Interludio (HG)

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–¿Pero qué demonios estoy haciendo? –suspiré en voz alta, rodeada por libros de la Sección Prohibida, rogando que la señora Pince no se hubiera percatado de que me los llevé a hurtadillas.

Estaba sentada en el piso de la habitación, con las piernas cruzadas, marcando con papelitos aquellas páginas que podrían servir más adelante. Gracias al cielo mis compañeras estarían ocupadas en esa fiesta clandestina en la sala común de Hufflepuff, por lo que podía estar tranquila investigando y haciendo anotaciones.

Eché la cabeza hacia atrás para aliviar mi cuello y un crac se hizo presente. Si bien, la petición de Malfoy a cambio de su silencio me estaba demandando mucho tiempo -y me había generado una contractura en el lugar-, en realidad me servía para olvidar todo el asunto con Harry, el cual aún no era capaz de entender porqué le había lanzado una bandada de canarios suicidas. 

Lo sé, lo admito. Nunca fui clara con mis sentimientos, así que me fui derecho a la friendzone. No obstante, eso no justificaba su falta de tino de meterle la lengua hasta la garganta a Cho Chang enfrente mío. Fue una falta de respeto y sencillamente exploté. Soy humana después de todo.

Como Ron también andaba estudiando anatomía con Lavander, esta investigación obligada estaba resultando terapéutica, así que no me quejaba, en lo absoluto. Volví a exhalar para revisar el último libro y cerré momentáneamente los ojos. 

La imagen de Malfoy pasó por mi cabeza, algo que se estaba repitiendo la última semana, desde que me lo encontré post incidente pajarístico, ¿existe esa palabra? Lo dudo.

Desde la bludger él estaba actuando raro. Se veía más, ¿maduro? hasta su mirada había cambiado, aunque su humor seguía siendo tan "especial" como siempre. Ya no me insultaba, ni buscaba formas de hacerme la vida imposible, aunque tampoco podía poner las manos al fuego por él, ya que no intercambiábamos tantas palabras, salvo por mis reportes de avance con la búsqueda de información acerca de universos paralelos.

–No otra vez...

La imagen de Theodore abrazándolo volvió a mis pensamientos como un estúpido jingle comercial. ¿No les ha pasado que hay tonadas que se repiten como disco rayado sin nada que lo evoque? Bueno, para mí, eso era esa imagen. A veces de la nada se aparecía el recuerdo e inexplicablemente sentía cómo se me subían los colores. No es que me creyera esa explicación del "me tiene ganas", pero había algo en la actitud, en la mirada de Theodore hacia Malfoy en ese instante, que me tenía profundamente intrigada. Además, se veían tiernos. 

¿Qué diablos estás pensando, Hermione?

–Ya basta.

Me levanté para lavarme la cara con el fin de continuar la búsqueda, sin embargo, luego de secarla y mirarme al espejo, me sentí patética. Rezongué enojada conmigo misma. No podía seguir aislándome y escapando. Si Harry y Ron estaban ocupados con sus respectivas novias, yo tenía que encontrar nuevos amigos mientras ellos dejaban de pensar de la cintura para abajo. Así de sencillo.

Caminé al armario, saqué unos jeans y una polera básica blanca y me maquillé suavemente, afirmándome el cabello en una coleta. A esa hora, tratar de aplicar una poción alisadora me podía tomar una eternidad. Además, ¿para qué? No iba a ligar ni mucho menos. Solo quería socializar. Así que me dirigí al sótano de Hufflepuff cuidando no ser atrapada por el Filch. Luego de dar la contraseña del evento, ingresé sorprendiéndome con toda la producción y la cantidad de gente que había ahí. El ruido martillaba mis oídos y avancé de lado, tratando de evitar botarle el vaso a alguien, ya que a todos les había dado por danzar con ellos en sus manos. Justo había espacio en la escalera, pero en ella estaba Malfoy, de nuevo con su petaca y su "jugo de pera".

Repasé mis opciones y decidí acercarme a él, después de todo, nadie lo notaría con toda la gente que estaba gritando para hacerse escuchar sobre la música. El otro beneficio era que podía tener un metro cuadrado de libertad, así que no había por donde perderse.

Avancé y me senté a su lado, pero él parecía que no había reparado en mi presencia, ya que ni siquiera se inmutó. Tenía la vista fija en el fondo del salón, pero allí había tanta gente que no era capaz de distinguir a quién estaba observando. Lucía melancólico. Tremendamente melancólico.

–Malfoy –solté para llamar su atención–. Ya revisé otros cinco libros. Calculo que mañana por la tarde puedo entregarte otro informe con mis anotaciones.

Él pareció reaccionar y me miró con esos ojos grises que últimamente se veían más opacos y adultos.

–Vale.

Estaba callado, y por alguna razón, su actitud me estaba colocando ansiosa. Creo que me faltaba una dosis de humor Malfoy para sentirme en plan normal. 

–¿Qué haces acá tan aislado? Usualmente estarías ahí, metido en ese caldo humano –apunté.

Él apoyó un codo en su pierna derecha y su mentón en la palma de la mano, posando sus ojos lentamente en mí.

–Cosas raras pasan, Granger. Que yo esté aislado. Que tú hayas decidido venir a una fiesta no autorizada. La vida es una sorpresa. 

–Puedo romper las reglas de vez en cuando –le recordé algo ofendida–. Lo hice para tu extraña investigación ¿o no?

–Prácticamente vives en la biblioteca. Nadie se enteraría si te llevas una colección completa.

Fruncí el ceño, ahora enfadada. ¿De verdad todos tenían esa visión de mí? Pero él cambió radicalmente el tema antes de que pudiera decirle un par de cosas. 

–¿Cuándo vas a hacer algo con respecto a Potter? –me preguntó, indicándome con la nariz la dirección donde se encontraba él, bailando torpemente con la estúpida de Chang–. ¿O ya asumiste que estás en la friendzone?

–No estoy en la friendzone.

–Granger, eres la alcaldesa de esa zona.

Le iba a replicar sobre el punto a pesar de que sabía que era cierto, pero sus palabras hicieron eco hasta darme cuenta de la similitud que tenían con una sitcom muggle que supuestamente él no debería conocer. 

Quedé impactada.

–¿Me acabas de citar una línea de Friends?

Se removió y noté como se remojaba los labios, incómodo.

–No sé de qué me hablas.

–Creo que sí lo sabes –repuse, asombrada con mi descubrimiento.

Draco Malfoy veía televisión muggle.

–No lo sé –insistió–, lo que sí sé es que te ves muy patética sentada acá mientras todos bailan.

Oh, la traición. 

–¿Y tú no?

–Yo me veo misterioso, distante, inalcanzable –argumentó, elevando su ceja derecha–. Pero ya que me has ayudado con la investigación, yo te ayudaré con tu lamentable vida social.

"¿Qué?" dije para mis adentros, pero ninguna de aquellas tres letras salió de mis labios. Malfoy súbitamente me había agarrado de la muñeca para bajar de la escalera y nos había llevado hasta el centro de la sala común, donde estaban todos moviéndose en un pobre intento de seguir el ritmo.

Sentí la garganta seca cuando él me dio un giro y, antes de que pudiera procesar el asunto, me encontraba haciendo lo impensable.

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Estaba bailando con Draco Malfoy. 



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N/A: Holi. Llegué más temprano. ¿Les gustó este interludio con la visión de Hermione?

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