Capítulo XXXI

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SOLO A MÍ

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Abro mis ojos con lentitud, adaptándome a la luz del sol del amanecer. Parpadeo varias veces hasta poder ver con claridad. El sonido de las olas del mar me dan los buenos días. Me acomodo en la cómoda superficie en la que me encuentro. Dejo de centrar mi atención en el tranquilizador sonido que producen las olas para centrarme en un nuevo sonido que se encuentra muy cerca de mi oreja, apoyada en la cómoda superficie. Consigo distinguirlo y saber de qué se trata, latidos de un corazón ajeno al mío. Vuelvo a abrir mis ojos, esta vez teniendo más cuidado con la luz natural y me levanto de donde me encuentro medio tumbada. Giro mi cabeza para poder ver bien de qué o quién, mejor dicho, se trata. Miro asombrada e incómoda al cuerpo dormido de Jen. Mi incomodidad y nervios me carcomen. Apoyo mis manos en el banco de madera en el que estamos ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

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Miro la entrada del gran barco, donde se está celebrando una fiesta privada. Ahora miro más que molesta la cara divertida de Jen. Quiere hacerme entrar por toda la cara. Lo bueno es que no hay nadie en la puerta. No,es que me niego. No podemos entrar. Vuelvo a negar al ver su mano extendida hacia mí, invitándome a esta locura.
_Lo siento Jen, pero a mí me gusta respetar las normas_levanto una de mis manos para hacerle saber que no voy a entrar. Su encantadora y divertida sonrisa se ensancha hasta tal punto de conseguir que aparte mis ojos de él. Mi molestia poco a poco se va transformando en enfado, ¿cómo puede pensar en entrar? ¿Y si nos llegan a pillar? Miro mis manos con brusquedad al sentir las suyas en las mías, atrapándolas y atrayéndolas de una forma divertida y coqueta hacia él. Consigue hacerme sonreír, un poco.
_Vamos, no nos van a descubrir si es a lo que temes_no deja de intentar arrastrarme hasta que consigue hacerme poner un pie en la inestable plataforma de madera clara. Lo miro con horror al saber que debajo de esto se encuentra el mar...una gran cantidad de agua. Niego repetidas veces.
_No, no, no_le suplico_por favor no_levanto mis ojos hacia él, quien me mira preocupado al instante.
_¿Qué ocurre?_mira al lugar en el que mis ojos han visto con horror, pero los levanta para postrarlos en mi al no ver nada. Vuelvo a negar, sintiéndome avergonzada y cobarde por tenerle miedo al agua. Respiro profundo y ejerzo menos presión en sus pobres manos.
_Lo siento_me disculpo al ver unos leves hematomas en sus blancas y suaves palmas. Niega dedicándome esa sonrisa que tanto ha comenzado a caracterizarlo, restándole importancia al asunto.
_Confía en mí_su repentina petición hace que lo mire sorprendida y confusa. Siento como el miedo desaparece tal y como vino y mi confianza vuelve tras ganar la batalla, victoriosa. Tras unos largos segundos de haber pensado, asiento, habiendo tomado una decisión.

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