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Nunca me había percatado qué tan feliz era con mi vida de adulto, sin dar exámenes ni rendir cuentas a nadie. Pero bueno, ahora era otra vez un mocoso y me acababa de enterar que debía presentar el examen final de pociones. Así que ahí me encontraba, avanzando al lado de Theodore Nott y Hermione Granger, juntos pero no revueltos, camino a las mazmorras. 

Durante el trayecto pude notar como Cedric Diggory era el centro de atención de un grupo de niñas, que parecían necesitar un trapito de tanto que salivaban. ¿Qué? ¿Diggory? Sentí que mi mandíbula se desencajaba al verlo.

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Noticia de último minuto. 

Otro que no debería estar respirando aparece vivo y coleando

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Fue una mezcla rarísima de alivio y decepción. Lo primero, porque siempre pensé que su muerte era solo la consecuencia del azar y un hecho bastante injusto. Lo segundo, porque dentro de harem pude divisar a Astoria, que si bien conservaba la dignidad a diferencia del resto de sus compañeras, si parecía estar sinceramente colada por el galán de Hufflepuff. 

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Puto.

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Me fui insultando a toda su ascendencia y a su estúpido look de vampiro melancólico, cuando mis neuronas comenzaron a funcionar (sí, gracias, a veces me funcionan, no me aplaudan).

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¿Por qué coño estaba ahí?

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Para el Torneo de los Tres Magos, él cursaba sexto año, por tanto, de seguir vivo, a esta época ya debería tener un año de egresado. Eso, a menos que hubiera repetido de curso, lo cual me parecería raro considerando que no era precisamente un imbécil.

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Bueno, ahora que veo como ignora a Astoria, quizás si lo es.

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Inconscientemente mis puños estaban cerrados, clamando por ir a marcar territorio como un maldito animal, el problema era ¿por qué? ¿de qué? Ella no era nada mío y tal vez, ya nunca lo sería, no después de cómo estaban sucediendo las cosas. 

Para peor, como un oligofrénico masoquista, mi cerebro me regaló flashbacks de los dos momentos más felices de mi vida: cuando Astoria me respondió que "sí" y cuando me dio el mejor regalo de la vida, nuestro hijo. 

La angustia subió desde mi estómago y se agarró de mi garganta, más cuando pretendía largarme de ahí y consideraba lanzarme desde la torre de astronomía, Severus Snape apareció y me tomó del hombro, apurándome para ingresar a la sala.

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La verdad, no lo pensé, cosa que se me estaba haciendo costumbre, pero lo abracé, y fuerte, frente a todos mis compañeros.

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Escuché como Weasley dejaba escapar una carcajada y la reprimía de inmediato, sonando como un globo al desinflarse. Eso fue todo lo que necesité para separarme de mi padrino, inventando una excusa pobre, como mis ganas de vivir.

–Me tropecé.

Avancé hasta mi puesto tratando de aparentar normalidad y me quedé ahí, esperando que me entregasen la puta prueba. Grande fue mi sorpresa al enterarme que la evaluación no era por escrito, sino una interrogación oral. Grandioso, otra novedad, pensé.

Vi naufragar uno tras otro frente a los oscuros ojos de Severus Snape, que lanzaba la pregunta y esperaba en silencio una respuesta, sin salvavidas ni un susurro de ayuda, nada. Solo unos pocos lograban salir victoriosos de esa batalla intelectual, y pronto ya había llegado a la letra "M".

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