Capítulo 51

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Tras pasar por aquella pequeña e intensa crisis, Marizza había logrado calmarse después de sentir un pequeño malestar en su abdomen bajo. 
Sonia había insistido en llamar a un médico, pero ella se negó rotundamente alegando que ya se encontraba mejor, aunque no podía negar que esas puntadas eran dolorosas y temía cada vez que sucedían, pero había intentando seguir con las indicaciones de Jazmín para estos casos.
Luego de que sus amigos se fueran, Marizza se sintió realmente mal. Ellos simplemente se preocupaban por su bienestar, mientras que ella sólo les puso mala cara y terminó con una crisis nerviosa. Ya iba a tener tiempo para compensarlo.
Habia optado por tomar una larga ducha, intentando que con el agua se arrastraran sus tormentos; ¿Como una persona podía tener tanto en su cabeza y aún seguir de pie?. 
Envolvío su cuerpo en la bata de baño que su madre había dejado para ella y seco rápidamente su pelo con una toalla mientras volvía a la habitación, encontrándose sorpresivamente a Mía sentada en su cama.

-Hilda te preparo un té.- dijo con una sonrisa.- creo que es de manzanilla con algo de cedrón.
- ¿Qué haces acá, Mía?.- exclame dejándome caer sobre la cama.
- Quería saber como estabas, además de que hace mucho no hablamos y… pasaron cosas. Te extrañe, ¿sabías?.- dijo con fingida ofensa.- además te traje algo para comer. ¿Podes creer que lo hice yo?.

Una sonrisa divertida se formó en su rostro al ver la bandeja rosa que señalaba Mía a su lado, en la que había una tetera con dos tazas y un plato con una gran porción de torta cubierta con una buttercream color rosa y sprinkles de colores. No se veía muy atractiva pero igualmente Marizza sonrió, intentando ocultar una risa.

- Seguro tiene buen sabor.- exclamó dejando escapar una ligera risa.
Mía fruncio el ceño.- no cambias más vos eh.
- Bueno perdón.- calmó su risa y se incorporó quedando frente a ella.- ¿qué es eso tan importante que pasó y querés hablar?.

Mia guardo silencio mientras jugueteaba con sus manos, intentando tomar el valor para hacer lo que tenía en mente.
Soltó un suspiro, dirigiendo sus manos hacia su cabeza y quitando cuidadosamente la peluca que la cubría. No había permitido que nadie la viera sin ella, hasta ahora. Ni siquiera Manuel, ya que en su mente daba vueltas la absurda idea de que al verla calva, se iría dejándola sola.

- Si ya se, soy un bicho horrible.- soltó con voz dramática.

Marizza se había quedado sin palabras, cosa que rara vez le sucedía. Siempre supo lo importante que era el pelo para Mía y la innumerable cantidad de tratamientos que le aplicaba con tal de que siempre este en buen estado. 
De todas las cosas que se cruzaron por su cabeza, aquella ni siquiera estaba en la lista. Jamás había imaginado verla de esa manera; sin aquella peluca, se transformó en alguien vulnerable al que podrían romper con facilidad.
Ella sabía lo que se sentía. Ahora podía entenderlo.

-Bueno, no está tan mal.- dijo con ternura, intentando levantar su ánimo.- pensa que sos como un gato esfinge… flaquito y sin pelo, pero igualmente hermoso. ¡Hasta tienen ojos azules!
Mia abrió sus ojos como platos.- ¿¡Me estás diciendo que soy igual que un gato!? ¡Sos una bestia, nena!.- gritó volviendo a colocarse la peluca.- sos la única que vio así.
-¿Y Manuel?
- Ni loca dejo que vea así. Seguramente se espante y me deje sola con Cande a la deriva.
- Ay Mía no digas estupideces.- exclamó sirviéndose una taza de té.- Manuel te ama y si hubiese querido dejar, seguramente ya lo habría hecho. No te va a amar menos porque no tengas pelo… sos hermosa, Mía.

La rubia bajo su mirada con una media sonrisa. Hacia mucho tiempo que había dejado de sentirse hermosa. Con todo el tratamiento su aspecto había cambiado mucho, aunque nunca iba a perder su esencia.
Sentía mucha nostalgia al recordar aquellos años donde solía ser la más hermosa, la más deseada de todo el Elite Way School… pero eso ya formaba parte del pasado.

Sempiterno {Pablizza}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora