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"No me importa" soltó ella con descaro, tomando mi mentón para pasar su pulgar por la comisura de mis labios, lenta y tortuosamente. Cerré sin querer los ojos por un instante, en una clara manifestación del disfrute de esa caricia. Mierda. Estaba paralizado, atontado y también, algo intoxicado con su presencia, con su cercanía. Más allá de que de un tiempo a la fecha había notado el efecto que tenía Granger en mis sentidos, ahora mi cabeza estaba bloqueada y un hormigueo intenso recorría mis extremidades.

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Mis piernas querían acercarse aún más.

Mientras mis brazos pujaban por atraparla entre ellos.

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Tragué y sentí que estaba pasando arena por mi garganta. Tenía tanta sed que sus labios humectados, rosados y brillantes eran una maldita tentación que hacía flaquear mi determinación de no caer, siendo nuevamente una invitación al pecado, uno en el cual me quería hundir hasta lo más recóndito.

Afortunadamente, mi fuerza de voluntad me daba migajas de razonabilidad permitiéndome obrar con el cerebro y no con otra parte de mi cuerpo. Apreté los puños y enterré mis uñas en las palmas para restringir mis ganas de actuar, para quedarme estático. ¿Y si la empujaba? ¡Por el mismísimo Salazar Slytherin, a quién engañaba! No era capaz de alejarla, de verdad que no lo era. Pero al menos, si algo volvía a pasar entre nosotros, no sería yo quien iniciaría ese desastre.

Yo ya había sido sincero, demasiado tal vez, y a Hermione Granger parecía que todo le importaba media hectárea de verga.

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Lo sé, lenguaje.

Disculpen mi francés.

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–Estás tieso –soltó ella en una afirmación, no en una pregunta–. Me sorprende. Siempre imaginé que todo ese desplante aplicaba para toda clase de situaciones.

–Ya te dije por qué –me defendí automáticamente, con la voz dos tonos más grave.

–¿Por qué está mal? –me citó con un dejo burlón.

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Y ahora su fina mano reposaba en mi cuello, acariciándolo con sus yemas.

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–Sí –respondí, con las cuerdas vocales estranguladas.

La escuché soltar un bufido y retroceder un centímetro. Increíblemente algo de aire entró a mis pulmones con esa pequeña diferencia de distancia. Me obligué a sostenerle la mirada y me sorprendí al notar que sus orbes no eran simplemente marrones, sino que tenían unos destellos color miel. En ellos, podía apreciar como transitaban una serie de pensamientos y resoluciones cuyo significado me era oculto. Todo un misterio.

–Dime, en tu dimensión... –esbozó dubitativa–, ¿No pasó nada entre nosotros?

Parpadeé incómodo. 

–¿Por qué la pregunta?

Ella se encogió de hombros con soltura.

–Simple curiosidad –expresó, para luego agregar–. Cuéntame, Draco. ¿Otra Hermione Granger te ha besado?

Otra vez arrastrando mi nombre. ¿Por qué suena tan bien cuando ella lo dice?... "¡Maldición! ¡Enfócate Malfoy!" me reprendí, molesto conmigo mismo y con las hormonas de este Draco.

–No. El mayor acercamiento físico que tuvimos fue cuando me dio un puñetazo en la nariz.

Esta vez, ella me miró con curiosidad.

–Te lo debes haber merecido –repuso, alzando la ceja izquierda.

–De eso puedes estar segura. Merecía al menos dos, pero uno fue suficiente para que me doliera por días. Ella tenía un buen gancho en tercero.

Me esbozó una sonrisa divertida la que pronto se transformó en algo peligroso. No era capaz de ver los bordes de sus intenciones, pero era posible visualizar como su cabeza trabajaba a toda velocidad buscando una nueva forma de dejarme fuera de combate. Tenía que buscar la manera de salir de esa situación, pero estaba en blanco, expectante de su próxima movida, y a la vez, sintiéndome una mierda de ser humano. Nuestra diferencia de edad era inaceptable, inmoral, entonces, ¿Por qué este cuerpo insistía en ignorar mis órdenes? Todo era tan confuso, tan malditamente contradictorio, que ponía a prueba mi escaso equipamiento emocional.

–Es tarde –constaté con un bufido–. Si no te importa, me retiraré en este momento.

No sé de dónde saqué las fuerzas, pero logré que mis piernas iniciaran una ruta de escape y que mi cabeza hiciera un además de despedida. Sin embargo, cuando creía que había logrado mi cometido, ella atajó mi antebrazo antes de que pudiera rodearla, clavando sus ojos en los míos de la manera más dulce y a la vez peligrosa que haya visto.

–¿Ella te gustó alguna vez o solo es conmigo?

–Deja de jugar, Granger –advertí, aunque mi voz se volvió espesa.

Jamás le diría que la Hermione Granger de mi dimensión fue un deseo platónico reprimido debido al prejuicio y a mi estupidez. Tampoco le confesaría qué tanto la dañé por ser el reverendo idiota que fui. Algo dentro de mí no quería que ella conociera mis caídas, mis imperfecciones. Por una vez en la vida, se sentía bien que alguien ajeno a mi familia no me mirara con desprecio, miedo o desconfianza. Y la mirada de ella, en esos momentos, valía más que todos los galeones que tenía guardados en el banco.

–¿O qué? –me desafió.

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En solo dos palabras, cuatro letras, me disparó el pulso al carajo.

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–No me torees. Yo no soy un crío –insistí, ya casi en una súplica.

–Ya te dije, yo solo veo a un muchacho de mi edad.

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¿Cuántas palabras componían esa frase? ¿Letras? Ni siquiera era capaz de hacer el cálculo, porque su voz pecaminosa disparó justo en el centro de mi sentido común, anulando cualquier clase de escudo como si estuviera hecho de plumavit. 

La observé acercarse a mi con movimientos muy bien cuidados, hasta que logró posicionarme nuevamente con la espalda en la pared. Dejé escapar una exhalación al ser extremadamente consciente de todos los puntos de contacto que existían entre nosotros y ni opuse resistencia cuando su boca comenzó a acercarse a la mía, como una ola que amenazaba con arrastrarme al mar y ahogarme en sus profundidades.

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Hasta que una tos forzada me hizo reaccionar.

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Ante la alarma, mi vista nublada por el apetito rápidamente se despejó, cayendo como un balde de agua fría al reconocerlo y observar su mueca cargada de decepción.

–Theodore –murmuré pálido.

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N/A: no sé cómo disculparme con ustedes por tan larga ausencia. Han sido semanas muy difíciles, que no solo se han pasado volando, sino que también me han dejado exhausta, agotada, muerta. Afortunadamente ya tengo avanzada en un 50% la continuación, por lo que espero no desaparecer tanto tiempo.

N/A2: No me odien =(

Alter EgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora