Capítulo 32

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Y otro día se fue. Terminé con la última clase del jueves, que tardó un poco más de tiempo de lo usual. Merino se quedó hablando de la biografía de uno de los filósofos más importantes de la historia y, digamos que se emocionó tanto que no pudo dejar de hablar. Nunca había visto a alguien tan enamorado de su asignatura.

Iba a encontrarme con Polo después de clases, pero me mandó un mensaje diciendo que no podríamos vernos ya que tenía que ir a una galería para un proyecto. Así que cuando salí del aula, me dirigí al estacionamiento.

Estaba por llegar a mi auto cuando sentí dos pellizcos en mis caderas y pegué un grito agudo. Me llevé una mano al corazón, que se saltó un latido, y la otra a la boca. Creo que acababa de tener un infarto. Volteé y me encontré a Derek riendo a carcajadas por mi reacción.

—¡Casi me matas de un susto! —exclamé con la respiración sonora—. No sé si golpearte o abrazarte.

Él no dejaba de reír, así que opté por la primera opción y estampé mi puño con su brazo, lo que solo lo entretuvo más.

—¿Qué haces aquí? Pensé que llegabas en unas horas —dije cuando me calmé un poco.

—La carrera se adelantó y decidí sorprenderte —me informó jalándome de la mano hasta que se apoyó en el capó de mi coche.

—Mejor dicho asustarme —lo corregí con una sonrisa sarcástica—. ¿Cómo te fue?

—Digamos que bien —dijo presionando los labios. Lo vi con ojos entrecerrados dándole a entender que no me creía su modestia—. De acuerdo, me fue increíble —admitió. Eso coincidía más con su personalidad. —Mañana tenemos la final aquí.

—Me alegro —comenté con una enorme sonrisa—. ¿Hoy tienes entrenamiento?

Estiró el rostro y chasqueó con la lengua mientras acomodaba un mechón de cabello detrás de mi oreja.

—No te he visto por una semana, Sally. No se te va a hacer tan sencillo deshacerte de mí.

—¿Ah, sí? ¿Y qué planes tienes en mente?

—Vamos. —Se levantó del coche, me tomó de la mano y empezamos a cruzar el parking.

—¿Te has dado cuenta que nunca sé a dónde me llevas? —reconocí—. Tú y tus misterios.

—Es parte de la intriga —me informó levantando un hombro. Rodé los ojos en respuesta.

—Yo creo que solo lo haces para verte más interesante.

—¿Y funciona? —preguntó con una sonrisa curiosa. Apreté la boca como si pensara y opté por no contestar. Levanté las cejas y lo dejé con la duda.

Subimos a su coche gris, el que conocí desde un principio, y emprendimos el camino a quién sabía dónde. Dejé el mío en la facultad, pero podría ir a recogerlo en cualquier momento, por lo que no había problema.

Después de veinte minutos de trayecto, Derek estacionó en la costa de la ciudad. Ya de por sí, era un lugar hermoso, pero, al ser otoño, las hojas de los árboles que bordeaban el malecón habían cambiado. Eran amarillas, rojas, anaranjadas, que combinaban a la perfección con el celeste grisáceo del cielo y el azul del mar. Era tan pacífico y tranquilo que parecía salido de una pintura. Me sentía dentro de un cuadro.

—¿Cuál es tu mayor sueño? —le pregunté mientras caminábamos por la ancha acera que estaba cubierta de hojas secas que crujían bajo nuestra pisadas. Me tenía rodeada con un brazo y yo jugaba con sus dedos.

ALBA © [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora