Capítulo 16

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Me encontraba en un lugar que nunca pensé visitar: una pista de carreras. El día anterior en la cena, Leo nos invitó a ver a Derek. Al parecer, si ganaba formaría parte de un equipo muy reconocido en ese mundo... o al menos eso fue lo que entendí. No conocía mucho del tema.

La pista era un circuito con curvas y giros, con graderías que la rodeaban en algunas partes y un enorme jardín de césped en medio que seguía la forma. El lugar rebosaba de personas vestidas con uniformes de distintos colores vibrantes que los dividían en equipos: rojo, amarillo, incluso reconocí a algunos púrpura. Muchos trotaban de un lugar a otro ansiosos ajustando últimos detalles y hablando por auriculares con micrófonos. Se podía sentir la adrenalina y la energía en ese lugar era increíble. Podía entender la fascinación de Derek por ese mundo.

Estaba sentada junto a Liv y Leo al pie de la tribuna frente a la línea de meta, y faltaban pocos minutos para que iniciara la carrera.

—¿Cuál es Keller? —preguntó Liv con una paleta en la boca y sus infaltables gafas gigantes sobre sus ojos.

—El de negro —Leo señaló al tercer coche en la fila de inicio.

Veintidós autos, de los mismos colores de los uniformes, se encontraban estacionados en dos filas frente a la meta a la espera del inicio. Eran bajos, probablemente de la altura de la mitad de un coche común, pero más largos, con una estructura al frente que parecía una flecha ancha y delgada, como una hormiga extraña. Tenía un solo asiento en medio sin puertas que parecía más una pequeña cabina en la que se veía únicamente el casco de los pilotos, y las cuatro llantas, más gruesas que las usuales, se encontraban a los costados. El coche de Derek era negro con pegatinas blancas y el nombre de algunas marcas a los lados.

Llegó el momento de la cuenta regresiva. Tres... Dos... Uno... Encima de la meta, cinco semáforos, que solían mostrar el color rojo, se apagaron, lo que avisó a los corredores que podían acelerar. El sonido de todos los motores inundó mis oídos. Los pilotos arrancaron e iniciaron la competencia por el primer lugar.

—¡Vamos, Keller! —chilló Liv saltando en su asiento y logró que mi tímpano explotara. Su grito parecía ser más intenso que todos los motores de la locación.

No estaba segura de cuántas vueltas debían dar, pero el marcador en medio de la pista seguía subiendo. La velocidad a la que se movían era alucinante y aterradora al mismo tiempo.

Faltaba solo una vuelta y Derek encabezaba la carrera desde hacía varios minutos. La facilidad con la que pasó al resto de competidores era increíble, parecía ser tan sencillo para él. En un inicio, pensé que tardarían un par de horas mínimo, pero a los cuarenta minutos del inicio, la bandera a cuadros empezó a agitarse en la línea de meta.

Los aplausos y gritos de ovación sonaron apenas vimos cruzar a Derek por la línea de meta. Él fue el primero en pasar con una ventaja de segundos a un coche verde que, al igual que él, mantuvo siempre un buen lugar, pero no logró vencerlo.

Cuando salió del auto en una zona apartada, un grupo de personas lo esperaba emocionado. Se sacó el casco y pareció una maldita película. ¿Acaso se estaba moviendo en cámara lenta?

«No, Ava. No lo está haciendo», pero de igual modo me dejó embobada.

Al igual que su nuevo equipo, llevaba un traje negro con detalles blancos bajo las mangas y en los costados del dorso que le quedaba de maravilla, y se le veía muy atractivo caminando con una sonrisa de oreja a oreja.

Recibió varios abrazos llenos de emoción, al igual que muchas palmadas en la espalda. Un hombre de cincuenta años aproximadamente le tendió orgulloso una mano, la cual Derek estrechó con fuerza. Su reacción fue formal y parecía ser que su opinión era más importante que la del resto de personas. Me alegré al verlo tan contento.

ALBA © [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora