Capítulo 21

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Dicen que después de cada lluvia sale el sol pero en la casa Colucci - Rey si bien la lluvia había parado, el cielo continuaba nublado.
Una vez que Mia tuvo el alta, pudo regresar a la casa. Los médicos la encontraron óptima y ella se sentía bien, fisica y animicamente. Todo marchaba bien, hasta que el segundo día en casa tuvieron que volver a llamar a la emergencia por una abundante hemorragia nasal que no le podían frenar.
Las duras situaciones por las que atravesó en los últimos días, habían sembrado en Mia un sentimiento irracional de que su tiempo se estaba agotando; de que podía morir en cualquier momento.
Los médicos le habían permitido quedarse en su casa, ya que pudieron solucionar la hemorragia con rapidez. Todo lo que presentaba Mia eran solo consecuencias de su reciente comienzo con la quimioterapia, que iban a ir disminuyendo con el paso de los días y con ayuda de los medicamentos.
Manuel no se había despegado de su lado en ningún momento y Franco intentaba convencerla de que aceptara ir con una psicóloga, quizás así podría calmar esos pensamientos que tanto la atormentaban en su cabeza.

Hilda le había preparado un té de manzanilla, que había dejado enfriarse sobre su mesa de luz junto con las galletitas de limón que tanto le gustaban. No tenía apetito para nada, sólo quería dormir y apagar su cabeza.
La soledad de la habitación la deprimia, pero no quería que nadie la viera de esa manera; no quería que nadie la viera tan débil y triste. Odiaba la idea de que sintieran lástima por ella.

Mía estaba tan sumergida en sus pensamientos, que no noto el momento en que alguien entró a la habitación hasta que una parte de su colchón se hundió y sintió una mano acariciar suavemente su pelo rubio.

-¿Qué haces acá?.- preguntó sin voltear 
- Queríamos saber como estabas.- respondió Marizza con tono dulce.
Mía se incorporó en la cama y les regalo una media sonrisa a sus amigos.- voy a estar bien, creo. Al menos intento pensar eso. 
-Vas a estar bien, sos una mina fuerte.- alentó Pablo abrazándola por los hombros
Mia sonrió devolviéndole el abrazo sumando a Marizza.- que olor a frito que tenés.- dijo con una mueca de desagrado.
- ¿Te gusta? Es mi nuevo perfume.- respondió con tono divertido
- Sos una ordinaria.- Mia le tiró un almohadón
- Me hubiese cambiado pero Pablo no quiso llevarme a mi departamento.
- ¿Vinieron juntos?.- preguntó extrañada elevando la ceja izquierda.
- Si, la pase a buscar por la cervecería.- respondió Pablo abrazando a Marizza por la cintura y plantando un beso en su frente.

Mia los miro boquiabierta ante esa demostración y no pudo más que soltar un grito de emoción.

- Por favor diganme que volvieron

Ambos asintieron y no pudo más que abrazarlos efusivamente.- me encanta, me alegro mucho por ustedes. De verdad.- por su rostro habían comenzado a caer pequeñas lágrimas que secó rápidamente con su mano.

- No vinimos acá con la idea de hacerte llorar.- Marizza golpeó amistosamente su hombro
- Cuando se casen quiero ser la madrina.- Mia sonrió con entusiasmo pero esa sonrisa se desvaneció al recordar su realidad.- aunque si yo ya no estoy puedo ceder mi lugar a Luján.
- ¿Podes dejar de hablar boludeces?.- dijo Marizza con exasperación. Le angustiaba la idea de que Mia ya no estuviera.
 
- ¿De que me perdi?.- Manuel entró con una gran bandeja con comida, snacks y bebidas que colocó sobre la cama y se sentó junto a sus amigos.
- Marizza y Pablo volvieron y yo voy a ser su madrina cuando se casen.

Todos rieron y por primera vez desde que había vuelto, Mia estaba de buen humor y con ganas de reir. 
A pesar de seguir un poco débil su sonrisa era genuina y todos podían notarlo, sobretodo Manuel. Cada vez que la veía llorar él también lloraba con ella, al igual que cada vez que la veía sonreír le era inevitable hacerlo también.
Hace un tiempo había comenzado a armar un video documental con fotos de la gira y todo el material que había grabado con su cámara a lo largo del viaje. Desde un principio lo pensó como un lindo recuerdo para él y los demás, pero hace unos días se le había ocurrido la idea de proyectarlo en su fiesta de compromiso como una sorpresa para todos, además de que sería lindo compartir de alguna manera todo lo que habían vivido con sus amigos y familia.

- ¿Que dicen de que Erreway vuelva a tocar?.- propuso mirando a todos expectante
- ¿De qué hablas?.- preguntó Pablo con evidente confusión
- Habíamos quedado en parar para que Mia haga el tratamiento.- dijo Marizza mirando a Manuel con incredulidad y enojo.
- Si lose, pero se me ocurrió que tal vez erreway puede hacer un show acústico en la fiesta de nuestro compromiso. ¿Que dicen?.- propuso con una sonrisa llena de entusiasmo.

Los tres miembros restantes se miraron entre sí, como si pusieron tomar una decisión telepáticamente.

- Por mi si, me encanta la idea.- Pablo fue el primero en romper el silencio
- Yo también me sumo.- acepto Marizza con una sonrisa.

Los tres observaron a Mia, quien tenía una expresión de inseguridad en su rostro aunque por dentro se moría de ganas de hacerlo.

- Si obvio, me encanta. Pero tenemos que ensayar, hace tiempo ya que no hacemos nada.- los cuatro se unieron en un fuerte abrazo lleno de emoción, hasta que Pablo se separó.
- Eso se puede solucionar.- dijo mientras tomaba la guitarra de Manuel y comenzaba a tocar los acordes de Bandera Blanca

Vivir es resistir tu propia cruz
restartela en un rayo de luz
el mundo se me derrumbo
pido bandera blanca al corazón

Estoy en plena revolución y 
en esa lucha sólo pierdo yo

Bandera blanca al corazón
el mundo está partido en dos
Bandera blanca al corazón
donde te quedaste vos

A veces algún golpe hace tan bien,
saber que hay otros que no ven
poné la mano abrí la palma
dejar mi ombligo y mirar tu alma

Estoy en plena revolución y
en esa lucha sólo pierdo yo

Bandera blanca al corazón
Ponele el pecho a la emoción
Bandera blanca al corazón
volví a sentir y gane yo

Bandera blanca al corazón
Ponele el pecho a la emoción
Bandera blanca al corazón
volví a sentir y gane yo

Un extraño silencio se formó en la habitación al finalizar la canción. Los cuatro se miraron con una extraña expresión en su rostro, llena de nostalgia y alegría, cuando Mía comenzó a llorar dejando a todos de hielo, incluso a Manuel.
Lloró con ganas, sacando toda la tristeza que le oprimia el pecho con un gran nudo de desazón en su garganta. 
Lloró intentando olvidar su presente, y anhelando un futuro.
Lloró dando gracias por sus amigos, que se habían convertido en su familia. 
Pasará lo que pasará, sabía que ya no estaba sola.

Sempiterno {Pablizza}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora