Capítulo 05

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Mew llegó a su departamento, jadeante, sus ojos aún brillaban de posesividad.
Deseaba seguir sintiendo esa calidez, el vacío en sus brazos se acentuaba más que nunca. Su alfa estaba totalmente intranquilo, rasguñaba su pecho exigiéndole que salga nuevamente en las calles a buscar ese embriagante aroma.

Su olfato había percibido un aroma suave, levemente dulce y en realidad demasiado atractivo.

Y lo único que su Alfa repetía una y otra vez era; "Mio, mi omega" y exigía a su lado humano que lo buscara hasta encontrarlo, pero Mew lo sintió tan solo un segundo.

Estaba seguro que se trataba de su Omega, y sentía un desespero insoportable por no encontrarlo.

Pero un segundo bastó para que sus pies abandonaran la tierra y vislumbrara un nuevo mundo, para que su cuerpo entrara a un agradable campo de tulipanes, se sentía ser trasportado hasta un riachuelo cristalino rodeado de naturaleza donde podía incluso percibir magia en ellas, podía sentir la humedad del verde pradera y el rocío de la mañana.

Solo sintió un segundo ese precioso aroma, un aroma que no tenía definición ni identidad, pero que la palabra exquisita era pobre en su definición.
Pero bastó para volverlo loco por seguir inhalándolo, en ese segundo, todo su ser sintió una paz absoluta una felicidad inmensa y hasta su corazón emitía un aura de amor puro y verdadero, su vida fría y de desinterés fueron aplastados y arrojados al vacío en ese pequeño segundo.

Había presenciado el milagro de descubrir al destinado, y quería llorar porque aquello no fue completado.

Pero toda esa maravillosa sensación se desvaneció cuando encontró a su padre alfa sentado en su sala con un puro entre los labios apestando todo el lugar.

— ¿Cómo entraste? —Mew preguntó saltando la parte en la que se saludan con falsa relación paternal, odiando que llene su hogar con ese asqueroso olor.

— Le diste la copia de tu llave a tu madre, no a mí —rio sin gracia exhalando todo el humo que su pulmón inhaló.

Demasiado molesto y antes de que su padre reaccione le arrebató el puro y lo tiró por la ventana, dejándolo abierta de par en par para que se ventile.

— Te prohíbo entrar en mi departamento sin mi consentimiento —expresó terminante el alfa menor.

— Estoy aquí ya que tú no te atreves a regresar a tu casa y decides vivir en un departamento de cuarta, siendo que puedes regresar en la mansión y en el lugar donde perteneces.

— ¿A cambio de que? — replicó, aún no olvida la discusión que habían tenido meses antes, cuando el hombre quiso obligarlo a cumplir sus deseos, como si se tratara un vil marioneta — ah? manejando mi vida como se te antoje!? no gracias— murmuró entre dientes — no necesito absolutamente nada de ti.

— Eso veo —respondió, sabe que siente un punzada de culpa, pero lo ignora — cuando dejaste la casa pensé que volverías derrotado, pero me he enterado que esa ridícula empresa tuya está resultando mejor de lo que pensé. Me sorprende mucho no lo niego.

Mew suspiro restregando la cara con las manos—Padre, no tengo nada en contra de ti, pero odio que pretendas que puedes manejar mi vida. Por favor. ¿podemos? llevar la fiesta en paz... por el bien de mamá.

—¡Mírate Mew! Ya eres todo un alfa adulto. A tus 27 años deberías tener cachorros corriendo por todos lados ¡Sácate esa idea tonta de encontrar tu destinado! esas cursilerias no existen, tu mejor partido siempre ha sido Art.

El Alfa de Mew gruñó. Más que nunca defendía la existencia de su destinado, más que nunca estaba decidido a esperarlo.

— ¿Y en que te basas en pensar que es mi mejor partido? ¿En que es la única condición de que su padre pueda invertir en tu compañía? —el Alfa mayor bajo la mirada, aunque dolía esas palabras eran verdaderas pero sus motivos según su Alfa eran más poderosas— Acá el único benefactor de esa relación eres tú. Porque Art no me atrae, a mi lobo le asquea, ese chico está infestado de maldad hasta las entrañas. Con un omega como ese, prefiero no tener cachorros nunca.

— ¡Esas cosas son absolutamente irrelevantes! eres alfa ¡maldita sea! tu omega simplemente debe hacer lo que le ordenes.

Escuchar eso hacía que se sienta más decepcionado de su padre.
Porque él jamás usaría su poder de alfa contra nadie, menos contra un omega, porque al omega que elija como su pareja de vida jamás seria menos, lo pondría a su lado y serian iguales, porque no existía raza, nadie es menos, ni más.
— Sabes que padre... lárgate de aquí. Ya no quiero escuchar tanta estupidez saliendo de la boca de hombre que en momento, fue mi mayor admiración.

— Mi error fue dejar que durante tu crecimiento tu madre te meta ideas sobre los malditos destinados. No puedes recapacitar como el poderoso alfa que eres? doblegarías a cualquiera con un rugido. Hasta a un alfa de menor linaje, lo sé! pero no lo aprovechas.

Mew gruñó profundamente, en su adolescencia había hecho doblegar completamente a un alfa adulto que le había faltado el respeto a su madre durante la ausencia de su padre, pero sabe que aquella vez había perdido todo control, se había asustado de sí mismo, había olvidado el rostro de su madre y le asusta volver a aquello.

—¡Lárgate papá! Los pocos momentos que mamá me dedicó se lo agradezco de corazón, doy gracias a la Diosa de que no sea igual a ti.

El padre suspiro una vez más, dolía esas palabras, pero jamás admitiría aquello. Tenía que convencer a su hijo de casarse con Art, era la única forma de salvar su compañía y a su esposa.

Por el momento se retiró, pero no se rendiría con él.

Mew se dejó caer en el sofá, arrugo la nariz, toda su sala olía a tabaco. Se levantó cansado se dio una ducha, bebió un vaso de leche y fue a acostarse.

Tenía tres días de descanso antes de empezar a encaminar los proyectos de con lo que se comprometió.

Y lo primero que haría era buscar un cerrajero para que le cambie las cerraduras.
Pero a pesar de aquella desagradable visita, el encontrarse en su cama, en su mente volvió la esperanza del pronto encuentro de su Omega destinada, su corazón vibró de felicidad.

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