Capítulo 22

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**Otra palabra. Stronzo: Tarado, tonto, estúpido, la lista es infinita... Disfruten!!

Como si un vaso de agua helada, o un iceberg, me hubiese caído sobre la cabeza, rompí el contacto y volteé para ver al dueño de esa voz. Me encontré con un par de ojos celestes, no los ojos cafés que esperaba encontrar... no los ojos que quería.

—Iker —dije con la boca abierta del asombro. 

Pensé que... ¿No era...?

Tragué con fuerza intentando recomponerme. Mi mente me había engañado y el alcohol me estaba jugando en contra.

—Eres guapísima —murmuró acercándose nuevamente a mí y entrelazando sus brazos tras mi cintura.

Yo no quería eso, no quería sus labios, sus manos... no lo quería a él. Apoyé las manos en su pecho para hacer presión y alejarlo cuando vi a la rubia que había visto antes con el castaño a pocos metros de mí.

Ella lo miraba completamente embelesada y él no se quedaba atrás. La rubia tenía los antebrazos en los hombros de él, y el último se movía con una mano en la cintura de ella como solo él sabía hacerlo. Bailaba con ella, la sujetaba cerca de él, le sonreía. Derek no sonreía, no a cualquiera. Era un robot congelado la mayoría del tiempo, pero ¿le sonreía a ella?

Cuando vi que la rubia se acercaba a su rostro tuve que desviar la mirada. El estómago me empezó a quemar y sentí cómo el alma se me caía a los pies. ¿Por qué? ¿Qué efecto tenía él en mí?

Me centré nuevamente en el chico de cabello azabache que me sonreía expectante. Tenía que calmar el ardor que se había instalado en mi cuerpo y la sensación de tener algo en la garganta, y lo hice de la primera forma que me vino a la cabeza.

Tomé el rostro de Iker entre mis manos y lo uní con el mío en un beso desesperado. Quería dejar de sentir, distraerme. Él lo correspondió con el mismo entusiasmo e invadió mi boca de forma abrasadora. Movió sus manos por mi espalda y me presionó más contra él. Lo estaba logrando, pero aún faltaba esa pasión que quería encontrar en otros labios.

Me empiné sobre mis tacones y apreté su cuello para intensificarlo. Me di cuenta que lo estaba disfrutando, y yo también. Bajó sus manos por mi espalda, las posó sobre mis nalgas, y me acercó a él uniendo más nuestros cuerpos. No puse impedimento y seguí explorando su boca con mi lengua. Me dejé llevar, me estaba gustando, hasta que sentí como empezó a recorrer el borde de mi falda con sus dedos e intentaba levantarla queriendo adentrarse bajo la tela. En aquel momento erguí la espalda para establecer distancia. Eso era demasiado.

—Tengo que ir al baño —dije sacando mis brazos de sus hombros y volviendo a apoyarme completamente sobre mis tacones.

—Eres impresionante, no corras —respondió con una sonrisa insaciable sin dejar de sujetarme.

Como si mis manos fuesen dos pinzas, tomé sus pulgares, los alejé de mi espalda y los coloqué a sus costados.

—Un ratito. —Sonreí incómoda y arrugué la boca. Di unos pasos hacia atrás y me di la vuelta cuando estaba suficientemente alejada para que no viniera detrás de mí.

Caminé tambaleándome entre las personas en busca de la puerta del local mientras intentaba peinarme. El plan se me había salido de control. El alcohol, esa rubia, Iker. Necesitaba aire fresco.

Logré salir del gentío y empecé a andar por el pasillo que llevaba a la entrada. Iba hacia ella cuando una mano me tomó de la muñeca y rápidamente sentí una pared contra mi espalda.

ALBA © [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora