Capítulo 44

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DEREK

Mierda. Tenía que convencerlo. Todo lo que había logrado no podía irse al tacho tan fácil.

—Dime que puedes hacer algo —le pedí por milésima vez. 

—Mira, conduces como los dioses, Keller, pero no todo es talento, no en esta profesión y lo sabes —me confesó Enzo apretando los labios.

—Estoy consiguiendo el dinero —comenté buscando convencerlo—, pero es jodido tener tanto con tan poco tiempo.

Suspiró y pasó una mano por su cabello.

—Puedo hablar con Stevens, ver qué podemos hacer —comentó con inseguridad ofreciendo una puerta abierta frente a  todas las que había cerrado mi padre.

—Me ayudarías mucho, Enzo. 

—No te prometo nada —dijo estirando un brazo—, pero lo intentaré.

Estreché su mano en respuesta. Necesitaba que me esperaran. Después de que mi padre se enterase de que corría como una vez lo hizo su hermano, todo mi esfuerzo se fue a la basura en cuestión de minutos.

Enzo se fue de camino a su coche y yo iba a regresar a la fogata. Levanté la mirada y vi a una chica en medio del bosque. ¿Qué carajo hacía viéndonos? ¿Acaso no tenía una vida propia?

—¿Qué coño haces acá? —le pregunté acercándome.

La chica no podía mantenerse de pie sin tambalearse y se sostenía de un árbol para mantener el equilibro. ¿Por qué mierda tomaban tanto si luego se iban a poner así? Empecé a analizar su rostro y después de unos pasos más hacia ella, me sorprendí. Cualquier rastro de color había abandonado su rostro.

—¿Estás bien? —le pregunté a la vez que notaba como su mandíbula tensa empezaba a temblar.

—Mmm... —balbuceó. Sus ojos empezaron a cerrarse y la cabeza parecía pesarle, pues no podía mantenerla estable. 

—Ey, ey. Mantente despierta —le ordené a la vez que la sostenía del brazo, de no ser así parecía que se caería en cualquier momento. 

Su piel estaba completamente húmeda. No sabía qué le estaba pasando, pero definitivamente no se trataba de una simple borrachera. Ella dio un paso hacia atrás buscando alejarse.

—Déjame —me exigió. De pronto el miedo se apoderó de su mirada, verdadero pánico. Parecía no entender lo que sucedía. Yo solo quería ayudarla, pero ella al parecer pensó otra cosa. ¿Qué le haría daño, tal vez? Me observaba como si fuese su peor enemigo y no tuviera cómo escapar de mí.

Su pecho empezó a subir y bajar con fuerza a la vez que le faltaba el aire. Podía notar como se tensaba todo su cuerpo a la vez que se apoyaba contra el árbol detrás de ella en busca de refugio.

—Tranquila, no voy a hacerte daño. —Dejé de sostener su brazo suavemente para que no se alterara más. 

Esa chica estaba hecha un desastre. Definitivamente no era solo alcohol, debía tratarse de alguna droga. No podía dejarla sola, no así.

—¿Con quién viniste? —le pregunté cuando vi que sus ojos empezaron nuevamente a perderse. Su cuerpo nuevamente empezó a querer desvanecerse. —Ey, ¿con quién viniste? —pregunté buscando una respuesta inmediata. Tomé su pálido rostro entre mis manos para que me viera, para que me entendiera. Se estaba desmayando frente a mí.

—Liv... —murmuró antes de cerrar los ojos.

—Ey, ey —dije intentando despertarla mientras pasaba una de mis manos por su espalda. Todo su cuerpo perdió estabilidad. Si no era porque estaba cerca de mí, de seguro caía al piso y se golpeaba la cabeza.

ALBA © [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora