Capítulo 29: Somos tú y yo

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La música era lenta y relajada, la pista de baile, oscura, iluminada con luces tenues y azuladas, y el momento absolutamente perfecto.

            Abrazada a él, ambos siguiendo el ritmo de la música, moviéndonos lentamente, disfrutando, tan solo disfrutando de estos momentos que estamos viviendo y compartiendo el uno con el otro.

-Esto es perfecto-susurró él en mi oído de un modo suave.

-Ojalá éste momento no termine nunca-le contesté del mismo modo. Sabía que era totalmente imposible, pero esto estaba resultado tan dulce, tan agradable, tan… idílico.

-Tendremos más momentos así, únicamente tú y yo mi amor, únicamente tú y yo-alzó mi mentón para besarme. Subí mis manos a su cuello, mientras que una de las suyas bajó a reunirse con la otra para quedar ambas en mi cintura. Fundimos nuestros labios como nunca antes lo habíamos hecho. La pequeña barba que empezaba a salirle me hacía leves cosquillas, que me provocaban una sonrisa. El beso jamás pasó a mayores, simplemente fue tierno y dulce, como creo que era nuestra relación.

-Podemos quedarnos aquí un rato más ¿Verdad?

-Todo lo que tú quieras-dijo en mi oído.

~

-Ha sido una noche perfecta Jackson-le comento en voz baja cuando llegamos a casa y bajamos del coche. Es preferible hablar bajo ya que el coche de mi padre está de nuevo aparcado frente al garaje, lo que nos indica que ambos ya están en casa, y el que todo esté apagado, que ambos duermen ya también.

-Eh, eh, eh querida Sinclair-dice posicionándose frente a mí- aún queda la guinda final.

-¿Con mi padre y tu madre en casa? ¿Estás loco?-le pregunté riendo.

-Shh…-puso su índice sobre mis labios- no haremos mucho ruido.

-Estás fatal-él, con una sonrisa torcida, se acercó a darme un beso. Esta vez fui yo la que puse un índice sobre sus labios.- No hasta entrar en casa. Me lancé a la puerta para abrirla rápidamente mientras reía por la reacción de Jackson, durante unos segundos se había quedado estático en el mismo lugar.

            Abrí la puerta y le esperé apoyada en ésta, mientras él llegaba hasta donde estaba yo. Cogió mi mano y tiró de mí hasta subir las escaleras. Me apoyó en la pared y empezó a besarme de nuevo, ésta vez, de un modo mucho más fogoso. Fuimos caminando hacia su dormitorio, que era el que más cerca nos pillaba. Abrí la puerta y él se encargó de cerrarla para luego empujarme hacia su cama, haciéndome caer en ella y botar dos veces, lo que causó mi leve risa.

-¿Recuerdas? Sin hacer mucho ruido-me dijo pícaramente mientras empezaba a subir mi camiseta hasta dejarla algo más alta de mi ombligo.

-Tal vez no haría ruido si alguien no me lo provocara.

-Empezamos mal así eh

-Entonces podemos dejarlo estar-hice ademán de levantarme, pero volvió a apoyarse en mí, de una manera más fuerte que antes, impidiendo que me moviera.

-Tú de aquí no te mueves cielo.

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