Capítulo VIII

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YO DECIDO

(Imagen tomada por mí. Es un lugar que se encuentra realmente en Aragón)

 Es un lugar que se encuentra realmente en Aragón)

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Respiro profundamente aliviada por haberla convencido.
Leo, un niño de apenas siete años, inocente y alegre, ¿cómo es posible?
Tiene derecho a vivir una vida larga, no merece que por culpa de mi accidente tenga que perderlo todo.
Suspiro frustrada, y ni siquiera sé porque ocurrió el accidente.
Por lo menos sé una cosa pequeña, cuando tuve ese accidente, estaba embarazada y por lo visto el bebé estaba a punto de salir porque sino no estaría aquí, dedicándome una sonrisa para animarme.
Tengo que saber cómo me encontró, con todas las emociones nuevas que he ido experimentando se me había olvidado preguntarle.

Camino por uno de los estrechos pasillos de la planta superior con la intención de encontrar a Leónidas por algún lado, pero no hay ni un alma por aquí.
No sé dónde está y mi ánimo está por las cuencas de los mares.
Espero que no se haya ido a dormir ya, miro el reloj de muñeca blanco que llevo puesto, las doce y tres minutos pasados.
Doy media vuelta y camino mirando al suelo.
El pasillo está a oscuras y tan solo hay cuatro habitaciones muy separadas unas de otras para que a esto lo puedan llamar "pasillo" y no zona de los cuartos de la limpieza.
He andado para nada.
Siento como una lágrima se desliza por la comisura de mi labio superior, no había sentido la lágrima desde el principio.
Toco con mi dedo índice la pequeña gota de agua todavía en mi labio y miro mi dedo ahora mojado.
Los rayos de la luna hacen que pueda verlo.
Cierro mis ojos con fuerza.
No siento tranquilidad ni ninguna otra emoción buena.
Si sigo así acabaré por enterrarme viva.
Más lágrimas se suman al viaje de descender por mis mejillas.
Bien, que lo disfruten por mí también.

Arrastro mis pies hasta llegar a una de las dos paredes azules que mantienen este pasillo y apoyo mi espalda en ella.
Me deslizo hasta que me siento en el suelo y dejo caer todas las lágrimas que he mantenido en mí desde que he llegado.
Quiero desahogarme, quiero sentirme bien o por lo menos sentir paz. No pido nada más.
Estar como estoy es muy estresante, acabaré por enfermarme.
Por una parte quiero ir allí, en frente de todos y gritarles que es lo que me ha pasado y por otra quiero dormir hasta sentirme mucho mejor.

-¿Corina?-una voz grave que reconozco al instante hace que deje de mirarme las piernas y lo mire con alivio.
Me levanto torpemente del frío suelo y corro hasta abrazar su ancho cuello y respirar su fresco perfume con tanta fuerza que espero que consiga dormirme.
Suelta un suspiro debido a mi brusco abrazo, sorprendido, corresponde a mi abrazo.
Siento como busca mi rostro preocupado para afirmar su sospecha,pero intento evitar que lo haga aferrándome más a él, a Leónidas.

-Shh-acaricia mi cabeza mientras deposita otro casto beso en ella. Siento como encuentra algún que otro mechón rebelde,pero consigue enderezarlo y volver a pasar su mano.
Trato de controlar mis sollozos,pero se me hace imposible.
Doy gracias de que no me haya preguntado nada. En estos momentos no estoy para hacer o decir nada.

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