Capítulo 34

217K 10.8K 6.1K
                                    

*

Estaba sentada en los asientos del medio del aula tomando apuntes en el computador. Liv estaba a mi costado, pero no parecía estar muy concentrada en el profesor.

—¿Y qué tienes planeado para la gran noche? —me preguntó en un susurro.

—No sé de qué hablas —respondí sin desviar la mirada del frente.

—El cumpleaños de Derek.

—¡¿Qué?! —exclamé fijándome en ella. Llamé la atención de algunas personas y sentí los ojos en mí. Me excusé con una sonrisa incómoda y bajé el volumen de mi voz—. ¿Cuándo es? No me digas que hoy.

—No, linda. Es pasado mañana —explicó y me tranquilicé—. ¿No te lo dijo?

—¡No!

—Para alguien tan soberbio como lo es Keller, me sorprende que sea así de modesto con el día de su cumpleaños —dijo acomodando su corto cabello—. Y... ¿qué le vas a regalar?

—Hasta hace un minuto no tenía la menor idea, Liv —contesté con obviedad—. No lo sé.

—Señoritas, ¿hay algo que deseen compartir con la clase? —habló el maestro viéndonos con los brazos cruzados.

Mierda. Me quedé helada con su intervención, pero Liv fue más rápida:

—Harriet Martineau estuvo muy adelantada a su época. Defender los derechos de la mujer en aquellos tiempos me resulta admirable. Es una diosa —respondió sin problema con una tranquilidad impresionante. Nadie se habría dado cuenta que segundos atrás habíamos estado hablando de otra cosa.

El profesor nos vio con desaprobación, pero no tuvo otra opción que seguir con su clase. Liv lo dejó sin palabras. La misma se volvió a fijar en mí al instante.

—Varias ideas de un muy buen regalo se cruzan por mi cabeza —me dijo levantando las cejas.

—¿Siempre eres así? —Asintió en respuesta.

—Y si alguna vez cambio, clávame una estaca en el corazón —determinó con un gesto.

Reí mientras ponía los ojos en blanco.

—Solo escúchame, linda. —Se acercó más a mi asiento y susurró con picardía—: Un abrigo largo y nada abajo... Se les despegarán hasta los tatuajes al verte.

Esta vez reí con más fuerza.

—Estás completamente loca.

El profesor volvió a vernos y nos dedicó una mirada de advertencia. Hice un gesto de manos a modo de disculpa antes de darle un leve empujón a mi amiga para que se alejara, y me centré de nuevo en la clase. Aunque, a decir verdad, tampoco pude concentrarme mucho.

Estuve pensando en qué podía regalarle. No se me ocurría nada. La primera opción de Liv, al igual que las otras que escribió en un papel y me pasó el resto de la lección, las descarté de inmediato. No haría ninguna de ellas ni de coña. No sabía si debía preocuparme por ella y sus peculiares gustos, o por las personas con las que los practicaba. De seguro por los otros.

De repente, una imagen apareció en mi cabeza. Tomé mi celular y redacté un mensaje.

Mongo, necesito tu ayuda.

Guardé mi móvil y alcancé a Liv, quien había caminado hasta la puerta del aula.

—¡Ey! —la llamé y se dio la vuelta—. No puedes irte, quiero hacerte preguntas desde el día de la carrera.

ALBA © [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora