Interludio 3 (DG)

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No lo iba negar, aún dolía y mucho. 

Verlo transitar día a día por los pasillos como si nada, encontrármelo a cada momento en la Sala Común, y tenerlo de compañero en todas las clases, era algo que impedía que mi herida cicatrizara, pero mi orgullo, mi amor propio y mi reputación, me impedían mostrar debilidad frente al resto, aunque por dentro me estaba consumiendo. 

Draco siempre fue uno de mis mejores amigos gracias a que nuestras familias eran cercanas desde tiempos inmemoriales, al ser de las más antiguas de sangre pura en toda Gran Bretaña. Básicamente, crecimos codo a codo y teníamos muchos intereses en común, por lo que para mí fue natural enamorarme de él cuando entramos a quinto año y Draco dejó de lado sus rasgos infantiles. Traté de eliminar durante ese año completo aquel sentimiento, aquellas mariposas que revoloteaban por mi estómago y a ese corazón que se aceleraba al percibir su cercanía, pero nada había funcionado, todo era en vano. Fue recién en este año que, al entender que ese amor no iba a desaparecer, que traté de alejarme, pero eso fue para peor.

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Lo extrañaba demasiado.

Incluso cuando estaba presente.

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Era gracioso. Todos creían que Pansy Parkinson era su mejor amiga y claro, ella era su compañera de travesuras, pero no tenían la afinidad que teníamos nosotros. Nadie tenía esa química ni esa conexión intelectual. O al menos, de eso quise convencerme. De que éramos tal para cual.

Cuando finalmente me armé de valor y decidí sacar este secreto de mi pecho, justo antes de la final de Quidditch contra Gryffindor, él pareció sorprendido con mi declaración, pero no me rechazó. "Hablemos después del partido" me prometió, acompañando esas palabras con una caricia en la mejilla, que me dejó levitando por los aires. Sin embargo, esa conversación nunca llegó. Es más, esa misma noche él se dedicó a observar con una extraña mezcla de melancolía y cariño a mi hermana, ¡a mi propia hermana!

Pensé que quizás estaba paranoica y me acerqué a amenazarlo a modo de broma, a ver si reaccionaba y recordaba la conversación pendiente que me había prometido. Mas nada de eso ocurrió. No sé si habré sido demasiado violenta o de plano lo espanté, pero él no se acercó a mi durante toda la noche ni a la mañana siguiente.

Cuando Snape ofreció el Felix Felicis pensé que sería una buena opción ganarlo y ocuparlo para hablar con él, mas nada me hacía presagiar que lo encontraría encerrado de forma muy sospechosa con nadie más ni nadie menos que Hermione Granger, oliendo a esa pasosa fragancia de vainilla que ella solía ocupar. ¿Qué tan cerca tienes que estar de alguien para que se te impregne su aroma?

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Ese día exploté.

Exploté y mi dignidad cayó veinte metros bajo tierra.

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La sucesión de hechos solo seguía menguando mi bienestar. Él ignorándome. Él observando a mi hermana con cara de anhelo mientras creía que nadie lo notaba. Él interactuando con Granger como nunca antes. Agh, y lo peor, verlos besarse a vista y paciencia de todos en la fiesta de Hufflepuff.

Enterarme de la relación de ellos solo fue la estaca final a mi truncada y patética historia de amor, pues yo esperaba sinceramente que su respuesta después del partido fuera un sencillo "siento lo mismo que tú, intentémoslo", pero nada de eso aconteció, y ahora me tocaba verlo en una relación con Hermione Granger, mi versión Gryffindoriana.

Suspiré y repasé mentalmente los últimos días. Draco dejó de ver a mi hermana con esa extraña mirada melancólica y ahora era una especie de ¿cariño? como si la estuviera cuidando a lo lejos, particularmente de Cedric Diggori. Por otro lado, la complicidad con Granger crecía y me generaba la poco placentera sensación de envidia, pero tampoco que le podía desear mal a ella, ya que literalmente era una de las mejores personas del colegio. Además, me reconocía en su mirada cuando la atrapaba observándolo. 

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