Tomé las llaves y mi móvil antes de bajar a darle el encuentro a mi compañero de trabajo. Apenas abrí la puerta del vestíbulo, lo vi cruzando la calle, apoyado en la parte delantera de su auto. Tenía una campera delgada de color gris sobre una camiseta blanca, unos jeans negros y zapatillas deportivas del mismo color. Completaba el atuendo con unas gafas de sol que le quedaban de maravilla. Nunca había visto a alguien que se le viera tan bien con ropa tan simple.
Cuando me vio, pasó su peso a los pies y dejó de apoyarse en el capó.
—Buenos días, Derek —dije cansada cruzando la calle.
—Cuánta energía. —Rio bordeando el costado de su coche hasta llegar al puesto del piloto.
—Lo que me gusta de los martes es que no tengo clase hasta las once, no tenía pensado levantarme antes de las nueve. Estoy muriendo de sueño —dije abriendo la puerta y dejándome caer en el asiento.
—No te quejes, Sally; no es para tanto.
—De nuevo con Sally. —Rodé los ojos poniéndome el cinturón de seguridad—. ¿Quién es Sally?
—No eres una persona mañanera —sonrió encendiendo el coche—. Tendrás que averiguarlo.
—¿No puedes solo responder la pregunta? —dije apoyando la cabeza en el respaldar entrecerrando los ojos—. Es muy simple. —Giré el rostro para verlo.
Solo levantó las cejas, prendió la radio y nos puso en marcha ignorándome. Uff, era demasiado temprano para tanto misterio. Bueno, no era tan temprano tampoco, pero no pasé buena noche por culpa de las pesadillas y quería quedarme en cama por varias horas más.
—Solo no babees en mi coche —advirtió divertido.
Arrancó y minutos más tarde estábamos en la carretera para salir de la ciudad escuchando Circles de Post Malone. No entendía su sentido del humor, pero sí apreciaba su gusto musical.
Antes de tomar el desvío que nos llevaría al descampado, el castaño habló por primera vez.
—¿Qué pasa con Iker? —dijo de pronto con la mirada fija en la autopista.
—¿Qué? —Encogí el rostro. Tardé unos segundos en comprender su pregunta—. Perdona, no lo digo por mala, pero no es tu problema.
¿Qué le importaba? Sus gafas ocultaban su expresión, era indescifrable.
—Hagamos algo, responde mi pregunta y tú me puedes preguntar algo después —ofreció calmado.
Él sabía que era misterioso y lo usó a su beneficio. Maldito genio. Tenía que admitir que sí había unas cuantas cosas que no me molestaría saber. Después de todo, no tenía nada que ocultar respecto a Iker y le podría sacar un poco de información.
—Solo si pueden ser más preguntas —condicioné. Asintió sin problema. —Mi coche se averió la semana pasada, Iker lo vio y me ayudó contactando a un mecánico. Ayer me llevó a recogerlo porque estaba listo. ¿Satisfecho?
—Tu turno —ni se inmutó. Honestamente, creo que era un robot.
—¿Qué piensa Pía de mí? —Las palabras salieron de mi boca antes de poder procesarlas.
Mierda.
Para él, de seguro quedé como una loca entrometida, pero no me importó, yo sabía que Pía pensaba algo sobre mí y quería averiguar qué cosa era.
Derek volteó a verme confundido. Al menos así sí logré que reaccionara.
—Tienes que responder.
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ALBA © [Disponible en físico]
Romance¡YA EN LIBRERÍAS! [Esta versión es un borrador] Ella no sabe conducir, él es un corredor profesional. Ella no confía en nadie, él no puede permitirse perder la confianza en sí mismo. Ella odia las mentiras, él es experto en ellas. Lucen distintos, p...