Salí del aeropuerto y tomé su mano de nuevo. Robert estaba frío y serio, agarraba su maleta con fuerza, al contrario que mi mano.
Al parecer, nos dirigíamos hacia mi casa, Robert me acompañaría hasta allí y luego se iría, o al menos eso suponía yo.
No me atrevía a preguntarle nada a Robert, no sabía qué le pasaba ni por qué estaba tan nervioso y me arriesgaba a recibir una mala contestación de su parte o hacerle enfadar más.
-El viaje, la presión de volver a los entrenamientos... será eso. -Pensé-
A pocos metros de mi casa, Robert sacó su iPhone y tocó su pantalla varias veces, segundos después lo guardó.
Mis manos comenzaron a temblar, no entendía qué le pasaba a Robert ni por qué hacía esas cosas, pero si él no decía nada, tampoco lo diría yo.
Robert pareció notar mis temblores y me miró asustado.
-¿Qué pasa?
-Nada, a mi nada. -Respondí esperando a que Robert dijera algo-
El polaco asintió y no respondió.
-¡Robert siempre salta cuando digo algo así! ¿Por qué no me ha dicho que a él tampoco le pasa nada?
Pasamos varias calles y Robert recibió un mensaje, lo leyó y guardó su iPhone con rapidez, apretó mi mano con fuerza y volvió a debilitarla de nuevo.
Seguíamos andando sin decir nada, sólo agarrados de la mano y Robert mirando su móvil de vez en cuando. Marco, Mario, Ann, Marcel, Robin... ¿Quién le mandaba mensajes a Robert y hacía que se pusiera cada vez más nervioso?
-¿¡Anna!? -Pensé-
Un escalofrío recorrió mi cuerpo y mis manos se pusieron frías. Cuando me ocurría esto, mi rostro se volvía pálido totalmente y, si no paraba pronto, sufriría un desmayo, no aguantaba más.
-Carol, tranquila, sólo queda girar esta esquina y llegarás a casa, te despedirás de Robert, quién sabe si para siempre y entrarás a casa. -Pensé intentando tranquilizarme-
Giramos la esquina, recordé cuando Robert venía a buscarme y escuchaba su coche, me levantaba del sofá, me asomaba a la ventana y ahí estaba él, sentado en su coche de alta gama con una sonrisa, tocaba mi puerta deseando verme, al igual que yo, deseando besarle, con una sonrisa, una sonrisa que ahora no aparecía, ¿por qué?
Cerré los ojos por unos segundos, cada vez me encontraba peor, los recuerdos y el silencio, de un momento a otro me iba a desmayar.
Abrí los ojos, ya habíamos girado la esquina, mi puerta estaba a menos de cuatro pasos, pero algo me impedía avanzar.
Robert y yo nos topamos con un coche, un Audi R8 color rosa y con un detalle. Un gran lazo de color rojo lo envolvía, atado por la parte de abajo y con un moño en el techo del coche.
Robert ignoró el coche y se adelantó a mi, pasó por su lado y ni lo miró. Se apoyó en mi puerta con normalidad y me miró.
Me quedé fija mirando el coche, sin decir nada. Segundos después aparté la vista de él, imaginé mi rostro pálido volviendo a mi color natural de nuevo.
Me giré y miré a Robert, él me esperaba con seriedad apoyado en la puerta de mi casa.
Me acerqué a la puerta separandome del coche y abrí un compartimento de mi maleta para coger las llaves y entrar a mi casa. Robert me miraba sin mover un dedo y totalmente serio.
Busqué mis llaves por toda la maleta, mis bolsillos y todos los lugares donde podrían encontrarse.
Lo que faltaba, ahora perdía mis llaves y no podía entrar a casa.
