Capítulo XXXII

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DESTELLO

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Releo la carta por última vez. Miro con incredulidad las letras impresas en el fino folio. No puede ser, de verdad que no puedo entenderlo. Dejo la carta en la mesa pequeña central de la biblioteca y me pongo en pie. Me abrazo mientras camino hasta colocarme cerca de una ventana y así poder mirar el verde paisaje. Todo está sumido en un completo silencio. Los sentimientos de traición y dolor son los que me inundan en estos momentos. Mi propia madre...sabía que no estaba de acuerdo con mi decisión de venir aquí, pero jamás pensé que podría amenzarme de esta manera para que volviera y me olvidara de toda esta "locura" según ella. Esto no lo hace una verdadera madre, ni siquiera se merece ser nombrada por ese nombre. Pensé que con el tiempo entendería mis razones, tenía esa pequeña esperanza en mi interior...yo sabia que me apoyaría y me ayudaría. Que ilusa fui. Respiro con pesadez al sentir un nudo en mi garganta. Retengo las lágrimas que amenazan con salir. Ya está, se acabó. Realmente estoy sola en esto, aunque creo que siempre lo estuve. Cuando antes lo acepte será mejor para mí. Camino en pequeños círculos por la gran habitación llena de grandes éxitos literarios de todos los tiempos, pensativa. Es imposible no pensar en esto, creo que no me he sentido tan ofendida. Podría decir que ha pasado el límite de Jen cuando lo conocí. Me decido por salir de la biblioteca. El aire acondicionado que se ha mantenido en las gruesas paredes de la casa inunda mi piel, erizándola un poco por el repentino cambio de temperatura. El sonido de mis pasos es lo único que rompe el silencio. Ya está, no tengo más madre. Por mucho que trate de pensar en la razón que la ha llevado ha hacer esto siempre acabo en el mismo lugar, la "nada" No la entiendo en absoluto. No siquiera voy a llamarla para pedirle una explicación, ya no me importa nada de lo que haga.
Bajo las centrales escaleras una vez sintiéndome de nuevo con fuerzas. Mi respiración choca con mi pecho un poco al descubierto ya que estoy mirando cada escalón que bajo para evitar tropezar y caer. No sé si contarle esto a la psicóloga Del Valle, creo que no merece la pena.
_Corina_la voz dulce y femenina de Ágata hace que deje de mirar los escalones y baje por completo sin perder de vista su delgada y baja figura acercarse a mí con tranquilidad.
_Hola, Ágata_la saludo dedicándole una de mis gran sonrisas. El sentimiento de culpa me invade al ser consciente de que no es una verdadera. Se acerca por completo a mí y junta sus manos cerca de su estómago. Unos pocos mechones caen cerca de su frente, dándole un toque más natural, pero elegante a la vez. Sus labios están adornados por una verdadera sonrisa que me llena el alma de paz.
_Vengo a despedirme_anuncia, sin abandonar su característica sonrisa. Levanto una ceja con rapidez,extrañada. Ríe con suavidad al ver mi expresión cargada de confusión_Me han dado un mes de vacaciones y he decidido coger este, pero no te preocupes_vuelve a reír, provocando que su rostro se arrugue debido a su avanzada edad_no me perdería la boda por nada del mundo así que nos veremos en ella_proceso sus últimas palabras. Inmediatamente voy hacia ella y la abrazo, sorprendiéndola. Sus frágiles brazos me envuelven en otro caluroso y amoroso abrazo. Me permito cerrar un poco mis ojos y aspirar su suave y dulce aroma a frutos del bosque. La echaré de menos aunque solo sea un mes. No sé que hubiese sido de mi vida de no ser por ella. Seguiría como un pollo sin cabeza deambulando por la vida en busca de una verdad que jamás llegaría.
_Disfruta de tus vacaciones querida Ágata_me separo de ella y envuelvo sus templadas manos con las mías cálidas. Su sonrisa se ensancha aún más al escucharme. Asiente repetidas veces entusiasmada. Lo necesita, se lo merece.

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