Capítulo 14

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Presioné el número uno en el panel del elevador apenas se cerraron las puertas. Considerando que era domingo, aún era bastante temprano, pero debía recuperar mis llaves si quería ir a mi departamento y cargar mi móvil. Había hablado con Polo por el celular de Derek y vendría por mí.

Después de la charla con Derek, pude descansar un poco, pero definitivamente no clasificaba como una buena noche de sueño. En total, habré cerrado los ojos por dos horas y estaba muy cansada. Además, aquella mañana desperté con un fuerte dolor en el cuerpo que solo se intensificaba con el paso de los minutos. El terrible día de ayer se reflejaba en el espejo del ascensor: tenía unas ojeras enormes.

Bajé al vestíbulo para esperar a mi amigo cuando una cara conocida llamó mi atención.

—¡Linda! —chilló Liv cuando me vio.

A diferencia del atuendo de ayer, hoy llevaba un conjunto violeta de ejercicio y un bolso de deporte colgado de un hombro. Corrió a mi encuentro y me abrazó con fuerza.

—¿Cómo estás, linda? Ayer te fuiste.

—Perdón por irme así, Liv —dije después de corresponder su agarre—, pero estoy bien.

—Mentira, vamos a hablar. —Me soltó y guió de vuelta al ascensor.

—No puedo, Polo está en camino.

—¿Crees que voy a dejar que te vayas sin conversar? —preguntó recelosa—. Estás loca.

—De acuerdo, pero llámalo y dile que suba —cedí señalando con el índice—. No tengo batería en el móvil desde ayer.

—Lo sé, Keller me lo dijo. Vamos —señaló las puertas de metal con la cabeza y entrelazó nuestros brazos.

—Ah, y por favor dame una pastilla que no puedo con mi cuerpo —supliqué. 

Liv asintió con la cabeza y una sonrisa a la vez que entrábamos, nuevamente, a la caja de metal.

Entramos a su departamento, ella fue directamente a la cocina y yo me senté en uno de los bancos de la isla americana.

—¿Acaso iban a dejarte ir a la otra parte de la ciudad sola? —preguntó indignada arrojando los pedazos de kiwi en su batidora.

—Ofrecieron llevarme, pero no quise —conté descansando sobre mis codos—. Me ayudaron bastante dejando que me quede con ellos. Además, estaban actuando un poco raro.

—Esos dos son la definición de raros, linda. Somos familia —dijo levantando una ceja. Reí por su gesto, pero creo que esa no era la razón de su comportamiento. Podía apostar que se debía a la extraña conversación que tuvieron en la noche, pero no me incumbía.

—Mas bien, perdón por ayer, Liv —me disculpe avergonzada—. ¿Cómo quedaron las cosas ayer en el cóctel? —pregunté  interesada. Me había quedado un poco preocupada sobre la presencia de Damién y la posibilidad de haber arruinado el evento.

—Nada de perdón, linda —negó con la cabeza—, y tú tranquila, no se dieron ni cuenta. Además... —La licuadora se encendió evitando que escuchara lo que decía Liv, quien seguía moviendo la boca y una mano. Se le veía algo graciosa en ese momento, no iba a mentir.

—¿Ah? —Cuando apagó el electrodoméstico la mire confusa.

—Decía que... ¡Yey! —gritó viendo la pantalla de su móvil que se había encendido—. Polo está subiendo, ya llegó. —Me señaló con el índice—. Apenas cruce esa puerta, vamos a hablar, linda. No creas que no me he dado cuenta que estás obviando el tema.

ALBA © [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora