No pensé que ésta historia llegaría tan lejos.
Simplemente gracias⚘
___________ENAMÓRATE DE MÍ, POR FAVOR
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Las numerosas voces de los presentes en la rectangular mesa del jardín llenan mis tímpanos. Coloco mis codos sobre la mesa y entrelazo mis dedos, adoptando una postura cómoda y tranquila. Disfruto de la suave brisa acariciar mi piel con dulzura. Mi melena de chocolate juega con ella, tímida. Las expresiones felices de todos consiguen llenar mi interior con facilidad. Todas menos la de Jen ya que hace unos minutos se ha ido a por algunos refrescos por petición de Cristina.
_Cora_la dulce voz de Rubí hace que la mire de inmediato. Le sonrío de la mejor forma posible_¿Podrías ir a buscar a Jen? Por favor. Mi padre necesita el alcohol_asiento, tratando de no borrar del tirón mi pobre sonrisa. Arrastro la silla hacia atrás y me levanto con cuidado, sin prisa. Intento no tragar con pesadez el gran nudo que se ha formado en mi garganta, ¿por qué no ha podido ir otro en mi lugar?E aquí mi mala suerte.
Camino, despacio claro, por la cálida hierba hasta sentir bajo mis pies la dura acera que lleva hacia el interior de la casa de dos plantas. El sonido de la puerta cerrarse tras de mí retumba en la pequeña y acogedora entrada. Echo un rápido vistazo, encontrándome con pocos muebles de color marrón y un espejo que cubre desde el suelo hasta lo alto de la pared,rectangular y estrecho. Asomo mi cabeza por la entrada de la cocina, que se encuentra a mi derecha. Apoyo mis manos para no caerme. No veo a Jen, ¿habrá algún otro lugar en el que haya ido a buscarlos? Si es así no tengo idea de cuál puede ser. Apenas sé donde se encuentra la habitación en la que me han hospedado. La casa parece pequeña, pero por dentro hay múltiples habitaciones. Me adentro en el interior de la blanca cocina. El suelo es de un tono grisáceo. Parece recién sacada de una revista de prestigio. Me sorprendió cuando Cristina me confesó que toda la casa la habían construido ellos dos. Ella a los pocos meses tuvo que abandonar ya que se embarazó de Rubí. El resto la terminó Pol. Se merecen todo lo que tienen. Por lo poco que he podido escuchar, sé que son muy trabajadores y muy educados. Son unas verdaderas buenas personas. Alocados y amantes de la vida buena y justa. El sonido de la puerta de la cocina cerrarse con brusquedad hace alarmarme. Giro sobre mí misma, encontrándome con unos ojos azules penetrantes observándome como si de una presa se tratara. Me congelo en mi lugar, al igual que mi regular respiración. Su postura amenazadora no me da buena señal. Sus cejas fruncidas y su seria expresión me confirman su estado. Vuelvo a respirar, sintiendo alivio al momento de hacerlo.
Se me había olvidado.
_Rubí me ha mandado a decirte que les urge..._No termino mi frase al ver como comienza a caminar, con lentitud y seguridad, hacia mí. Mis palabras se pierden en el aire. Separo mis labios con la intención de retomar mi frase, pero las agallas me abandonan cuando pienso que lo haré. No ha detenido en todo momento sus pasos. Camino hacia atrás, al ver que no respetará mi espacio personal, hasta sentir la encimera de granito en lo bajo de mi espalda. Siento que no puede seguir con su lento ritmo y acelera un poco hasta llegar al fin a mí. Lo miro a los ojos sin entenderlo. Estos bajan hasta mirar sin ningún pudor mis labios un poco entre abiertos. Los vuelve a dirigir a mis confusos ojos. Apenas me da tiempo ha hablar cuando siento sus grandes brazos rodear mi esbelta figura y sus labios atacar los míos con pasión y desesperación. Me besa como si lo hubiese estado esperando por mucho tiempo. Como si sus inmensas y primitivas ganas hubieran permanecido encerradas bajo llave durante mucho tiempo. Me aferra a su tonificado pecho, sin dejar espacio entre nuestros cálidos cuerpos. No me deja colocar mis manos sobre su pecho, sabiendo mi acción deseada. Con una de sus manos tiene las mías detrás de mí, haciendo que mi cadera toque su cuerpo con mayor facilidad. Dejo de seguir su salvaje y apasionado beso con dificultad, ya que no me permite muchas vías de escape. Trato de liberar mis muñecas de su gran mano, quien ejerce fuerza sobre estas, pero sin llegar ha hacerme daño. No me lo permite. Vuelve a capturarlas con un poco más de fuerza, atrayendolas hacia su pecho. Lo miro anonada,confundida y sobretodo ofendida, ¿Cómo se está atreviéndo? ¡Cualquiera podría entrar!
_Suéltame Jen, ¡suéltame_elevo un poco mi tono de voz al ver que no me hace caso. Forcejeo con él. Su actitud empieza a asustarme, pero, aún sintiendo vergüenza por ello, admito que me ha gustado y que podría permitirle otro arrebato apasionado.
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No me olvides ✔
RomanceCorina Herrera, conocida como una mujer mediterránea alegre e independiente, es la mujer del prestigioso inspector de policía Leónidas Cron. Un joven matrimonio, perdidamente enamorado, con toda una vida por delante. Aquella noche se apagó la luz de...