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-lo lamento tanto joven Oliver—habló en un tono lastimero aquel anciano beta.

-no fue su culpa—habló el omega mientras el policía tomaba notas y fotos de su departamento.

- debería contratar a otro guardia para que apoye a William y este inconveniente no vuelva a pasar—aseguró el beta.

-no es necesario—pero no fue escuchado ya que aquel anciano fue a hablar por teléfono.

-omega oliver—llamó el oficial—mañana tendrá que ir a poner la demanda, su agresor no saldrá hasta que se cumplan 24 horas después de su arresto y si no pone su demanda tendremos que dejarlo libre.

-si oficial—habló un poco temeroso—disculpe le tengo una pregunta—el oficial solo asintió con un poco de pereza—¿por qué lo hizo?

-simple, lo que nos ha dicho es que salio del bar y lo vio a lo lejos así que decidió seguirlo—explico—cuando usted llegó el no pudo pasar por el guardia y aún tenía un poco de razonamiento hasta que se fue el guardia a su ronda y su calor le comenzó a tomar su control.

-entiendo—habló un poco decaído.

-si quiere que esto ya no pase, debe de hacer lo que los demás hacen—finalizó con simpleza.

Oliver rápidamente captó las verdaderas palabras del alfa, tenía que hacer lo que los demás hacen a su edad.

«casarse»

-gracias oficial—y cerró la puerta de su casa.

Una vez más estaba llorando desconsolado entre sus sábanas, el no quería un alfa o beta, solo quería seguir trabajando y ayudar a los indefensos bebés.

Su vida social era patética, su vida amorosa era un desastre, lo único exitoso que tenía era su trabajo, aunque sufría de acoso, intentos de violacion y amenazas en su ambiente laboral no le restaban ni un poco a éxito que tenía.

Y los recuerdos le volvieron a atormentar.

-que haces aquí pequeño—le habló un misterioso hombre.

-estoy llevando el desayuno a papa—habló un poco cohibido el niño.

-¿Qué edad tienes? –hablo de nuevo aquel alto hombre.

-nueve—cada segundo al niño le aumentaba el nerviosismo.

-sabes que estas calles son un poco peligrosas para niños tan lindos como tu—comentó el hombre—déjame guiarte y ayudarte.

-no—negó rápidamente el niño recordando las palabras de su madre antes de salir.

«no confíes en los hombres que no conozcas Oliver»

-pero es muy peligroso, te pueden atropellar—el hombre intentaba persuadir al niño—o personas malas se te pueden cruzar—hablo con ironía—yo quiero protegerte—y ahí estaba el sarcasmo.

Oliver lo pensó mientras apretaba más aquella bolsa contra su pecho, tenía miedo de esas cosas que le dijo aquel señor, pero le temía  más al hombre que tenía en frente que a un camión.

-no—fue su respuesta y miró al hombre.

Al hombre se le borro la sonrisa, era un pequeño muy difícil de convencer y se le estaba acabando el tiempo, su vista se enfocó en el pequeño analizándolo.

Y encontró el botón que debía presionar.

Rápidamente le arrebato aquella bolsa y comenzó a correr, el pequeño sin más corrió detrás del desayuno.

Papa TemporalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora