Capítulo 25

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El día siguiente fui a casa de Liv después de cientos de mensajes en los que exigía que debíamos vernos y hablar de todo lo que había sucedido. Propuso vernos en ELE o en mi piso, pero después tenía que ver a Derek para hacer el proyecto, por lo que decidí llevar la montaña a Mahoma. Esa semana sería mitad de semestre y teníamos que presentar parte del trabajo finalizado el jueves. También tendría exámenes en los otros cursos, pero al menos no habría clases, por lo que solo debía concentrarme en estudiar. Aunque con Liv ansiosa de información, no sería tan sencillo.

—¡No puedo creerlo! ¡Hijos de puta! —exclamó mi amiga cuando estábamos sentadas en el sofá—. Seguro fue Iker o uno de su maldito grupito.

—Esa es la sospecha que tengo.

—Ay, linda —dijo mientras se acercaba a darme un rápido abrazo—. Qué tal disfraz se traía ese cretino, ¿no? Quién se lo hubiese imaginado. —Levanté las cejas dándole la razón. —Qué bueno que Keller estaba ahí.

—Si, por eso me alejó el día de la discoteca. —La señalé con el índice al recordar—. Ni creas que he olvidado que me abandonaste, eh.

—Si abandonar es dejarte con él, te voy a abandonar todos los días del resto de mi vida, linda —respondió con gracia. La fulminé con la mirada—. ¡Uff! No me digas que no es un amor. El hombre le pega a quien sea que se mete en tu camino y está buenísimo.

Apreté los labios y empecé a jugar con mis uñas.

—Ayer nos quedamos hablando en mi departamento después de lo de Iker —susurré. Me sonrió con los ojos y abrió la boca emocionada.

—Mira, linda, te digo algo que he notado desde el día del maravilloso enredo en el club. —Se acercó a mí y puso su brazo en el respaldar. Rodé los ojos pero, siendo honesta, tenía curiosidad. —Keller fue a verte... a tu casa. —Arrugué la frente en respuesta. —¡¿Quién va a buscarte después de algo así para quedar bien contigo?! Yo lo he visto con Pía y, bueno, un par de chicas más, y puedo asegurarlo, linda, Keller no es así. No se comporta de esa manera.

—¿A dónde quieres llegar con esto, Liv? —pregunté desinteresada.

—Mmm, si lo digo vas a rodar los ojos como siempre haces y te pondrás toda negativa así que me lo guardaré de momento... pero no creas que no estoy planeando su boda en mi cabeza. Luna de miel en una playa paradisiaca, amor y mucha, mucha pasión. —Soltó una risilla—. Eso sí, no en la arena. Es muy incómodo y entra en lugares que solo un par de cosas deberían entrar... Bueno, tal vez un poco más que un par —dijo guiñándome un ojo mientras se levantaba y desapareció por la puerta a su habitación momentos después, como si no me acabara de revelar una de sus preferencias sexuales.

—¡¿Qué?! ¿Por qué piensas tantas porquerías?... y ¿cómo te vas en medio de la conversación? —exclamé siguiéndola con los ojos.

A los segundos regresó mostrándome una percha de la que colgaba un vestido, mejor dicho mi vestido, aquel que se rasgó el día de la beneficencia.

—Mira lo que tengo aquí. Lo mandé a lavar y arreglar —dijo sentándose nuevamente a mi costado y dándome el vestido.

—¡Liv! Qué bella... En serio no tenías por qué.

—Iba a dártelo el mismo día, pero te quedaste dormida así que se me ocurrió que podía mandarlo a arreglar.

—¿Dormida? Liv, esa noche apenas dormí —conté. Ella abrió los ojos y me vio coqueta. —Sí, Liv. Me tiré a Derek el mismo día que el imbécil de mi ex me lanzó al suelo. Claro, eso tiene mucho sentido.

ALBA © [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora