Capítulo 83 - FINAL

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6 meses después…

La resiliencia es la capacidad de hacer frente a las adversidades de la vida, transformar el dolor en fuerza motora para superarse y salir fortalecido de ellas.

Dolor. Sensación difícil, complicada, que muy pocos logran entender en ocasiones. Palabra utilizada con soltura, a veces demasiada.
"Me duele la espalda", "me duele la cabeza", "me duele el estomago"... pero dolores son otra cosa.
Dolor es sentir una opresión en el pecho que no te deja respirar, presa de un ataque de pánico; dolor es la incertidumbre de no saber si vas a volver a ver a tu familia o a tus amigos; dolor es tener sólo un 30% de posibilidades para sobrevivir a una leucemia, sin poder sacar la imagen de tu pequeña hija de tu cabeza; dolor es sentirte abandonado, traicionado, por tu propia sangre; dolor es ver a la persona que amas muriendo en vida, pero no poder hacer nada para que mejore porque nada alcanza, nada es suficiente. Nada va a devolverle la fe y alegría que perdió.
El dolor es ese momento en que ves a tu hija llegar al mundo y que no te permitan estar con ella, ni verla.
Es despertar en medio de la noche con un sobresalto, porque aún sentís en sueños las manos de un extraño tocando tu cuerpo, tratandote como a un pedazo de carne.
Es llorar desconsoladamente, rogando que la angustia se vaya; que la tristeza te abandone y poder volver a ser la misma persona que fuiste en el pasado. Anhelando sacar fuerzas de cualquier parte para poder continuar.
Cuando ni siquiera un abrazo de la persona que amas te reconforta, eso es dolor. Es sentirte incómoda rodeada de tus afectos, culpable por no poder alcanzar expectativas.
El dolor es eso que sentís cuando ves a una persona que amas, sin saber que será la última vez. 

Pero cuando te toca atravesar por todo eso, se redefine la palabra "dolor".
Cuando atravesas por miedos, momentos duros de verdad, te das cuenta qué dolores son otra cosa.
Y que de nada sirve quejarse por un "dolor de espalda", cuando tenes la fortuna de seguir vivo; de seguir habitando este mundo tan hermoso y caótico a la vez, donde abundan personas siniestras que se sienten con el poder de arrebatar la vida de cualquier inocente… pero donde también abundan personas maravillosas que te hacen bien al corazón.

"¿Vale la pena que esté acá? ¿Estoy a la altura de las circunstancias?".
Abrir los ojos, buscar la felicidad en esas pequeñas cosas al alcance de la mano; en los pequeños momentos de armonía con uno mismo.
Abrir los ojos y mirar, con atención, apreciar tu alrededor. Ver la belleza.
Un nuevo nivel de consciencia nace y encontras belleza en todo eso que antes pasaba desapercibido ante tus ojos.
Los árboles, las flores, los paisajes, el cielo, los colores… la naturaleza y sus atardeceres.
Compartir una tarde de risas con amigos, una cena y películas en familia, un momento a solas en tu espacio. Escuchar la risa de tu hija, verla crecer día a día y aprender cosas nuevas, los besos y caricias de la persona que amas, los abrazos donde te refugias, ver a tu equipo de fútbol salir campeón.
Las frases, el significado de las palabras, su fuerza, su poder. Todo cobra un nuevo sentido.
Todo vale más. Todo se expande.
Todo se transforma.
"Estar a la altura"; si el universo te mantuvo, sólo resta aferrarse a la vida y disfrutarla, vivirla al máximo cada minuto, cada segundo… porque sólo hay una y merece ser vivida intensamente. 

Si, la vida es dura y golpea con fuerza. Con tanta fuerza, que a veces no podes salir de tu cama, pero todo pasa.
Tarde o temprano, todo pasa. Y llega el alivio.
Llega la armonía luego del caos.
Un día despertas y en la ventana donde sólo había tormenta, ahora hay un arcoiris.
El dolor desapareció, se fue; se esfumó dejando restos en tu memoria para que nunca lo olvides, para que siempre lo tengas presente y te mantengas fuerte. Consciente.
Un recordatorio de que siempre habrá malos tiempos, pero eso no debe permitir que bajemos los brazos. De que siempre se puede luchar por salir adelante aunque haya momentos que te hacen sentir a la deriva.
En muchas ocasiones, el dolor no se va. Son dolores tan fuertes, que calan hondo en tu alma, y simplemente aprendemos a convivir con él.
Aprendemos a convivir con las ausencias que tanto lastiman, con los recuerdos que siguen latentes en la memoria; latentes en el corazón.
Una persona resiliente comprende que es el arquitecto de su propia alegría, y de su propio destino.

Sempiterno {Pablizza}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora