Capítulo XLIV

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UN ACERCAMIENTO Y UNA TRAGEDIA

UN ACERCAMIENTO Y UNA TRAGEDIA

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Al fin mi llanto sale de lo más profundo de mi ser con total libertad, sin miedo a ser escuchado por los presentes ya que estoy corriendo, agarrando el largo vestido con mis manos para no caer, por el grande e interminable campo de uva de la inmensa finca. Mis pies ya no están cubiertos por los zapatos de tacón, sino que están descalzos, sintiendo la dura tierra bajo ellos. Siento como mis lágrimas han pasado ha bañar mi, sguro, enrojecido rostro. Lloro sin control, sintiendo como la vida se me va en ello. Estoy llena de sentimientos tan fuertes que no soy capaz de controlar y ¡me desespera!

Siento que en cualquier momento podría explotar.

_¡¡Cora!! ¡¡Corina!!_la elevada y angustiada voz de Jen,...León, por encontrarme, retumba en mis tímpanos. Acelero más mis pasos al escuchar los suyos veloces acercarse cada vez más a mi.

¡Maldición!

No quiero verlo. Me siento tan profundamente herida que no quiero enfrentarme en estos momentos a nada. Quiero despertar de una vez por todas de esta infernal pesadilla.
_¡¡Cora, por favor!!_alcanzo a escuchar sus jadeos cargados de desesperación. Bastante daño me ha hecho con su mentira.

¡Me ha mentido!

En un intento por despistarlo, giro a mi derecha, adentrándome en pequeños árboles del campo, consiguiendo camuflar mi figura. El rojo de mi vestido tan intenso me dificulta a la hora de hacerlo. Me inclino un poco hacia delante. No escucho más sus veloces pisadas. Camino, con cuidado de no pisar ninguna rama traicionera que pueda delatar mi posición, hacia atrás hasta salir a otro campo de uva. Una vez consciente de que estoy en él, giro sobre mí misma. Ahogo un pequeño y sonoro grito al encontrarme de forma violenta con sus profundos ojos azules. Su cuerpo se mueve con brusquedad debido a sus sonoros jadeos debido al esfuerzo que ha hecho al perseguirme como un poseso. Siento como las lágrimas se acumulan en mis ojos, una vez más.

Prometo que será la última.

Una vez que ha recobrado su ansiado aliento, camina a paso firme hacia mí y sin permitirme decir o hacer nada, me trapa entre sus brazos con firmeza para impedir que vuelva a escabullirme y me besa con tanto pasión y fuerza que hace que nos inclinemos hacia atrás. Abro mis ojos con sorpresa al sentirlo tan cerca de mí. Una de sus manos está puesta en mi espalda y la otra en mi nuca, asegurándose que estoy bien sujeta. Trato de zafarme de él, de sus apetecibles labios.

¡Pero me es imposible!

Suéltame, por favor...
Su dulce aroma se cuela en mis fosas nasales, endulzándome al instante mi corazón. Tanto Leo, como yo olemos casi de la misma forma y ahora, él...también...me rompe. Controlando mis espasmos y jadeos, llevo una de mis manos, temblororsas, hacia su cálida nuca y la otra hacia su duro pecho que sube y baja con brusquedad. Relaja las facciones de su rostro al sentir el tacto cálido de mi piel sobre la suya. Acerca más mi cadera hacia la suya, sintiendo nuestros calores corporales. Nuestros labios se mueven en sintonía. Con necesidad, con pasión,...con verdadero amor. Las fuerzas vuelven a mi cuerpo en el mejor momento. Tomo un poco de impulso hacia arriba para rodear con mis piernas, un poco al descubierto, su cadera y a traerla hacia mí, sintiendo al instante un pinchazo cargado de pura satisfacción. Escucho como un jadeo, cargado de deseo, se escapa de su interior más oscuro. Se agacha, hasta tocar con sus rodillas la tierra, al sentir que no será capaz de cargar con el peso de los dos debido a, su todavía débil, pierna. Ejerzo un poco más de presión y así inclinarnos hacia atrás, hasta sentir la tierra bajo mi espalda. Separamos nuestros labios para comprobar que he llegado bien y sin ninguna herida a dicha tierra seca. Una vez habiéndolo comprobado, vuelve a atacar mi boca de la misma forma salvaje y apasionada de antes. Subo mis manos hasta sentir el tacto de su cabello un poco húmedo, debido a la gomina, y empezar a desordenárselo con dulzura. Bajo mis piernas hasta volver a sentir la tierra, pero aferro mis muslos sobre su cadera. Siento como una de sus manos recorre un placentero camino desde mi cuello hasta el comienzo de mi pierna derecha, mientras que la otra sujeta mi nuca. Sus labios abandonan los míos, aún más rosados, para comenzar a repartir besos por todo mi cuello, siguiendo un camino de ellos, hasta llegar al final de este. Arqueo mi espalda para que tenga más acceso. Cierro mis ojos en el proceso, gustosa. Vuelvo a apoyar mi espalda en la tierra, siendo consciente de a dónde quiere llegar con el camino de besos que está formando.
_Jen_un jadeo sale de mis labios al pronunciar el nombre. Sus profundos y más oscuros ojos me miran al instante de haber escuchado mi frágil voz. Niego al ser consciente del nombre que he utilizado, disculpándome, pero se me hace extraño ya no llamarlo más así. Para mí era Jen, no León. Me he enamorado conociéndolo como Jen.

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