Interludio 5.2 (TN)

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No tengo claro si no me escuchó o decidió ignorarme, pero luego de mi declaración, Draco no reaccionó en lo absoluto y terminó de enfundarse en su pijama, acostandose para dormir. Por su parte Zabini, que estaba al lado mío, se tensó visiblemente, me palmeó la espalda y se fue callado a su cama, quedándose sin palabras por primera vez en su puta vida.

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Listo, lo había hecho. Lo había dicho en voz alta.

Ahora él sabía que había una posibilidad de que todas mis bromas hacia él tuvieran un atisbo de verdad.

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Volví a acostarme y apagué la luz con un revoltijo en las tripas, tratando de convencerme que mis nervios eran infundados, especialmente considerando que se marcharía en dos días más y que no lo volvería a ver, al menos, no a esta versión de él, en el improbable caso de que encontrara el bendito armario.

Así que durante la noche, las horas transcurrieron sin piedad y el sueño nunca llegó a mí. Me di vueltas de un lado a otro pero cada vez que cerraba los ojos, venían los recuerdos de golpe. Los buenos y los malos, agolpandose hasta dejarme mareado.

Sin proponermelo, en mi desvelo repasé la conversación que acabábamos de sostener, percatándome que algo mencionado por él podía tener asidero. 

De adulto, Draco me confesó que alguna vez tuvo una especie de enamoramiento hacia Hermione Granger, el que duró los primeros años de escuela, pero nunca pasó de eso por múltiples motivos. En primer lugar, por los prejuicios que habían envenenado su mente, y luego, por que ella dejó de existir...

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Por tanto, cabía la posibilidad de que el Draco, el verdadero dueño de ese cuerpo, no estuviera tan pausado.

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Recuerdo perfectamente cuando me comentó su fascinación adolescente por ella. Estábamos en un campamento improvisado mientras nos encontrábamos en plena fuga, tratando de conseguir algo de comer. Gracias a sus encantos, Draco logró algo más que un bocado, además de unas botellas de alcohol para compartir. Prendimos una fogata para descongelarnos y empezamos a bajar el licor copa tras copa, hasta que el frío se evaporó por completo. Fue entonces que me confidenció por primera vez cuánto le había afectado el asesinato de Granger en quinto año, lo cual jamás había reconocido en voz alta con nadie más.

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No obstante ahora, con el cambio de esta línea temporal, ella estaba viva.

Y ese Draco joven podía seguir con esa fascinación a nivel subconsciente. 

Empujando a su alter ego a caer en las redes de ella, a pesar de la diferencia de edad que el Draco adulto tenía tan presente.  

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Suprimí un gruñido frustrado. Nunca fui capaz de confesarme con el Draco que dejé atrás...

No. Miento. Sí lo hice, pero nunca sobrio. ¿Y borracho?, en más de una ocasión, vomitando mis sentimientos mientras tratábamos de sobrevivir en aquella oscura realidad. Pero a pesar de que él estaba consciente de ello, mantenía su misma actitud frente a mí, no cambiando un ápice a la mañana siguiente, como si se le olvidara mi declaración luego de dormir.

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Misma amnesia que lo afectaba aquellas veces en que mis avances dejaban de ser palabras y pasaban a un plano físico...

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Nunca supe si no me correspondía o si tenía miedo de hacerlo. Pero lo que si es seguro, era me mantenía a su lado y yo me quedaba, incapaz de alejarme de él. Y cada vez que lograba juntar las fuerzas, él tenía algún maldito gesto que alimentaba mi corazón y me atrapaba ahí.
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