Corina Herrera, conocida como una mujer mediterránea alegre e independiente, es la mujer del prestigioso inspector de policía Leónidas Cron. Un joven matrimonio, perdidamente enamorado, con toda una vida por delante.
Aquella noche se apagó la luz de...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
__________________
El sonido de mi despertador hace que abra mis ojos y parpadee varias veces para aclarar mi vista. Poco a poco puedo ver con mayor claridad la luz natural entrar en mi habitación, iluminándola y dándole un toque acogedor. Vuelvo a apoyar mi cabeza en la cómoda almohada blanca. No quiero levantarme, solo son las siete y media de la mañana. Madrugan demasiado para mi gusto. Venga, ¡arriba Cora! Hay miles de cosas por hacer. Cepillo somnolienta mi cabello mientras miro mi delgada figura, cubierta por un fino camisón,en el espejo del baño de mi habitación. Escucho mientras tanto las voces de los trabajadores de la casa en el jardín. Puedo escucharlas ya que están las puertas abiertas del balcón.
Termino de ponerme el zapato en mi pie derecho. Estoy preparada para otro día en la mansión Cron. Camino con rapidez y ligereza hacia las escaleras. Las bajo trotando con gracia, mirando los rectangulares escalones. Paro en seco, a mitad de estas, al escuchar un ruido brusco. Mantengo mi respiración debido al susto. Me mantengo estática, mirando hacia el frente. Escucho el sonido de unos zapatos de tacón acercarse hacia la entrada, en donde se encuentran las escaleras en las que estoy. Subo dando ligeros saltos silenciosos hasta llegar a lo más alto de nuevo y cubrir mi cuerpo. Me acuclillo y me atrevo a asomar hasta mis ojos para ver de quién trata el sonido de tacón que con tanta furia se acerca. El bufido cargado de frustración me hace saber que se trata de una mujer. Me mantengo en la misma posición. Trato de contener mi respiración para poder escuchar mejor y así sentir que no no me escucharán El cabello oscuro como el carbón de Rubí aparece en mi campo de visión. Alcanzo a ver sus facciones endurecidas, su postura erguida y amenazante y los dos extremos de los costados de su vestido blanco y rojo arrugados. Un sollozo escapa de sus labios. Mi curiosidad aumenta en segundos. Tan alegre la vi y ahora verla de esta forma me resulta un poco chocante. El sonido de otras pisadas, un poco más lentas, se acercan a la entrada, tras Rubí. Paso todo mi peso a mi pierna derecha para intentar estar cómoda. La joven y alta mujer alcanza la puerta y la cierra de un portazo una vez fuera. Distingo la temible y erguida figura de Jen recorrer el mismo camino que ella. Su mandíbula está tan tensa que sus dientes podrían rechinar y producir un ruido de lo más desagradable. ¿Qué habrá pasado entre esos dos? ¿Problemas en el paraíso? ¿La forma del pastel no era del gusto de uno de los dos? Niego ahuyentando esos tontos e infantiles pensamientos. Me levanto con lentitud al escuchar de nuevo el ruido de la puerta cerrarse. Ambos se han ido. Formo una mueca al sentir mi pierna derecha dormida. Alcanzo de nuevo el principio de las escaleras para bajar por ellas. Una vez en el suelo del hall, me permito mirar hacia mis alrededores como me gusta hacer en esta parte de la casa. Creo que no me cansaré de observar estas pinturas tan bien elaboradas. Enseguida serán las ocho. Salgo por la misma puerta, dos veces aporreada, para encaminarme hacia el jardín donde nos reunimos todas las mañanas para desayunar. La imagen de frambuesas chafada con azúcar moreno hace que aumente mi paso con entusiasmo. _¿Cómo pudiste?_me quedo quieta al escuchar el llanto de Rubí unos pasos más lejos de mí_Lo que hiciste fue una monstruosidad. Eres un monstruo_trato de acercarme unos cuantos pasos más. Mi preocupación me pide que lo haga y mi curiosidad que averigüe con quien habla. _Si te lo he contado ha sido porque confío en ti, por favor, no me traiciones_la grave y poderosa voz de Jen impacta en mis tímpanos. Me coloco lo más cerca de la pared de la mansión cubriéndome por completo para no ser vista. _Lo que has hecho no tiene perdón de Dios_ _No tenía otra alternativa_ _¿Ah, no?_alcanzo a ver cómo Rubí se cruza de brazos indignada_¿Acaso sabes por lo que ha pasado ella?_ No puedo evitar volver mi cabeza hacia el frente, dejando de verlos. Temo que la conversación que están manteniendo tenga que ver yo en algo. La incomodidad que empiezo a sentir es tan grande que permanezco pegada a la blanca pared. _Eso pensaba..._la entristecida y dura voz de la mujer consigue llegar a emocionarme por alguna razón desconocida_Cuando "por fin lo hayas averiguado" será demasiado tarde_unas pisadas rápidas por la fresca hierba me hacen saber que Jen se ha quedado solo.
