Capítulo 16

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 Habían pasado ya dos días desde que lo que predominaba en los programas de televisión era la fuga de prisión de Sergio Bustamante, tanto como en las redes sociales y programas de radio.
Pablo se mantenía muy hermético con respecto a ese tema y preferia enfocarse más en su trabajo. Los únicos que estaban al tanto eran Tomás y Marizza, ya que no había tenido oportunidad de hablar con Manuel y Mia todavia.
Habían tomado la decisión junto a Mora de buscar un nuevo lugar donde vivir, y ella había decidido encargarse de eso para mantener su cabeza ocupada en algo. Todo lo que había sucedido en los últimos días, le había hecho revivir muchos de los malos momentos que sufrió durante años.
Por otro lado, Marizza había comenzado a disfrutar su tiempo a solas para reconectarse con su interior, y también para escribir nuevas canciones. La música siempre fue su refugio, y escribir canciones su terapia; en esas letras, volcaba sus sentimientos y confusiones, para así alivianar su mente (y su corazón).
En el bar había comenzado a tener una relación muy cercana con Benicio, el encargado amigo de Luján. Marizza había descubierto en él una persona muy profunda, con una gran filosofía de vida y mente abierta, lo cual llamaba mucho su atención.
Benicio era un chico de unos 22 años, que se había ido a vivir a Capital Federal hace tres años. Era de Coronel Dorrego, un pueblo de provincia cercano a Bahía Blanca.
Mia por su parte, seguía debatiendo en su cabeza si pedirle a Manuel que se casara con ella era lo correcto. Ella lo amaba y estaba segura de eso, pero una parte de su interior no dejaba de crear excusas estúpidas para no hacerlo: “si nos casamos, seguro que se cansa de mi”. Ella siempre había soñado con tener una gran boda y formar una familia, y en el momento en que conoció a Manuel sintió que era la persona. Su persona.
Más allá de eso, había comenzado a sentir una gran necesidad de involucrarse en el negocio familiar, para diseñar la próxima colección. Quería algo que perdurara en el tiempo, ya que tenía mucho miedo de morir; el tratamiento iba muy bien, aunque cada sesión de quimio la dejaba muy agotada.

Mía se encontraba jugando con Candela en la pileta, aprovechando que hacía mucho calor y el día estaba ideal mientras que Hilda y Sonia tomaban el té. 

- Sonia, ¿sabes a qué hora vuelve mi papá?.- preguntó Mia desde el borde, ya que Franco tendría que haber llegado.
- Ay Miita la verdad que no.- respondió mirando la hora en su reloj.- aunque ya tendría que estar por venir. ¿Te sientes bien?
- Si si, solo necesito hablar con él sobre la empresa.

Voces provenientes de la puerta llamaron la atención de todas, y a los pocos minutos Manuel aparecio en el jardín junto con Marcos y Francisco.

- Ay chicos.- saludó alegremente Sonia al verlos.- ¿Como están? Se quedan a cenar, ¿no es asi?
- Si claro.- respondieron ambos

Mientras Manuel tomaba a Candela en brazos, Mía se dirigió a cambiarse y optó por unos shorts color rosa palo y una remera blanca con una estampa de flamencos. Al bajar a la sala, Franco ya había llegado.

- Papi, ¿podemos hablar?.- Franco asintio y ambos se dirigieron al escritorio. Mia se sento frente a él y comenzo a hablar.- estuve pensando en formar parte de la empresa.
Franco la miró extrañado por un segundo, intentando analizar el repentino interés de su hija por el negocio familiar.- ¿qué sentís que podes aportar vos a la marca?.

- Mi buen gusto, obvio. Me gustaría diseñar la próxima colección.- pidió Mia con entusiasmo, a lo Franco solo la observó con seriedad.
- No se Mia, ¿estás segura? Es mucha responsabilidad. 
- Si sintiera que no puedo hacerlo, no te lo pediría.- dijo Mía en tono ofendido.- ¿tan poco confías en mí?
- Yo confío en vos, hija. Pero me preocupo por tu salud.- dijo tomando suavemente las manos de Mia.- quiero lo mejor para vos.
- Ya lo sé, pero necesito hacerlo. No quiero estar encerrada acá todo el tiempo, quiero tener una vida normal.
- ¿Y con Candela que vas a hacer? Marizza ya no la puede cuidar como antes.
- Marizza tiene horario rotativo,y en el caso de que ella no pueda en algún momento voy a ver como hago.

