Capítulo 27

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—¿Es en serio? —escupí las palabras a la vez que soltaba su mano con fuerza.

Derek botó el aire antes de ponerse de pie, así que retrocedí unos pasos.

—No iba a dejarlo salirse con la suya, Sally —explicó—. Ese día no le rompí la cara solo porque tú me lo pediste.

—Tampoco te pedí que lo hicieras después —repliqué perdiendo la paciencia.

—Entonces, ¿qué? —habló irritado levantando el mentón— ¿Ese imbécil iba a ir por la vida drogando a quien le plazca sin recibir su merecido?

—¡No puedes ir a buscarlo como una animal y reventarle la cara a golpes! —contesté en forma de reclamo.

Respiró profundo con las manos en las caderas y se acercó a mí. Me tomó del rostro suavemente y clavó su mirada en la mía.

—Ese tipo se quiso sobrepasar contigo... drogado —dijo bajando el tono de voz—. No pienso disculparme por defenderte, Sally.

Por un lado sabía que Iker se lo merecía, a mí también me hubiese gustado darle un puñetazo directo en la mandíbula. Pero, por otro, no era partidaria de darle golpes a la gente. La violencia no era algo que me agradaba.

«Pero no era gente, Ava. Era Iker».

Eso también era cierto. Posible responsable de haberme drogado sin consentimiento e intentó acostarse conmigo, incluso peor, estando drogado. Creo que en esa ocasión me inclinaba por la primera opción.

Cerré los ojos mientras ladeaba la cara de lado a lado y suspiré. Dejé de fruncir el ceño y levanté la mirada para verlo.

—No vuelvas a hacerlo a mis espaldas —advertí seria.

—Lo haré si alguien te hace daño, Ava.

Otra disputa mental se instaló en mi cabeza. Saber que era capaz de aquello me hacía sentir segura, un sentimiento que había perdido hacía muchos años y no había podido recuperar. Pero también me asustaba. No me agradaba la idea de que tuviera ese lado violento que podía salir a la superficie.

Decidí que ese no era momento para ponerme a pensar en ello. En caso que algo similar volviese a ocurrir, lidiaría con él en esa oportunidad.

—Es raro escucharte decir mi nombre —dije arrugando el rostro.

—No te acostumbres, Sally. —Sonrió de lado y el ambiente se tranquilizó. Me soltó y volvió a sentarse sobre la mesa con los pies sobre la banca—. ¿Cómo te fue?

—No lo sé... espero que bien. Solo quería terminar con eso de una vez. —Me pasé una mano por la frente cansada—. Liv me está esperando en el estacionamiento, ¿qué querías decirme?

—Mañana tengo una carrera, quiero que me acompañes —comentó apoyando los codos en sus rodillas—. Estaremos aquí para la presentación de Filosofía.

—¿Por qué? —pregunté con una sonrisa desconcertada.

—Te quiero ahí —declaró sin vacilar.  

Madonna. ¿Acaso existía alguna oración que este hombre podía decir que no provocara que mis rodillas fallaran?

—Es para que veas cómo realmente se maneja —añadió entrecerrando los ojos. 

—Eres insoportable —le dije y él rio. 

—Paso mañana por ti —ignoró olímpicamente mi insulto.  

ALBA © [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora