**Otra... Quel coglione: ese idiota, ese gilipollas, capullo, imbécil, las opciones son infinitas jajaj. Si quieren saber cómo se pronuncia obvio pueden buscarlo en google. Gracias y sigan leyendo!!
Esto era una mala idea. Una. Muy. Mala. Idea. Antes no estaba segura, pero a partir de ese momento supe que estaba completamente mal de la cabeza. Además, Polo me mataría si se enterase. ¿Por qué mejor no me daba media vuelta y regresaba a la universidad?
Estaba parada frente a la puerta del café ELE con la mirada fija en el mango, debatiéndome si debía entrar o no. El día anterior había llamado a Damién para vernos durante el periodo que tenía libre entre clases, así tendría una excusa para huir de esa conversación.
Ugh, tuve que haberle cancelado, o dejarlo plantado, pero tenía que ser idiota.
Expulsé el aire que no sabía que estaba conteniendo en los pulmones y empujé la puerta de vidrio. Escaneé a los universitarios o simples clientes que estaban en el establecimiento hasta que mis ojos se encontraron con unas ondas que conocía muy bien. Damién estaba sentado en una mesa con dos asientos cerca de la barra central.
Respiré hondo armándome de valor y me encaminé a su encuentro. Él le daba la espalda a la entrada, por lo que no me vería hasta ponerme frente a él. A medida que me acercaba, su camiseta sin mangas me permitió ver que había ganado más músculo, sobretodo en la espalda y los brazos, lo que lo hacía ver amenazador. Rodeé la mesa circular y, apenas me vio, se tensó al igual que yo.
A pesar de que no nos habíamos visto en meses, no parecía haber cambiado nada. Su cabello castaño oscuro siempre revuelto seguía medianamente largo. La nariz prominente, la mandíbula recta y la barba de días creaban una figura atractiva, pero intimidante. Y esos ojos cobrizos...
Corrí la silla y me senté en el borde, por lo que quedé frente al chico que había sido, en algún momento, alguien muy importante para mí. Tuvimos la mirada fija el uno en el otro por lo que parecieron horas, pero desvié el rostro cuando no soporté más la tensión.
—Hola —dijo calmado, aunque parecía nervioso.
Se nos acercó un camarero que me había atendido varias veces para preguntarnos qué deseábamos. Yo no ordené nada; si ingería algo, mi cuerpo lo rechazaría de los nervios. Él, al contrario, pidió un café.
—¿De qué querías hablar? —Fui directo al grano. Tardó unos segundos en responder.
—¿Sabías que Polo está saliendo con Cata?
¿Era en serio? Si esa era la razón por la cual me llamó sin descanso por dos semanas, me enfadaría aún más.
—Sí; ¿qué hay con eso?
—¿Él tiene pensado contárselo a Cata? —interrogó bajando la voz e inclinándose sobre la mesa. Esa conversación parecía más un ir y venir de preguntas sin respuesta.
El mesero volvió a aparecer con el pedido, lo que obligó a Damién a volver a recostarse en el respaldar del asiento.
—No lo sé —respondí cortante. No llevaba ni diez minutos sentada junto a él y ya me estaba arrepintiendo de haber aceptado venir.
—Escucha, Ava, yo ahora estoy saliendo con Mira y no necesito a tu amigo contando cosas que no le incumben —habló severo con ambos antebrazos sobre la mesa.
Mira era la mejor amiga de Cata; habíamos estudiado juntas, pero no éramos cercanas. Me sorprendió escuchar que salía con ella, no estaba al tanto, y ella nunca pareció interesada en el castaño.
—Damién, yo no controlo a Polo. Sí, le pedí que no diga nada cuando pasó, y yo tampoco lo he contado para no crear problemas, pero no puedo obligarlo a nada y menos condicionarlo —le expliqué tajante—. Si eso es todo, me voy; tengo clases.
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ALBA © [Disponible en físico]
Romansa¡YA EN LIBRERÍAS! [Esta versión es un borrador] Ella no sabe conducir, él es un corredor profesional. Ella no confía en nadie, él no puede permitirse perder la confianza en sí mismo. Ella odia las mentiras, él es experto en ellas. Lucen distintos, p...