____________________
El fresco viento de la mañana nos acompaña en nuestro desayuno familiar. Los olores de los distintos alimentos llegan a mis fosas nasales causándome un cosquilleo. Todo transcurre en un cómodo silencio. Miro en frente mío al sentirme observada. La mirada traviesa de Leo me advierte de que tiene una trastada escondida a punto de estallar. Levanto una ceja mientras lo miro con una advertencia que poco a poco se va transformando en una sonrisa igual de traviesa que la suya. Sonríe ampliamente dejando ver sus dientes teñidos de un color rojizo debido a las frambuesas, que al igual que yo, está comiendo. Río tratando de que no me escuchen y vuelvo a mirar a mi plato sin hacer nada. Creo que no necesito pensar nada. Cojo con la cuchara una buena cantidad de frambuesas chafadas con azúcar moreno y me lo meto en la boca. Mastico un poco y con mi boca llena miro a Leo quien me estaba esperando con entusiasmo. Le sonrío de la misma forma que ha hecho él apenas segundos atrás, dejando ver mis dientes teñidos. Trago al final la fruta y sonrío tontamente tras haber realizado la acción tonta y graciosa. Levanto mi mirada al escuchar una pequeña risa femenina a mi izquierda encontrándome a Ágata, divertida por nuestra broma un poco indecorosa. Los tres sonreímos como bobos. _Atención, por favor_todos los presentes miramos la esbelta figura de Rubí en pie. Su semblante entristecido e indignado de minutos antes ha desaparecido y en su lugar se haya una amigable sonrisa _Con vuestro permiso, quiero anunciaros que este fin de semana Jen, Leo y yo iremos a la cabaña de la familia en la montaña_su sonrisa se ensancha cuando postra sus ojos en mí _Y por supuesto Leónidas y Corina, estáis más que invitados a venir con nosotros_junta ambas manos cerca de su estómago. Separo levemente mis labios dejando así que el aire entre con más facilidad. Es una buena idea, respirar aire más fresco y rodeados de naturaleza, pero saber que Jen también estará no me agrada. Miro a León quien se ha quedado mudo al igual que yo. _Es una magnífica idea_la grave y cansada voz de Anthony hace que lo mire. Su tierna sonrisa se hace ver. Miro de reojo la expresión endurecida de Jen, quien mira sombrío su plato vacío con restos de migas de pan. Juguetea con el final de su tenedor mientras que con su otra mano mantiene en alto su barbilla recién afeitada. Los ojos del pequeño Leo brillan llenos de entusiasmo. _¡Es increíble!_grita Leo lleno de alegría. Sonrío al verlo. Vuelvo a mirar a León quien esta vez también me mira. Sus marrones ojos me preguntan qué pienso al respecto y le doy mi consentimiento asintiendo. _¿Es eso un si?_la repentina voz de Rubí hace que la mire. Sus grandes ojos esperan mi respuesta con euforia. _Si_ _¡Genial! ¡Será un fin de semana de ensueño! Rodeados de naturaleza_da pequeños aplausos como una niña pequeña lo haría. _Pero..¿es seguro para Leo?_las miradas de todos se centran en mi. Coloco mis manos en mi regazo. _Ese lugar cuenta con las comodidades necesarias para poder movernos sin complicaciones y no te preocupes, no iremos por lugares de riesgo_finaliza con una elegante sonrisa. _Bueno,entonces estupendo_el repentino aplauso de León, cargado de energía, y su voz enérgica hace que lo mire,al igual que Jen, sorprendida. _¡Bien!_Leo arrastra la silla con energía y corre en brazos de León. _Con cuidado campeón _habla Leónidas revolviéndole el flequillo, consiguiendo que el pequeño lo mire mal y le aparte las manos sin ser brusco. Río, pensaba que yo era la única que no podía tocárselo. _Ágata_la llamo bajando un poco el tono de mi voz para no molestar las otras conversaciones. Sus ojos claros me miran con rapidez_¿Te suena el nombre Alex Classkett?_mi pregunta la hace pensar por unos largos segundos. _En absoluto_asiento dándole las gracias. _¿Por qué la pregunta?_ La miro por unos segundos sin saber exactamente qué responder. _No es nada_
_________________________________________ MICA🌹
Quiero que te atrevas a saltar porque podrán pasarte dos cosas, caer o volar.