Capítulo 79

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Dos meses después…

El primer tiempo había marchado bien. Fini aparento ser una bebé tranquila, que no parecía dar mucho trabajo, pero las apariencias engañan; Marizza y Pablo comenzaron a experimentar la responsabilidad y lo que verdaderamente implicaba tener una hija.
Fiebre, llanto incesante a altas horas de la madrugada, cólicos. Todo era un desastre y los dos sentían que en ocasiones se les salía de las manos.
Marizza se había vuelto un poco más irritante de lo normal por la falta de sueño, lo cual generaba mayores discusiones con Pablo por mínimas cosas, que desencadenaban el llanto de Josefina al perturbar su armonía.
Pablo se mantuvo trabajando desde la casa para no dejarla sola, ya que era una responsabilidad compartida, pero no era algo que se pudiera estirar mucho más. Su regreso a la discográfica estaba pisando sus talones y temía que Marizza no pudiera sola; no dudaba de su capacidad, pero sabía que los nervios no siempre le jugaban una buena pasada.
Su casa se había transformado en algo similar a un campo de batalla.
Y como si fuera poco con eso, ella había comenzado a tener problemas con la lactancia. Su bajada de leche había disminuido y no podía alimentarla cuando Fini lo demandaba; su corazón se estrujaba cada vez que la veía llorar por no poder alimentarse de ella y debieron recurrir a la fórmula. Había consultado con especialistas, pero hasta ahora sólo veía escasos resultados… y Pablo no colaboraba con su mal humor. Además de ser una situación estresante, era sumamente angustiante.

-¿La podes callar? .- soltó Pablo con fastidio, cubriendo su cabeza con una almohada.- yo ya fui y no se que quiere.
El reloj marcaba las 03:30 AM y ninguno de los dos había logrado dormir más de una hora. 
- Sos un imbécil.- exclamó, lo suficientemente alto para que él pudiera oírla.- ¿no intentaste darle leche?.
- No quiso.
Marizza frunció el ceño con enfado y salió bruscamente de su habitación. Cada día que pasaba Pablo parecía empecinado en acabar con su paciencia.
- ¿¡Ahora qué hice!?.- gritó luego de que cerrara la puerta con fuerza, pero ella solo lo ignoró.

Soltó un suspiro en un intento por relajarse antes de entrar a la habitación de Fini. Todo era un caos, un enorme e irritante caos que no quería que afectara a su hija.
La pequeña lloraba desde su cuna, removiendose con fastidio. Y cualquiera lo haría en su lugar.
Pablo al parecer luego de cambiarla, le había puesto ropa realmente calurosa y la había cubierto con una manta.
- ¿Qué pasa, Fini? .- preguntó dulcemente.- ¿tenes calor? tu papá es un estupido.- decía mientras cambiaba su ropa por algo más acorde al clima de verano, pero ella continuaba llorando, aunque con menos insistencia.
La tomó entre sus brazos, sentándose en el cómodo sillón junto a la cuna. En sólo cuestión de minutos, Josefina cesó su llanto.
- Perdoname.- murmuró.- vos te mereces otra cosa, no el quilombo que tenemos con tu papá.- la pequeña sonrió, tomando uno de sus dedos que acariciaban su rostro.- todavía nos estamos acostumbrando ¿si? pero te amamos mucho…
- ¿Todo bien? .- la voz de Pablo desde el umbral captó su atención, pero solo lo ignoro mientras intentaba darle de comer.
- Hace un rato no tenía hambre…
- Parece que ahora sí.- respondió. Una sonrisa se formó en su rostro al ver que por fín lo había conseguido.
-¿Pudiste? .- preguntó emocionado, a lo que ella solo asintió.- ¿no me pensas hablar más?
- No tengo ganas de hablar ahora, Pablo.
- Como quieras.- soltó resignado, regresando por donde vino.

Pablo realmente estaba interesado en hacer las cosas bien. Odiaba estar de esa manera con Marizza; no estaban peleados, pero tampoco estaban bien. Era un punto medio que no podía descifrar y cada vez se hacía más difícil. Solo esperaba que fuera algo pasajero.
Por eso esa mañana, había despertado un poco más temprano de lo normal para llevar a cabo su plan y poder hacer las paces antes de la fiesta de bienvenida de Josefina, que sería ese mismo día.
Mia y Lujan se habían esforzado mucho con ayuda de los demás en organizarla, y no tenía sentido que no disfrutaran de ese momento en familia con amigos por una absurda pelea, si podía llamarla así.
Incluso se había tomado el trabajo de comprar sus medialunas favoritas, en un intento por ablandar su corazón.

Sempiterno {Pablizza}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora