Capítulo 68

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Habían pasado dos días desde que su convivencia comenzó y ambos debían adaptarse al otro para que no ocurriera un desastre.
Si, era difícil y un poco complicado, pero ponían mucho esmero para que todo funcionara. Era la primera vez que estaban solos; sin madres, ni empleadas rondando, sólo eran ellos dos.
Si bien Marizza había tenido una corta experiencia viviendo sola, Pablo por el contrario no, lo cual generaba ciertas discusiones por su desorden sumado a su costumbre de depender de una doméstica.
Y sólo habían pasado dos días…

- Yo no pienso ser tu empleada.- gritó Marizza, tirandole una de sus camisas que estaban en el cesto de la ropa sucia.
- Pero si yo no te dije nada.- protestó a la defensiva, esquivando hábilmente la prenda.- solamente te pregunte si lo sabías usar.
- Agarra el manual y leelo, mi amor.- exclamó con una sonrisa fingida, saliendo del cuarto de lavado.
- Es insoportable.- murmuró para sí mismo, tomando el pequeño libro para leerlo.
- ¡Te escuché!

Si alguien le hubiera dicho que la convivencia con Marizza sería así, probablemente lo hubiera pensado un poco más. Últimamente estaba más irritable que de lo usual, aunque sabía que era una consecuencia más de las hormonas.
Así como tenían sus clásicas discusiones, también había que destacar los buenos momentos, como cuando intentaron cocinar juntos la primera noche y terminaron pidiendo pizza ya que su pasta no había funcionado.
Los dos estaban dispuestos y con ganas de crecer juntos, de aprender, de amoldar su vida al otro para poder ser la familia que ese bebé en camino se merecía; por más que peleaban, su amor siempre sería más fuerte.
Una vez que logró descifrar el funcionamiento del electrodoméstico y colocara la ropa junto al jabón, se dirigió escaleras arriba en busca de Marizza. Ese día tenían turno para una ecografía y no debían llegar tarde.

-¿Que querés?.- preguntó Marizza desde la cama al sentir su presencia, sin despegar sus ojos de la cuerdas de su guitarra.
- Tenemos que irnos.- recordó.
Ella simplemente asintió, volviendo su concentración a su guitarra. Odiaba discutir por estupideces e intentaba serenarse antes de volver a hablar.
Pablo soltó un suspiro exasperado.- ¿por qué te tenés que enojar por todo? ¡Encima ni siquiera me contestas!
Dejó su guitarra y suspiro.- Basta, Pablo. No tengo ganas de pelear.
Suavizo su expresión, acercándose a ella.- ¿Estas bien?.- preguntó acariciando su mejilla, a lo que ella asintió con una leve sonrisa. 
- Si, sólo que… no quiero pelear, no quiero arruinar el momento. La última vez que fuimos juntos a una ecografía también peleamos y quiero que sea diferente.
- Esta bien, entiendo.- sonrió comprensivo.- si te deja más tranquila, creo que ya se como se usa el lavarropas. 
Marizza soltó una risa suave.- odio que seas tan… Bustamante.
- Pero así y todo, este Bustamante te encanta.- exclamó con tono seductor.

Mordió su labio inferior, intentando contener su sonrisa y cruzó sus brazos por su cuello para capturar sus labios con dulzura.
Aprovechando el momento, Pablo la tomó por la cintura acercandola más hacia el con intenciones de intensificar el beso.

-Nos tenemos que ir o vamos a llegar tarde.- recordó divertida cortando con el beso y dejándolo desilusionado. 
- Está bien, vamos.



Las veces que habían ido juntos a las consultas médicas, Pablo se había sentido algo intimidado ante las miradas de todas aquellas mujeres que estaban en la misma situación, ya que por lo general no había muchos hombres en el piso de ginecología y obstetricia, a excepción de los médicos. Era como si estuviera de visita en un universo ajeno para él, lo cuál Marizza no pasó por alto.
Era divertido verlo observar con curiosidad los posters informativos que adornaban las paredes.

-¿Tenés algún presentimiento?.- preguntó en un susurró en su oído.
- No se, creo que puede ser nena.- confesó con una sonrisa.- ¿vos que decis?.
- Yo prefiero un nene.- dijo pensativo.- si es nena no puede jugar al fútbol ni…
- Mejor no sigas hablando si no querés que te deje por machista.- amenazó frunciendo el ceño.- que sea mujer no significa que no pueda hacer un deporte.
- Pero yo no quise decir…
- No me interesa lo que quisiste decir. Sea lo que sea va a ser una persona libre.- sentenció con firmeza.
Pablo sólo asintió, guardando silencio hasta que fueran llamados por su turno. No había sido su intención lanzar un comentario tan desafortunado, pero quizás no era el momento para aclararlo; él más que nadie deseaba que su hija o hijo sea una persona libre, capaz de tomar decisiones y elegir. No quería cometer los mismos errores que su padre con él. 

Sempiterno {Pablizza}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora