al que le costaba mantener sus gemidos bajo control era a él.
-No es tan gracioso cuando se lo hacen a uno ¿Verdad?-pregunté mientras ambos nos deshacíamos de la última prenda del otro.
-Rencorosa-rió antes de besarme.
Alargó el brazo hasta coger algo de la mesita de noche, no me hizo falta pensar mucho para caer en qué era lo que había cogido. Le miré a los ojos antes de que diera el paso, ambos sonreímos, incrédulos de la locura que estábamos a punto de cometer.
Por fin lo sentí dentro de mí. Movimientos suaves, acompasados, cariñosos. Estos movimientos eran una definición del mismo Jackson. A medida que sus embestidas aumentaban de intensidad empezó a besarme más seguro, de este modo, callábamos los gemidos que ambos queríamos soltar sin poder evitarlo.
Después de varios minutos, los mejores de mi vida, ambos acabamos, cada uno a su ritmo, para que después él quedara sobre mí. Intentó moverse, pero yo no le dejé, y así, nos dormimos.
ESTÁS LEYENDO
Suddenly
RomanceLa familia Sinclair había vivido siempre en el pequeño pueblo Australiano Daylesford, allí eran una importante familia a cargo de importantes asuntos del pueblo. Todo parecía feliz y próspero para la familia hasta que Julie Sinclair murió en un acci...