Franco la observó unos minutos, inseguro de aceptar incluir a su hija como diseñadora de la próxima colección. En su interior algo le decía que no era lo correcto, pero sentía un gran orgullo por la fortaleza que tenía Mía.
La observaba, y no podía creer en que momento había dejado de ser aquella Mía de 14 años para transformarse en esa mujer tan hermosa y fuerte que tenía frente a él. 

- Esta bien, mañana voy a hablar con el equipo de diseño para comentarles tu idea y pactar una primera reunión.- accedió Franco, ganándose un efusivo abrazo por parte de Mia.


En otra parte, Marizza se encontraba limpiando algunas mesas en la cervecería. Curiosamente era una noche bastante tranquila, sin mucha gente; sólo se escuchaban algunas conversaciones mientras sonaba Andrés Calamaro en el fondo.

- ¿Muy tranquilo, no?.- preguntó Marizza a Benicio sentándose en la barra.
- Normal para ser jueves.- respondió con una sonrisa el castaño de rastas.- ya te vas a acostumbrar. ¿Como vas con tus canciones?.
- Avanzando, tengo algunas nuevas para ponerles música.
- ¿Y que tengo que hacer para ganarme el honor de escucharlas?.- preguntó en tono divertido.
Marizza soltó una risa, y en el momento en que iba a responder un grupo de chicos entraron al bar y se dirigieron a una de las mesas del fondo.- voy a atender esa mesa.

Al ver al grupo de chicos, pudo reconocer a uno de los presentes en la mesa. Era Tomás, pero se extrañó al verlo sin Pablo, ya que éste había rechazado su propuesta de verse hoy a la noche porque tenía que salir con Tomás.
Apartó sus pensamientos por un momento y se dispuso a hacer su trabajo.

- Buenas noches.- saludó cordialmente dejando la carta sobre la mesa.
- Marizza, ¿que haces aca?.- pregunto con nerviosismo Tomás al verla.
Ésta lo miró con obviedad señalando la remera con el logo del bar.- trabajo aca.
- Ah mira, que buena onda.- Tomás sonrió nerviosamente y su mirada se dirigió a la puerta.

Pablo había llegado al bar, pero no estaba solo. Lo acompañaba una chica de pelo rubio que Marizza conoció a la perfección: Era su ex secretaria Consuelo.
Ambos habían entrado riendo fuertemente y no notaron la presencia de Marizza, que los miraba con incredulidad.
Pablo al verla empalideció y no supo qué decir. Intento sonreír, pero una mueca extraña se formó en su rostro.

- Marizza, ¿cómo estás?.- saludó alegremente Consuelo.- ¡que linda que estas!
- Gracias Conchu.- sonrió falsamente antes de retirarse y meterse rápidamente en la cocina.
Benicio, que observó la escena atentamente, la siguió.
-¿Todo bien ahí afuera?
- Si.- respondió secamente Marizza mientras volvía a limpiar los vasos limpios.- deja de mirarme así.
- Solamente quiero evitar que espantes algún cliente con tu mal carácter.- dijo en tono tranquilo agarrando los vasos de las manos de Marizza.
Soltó un suspiro.- solamente es mi ex con unos amigos.
- Entonces si solo es tu ex, no veo el motivo de tu mal humor.
- Es una larga historia, Benicio.- Marizza volvió al salón, dirigiéndose a la mesa donde estaban Pablo y Tomás para tomar su pedido.

Una vez que se fue el último cliente, Marizza y Benicio comenzaron a limpiar para dejar todo en orden para el día siguiente. El mal humor de Marizza se había convertido en tristeza al ver como Consuelo y Pablo salían juntos del lugar, y su compañero no pasó por alto el cambio de ánimo.

- Sea lo que sea que haya pasado entre ustedes, no dejes que te siga lastimando.
Marizza sonrió a modo de despedida antes de salir y comenzar a caminar en busca de un taxi para volver a su departamento, cuando a unas pocas cuadras pudo sentir como un auto comenzaba a seguirla. 
Comenzó a acelerar su paso, mientras buscaba rápidamente en su mochila algo que pueda servir de arma en caso de que deba defenderse.
Al momento de cruzar la calle, el auto se interpuso en su camino y bajó el vidrio del acompañante.

-Te llevo y hablamos, ¿queres?.- pidió Pablo, ganándose una mirada de odio por parte de Marizza.

Sempiterno {Pablizza}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora