Capítulo 72

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¿Cuál era el límite de la tolerancia en una pareja? ¿Realmente valía la pena tirar una familia a la basura por un estúpido puesto?.
Quizás fue el momento en que la vio levantarse apresurada para tomar una valija, o quizás cuando la vio llorar frente a él exigiéndole una respuesta que se sentía incapaz de dar.
El se negaba a dejar sus sueños de lado pero… ¿A qué costo?.
Un agujero se abrió en su pecho al escuchar esa pregunta salir de los labios de la mujer de su vida; él jamás había dejado de amarla… ni un sólo día. No se imaginaba una vida sin ver aquella sonrisa que le transmitía tanta paz, tanto amor.
Ella siempre había estado a su lado, en los malos y buenos momentos, juntos o separados; ella siempre había sido la única.
Esa escena ocurrió muy rápido ante sus ojos. Al no obtener respuesta, Marizza la dio por sentada, comenzando a guardar algunas de cosas para irse a casa de su madre.
Él no podía permitirlo. No podía permitirse perderla de nuevo.
Si la dejaba ir, no iba a perdonarse jamás y, como una ráfaga, llegó a su mente un recuerdo de cuando era un niño de tan solo nueve años; sus padres habían tenido una fuerte pelea por un motivo que no lograba recordar, al punto de que su madre guardó sus cosas y las de él en una valija para pasar la noche en un lujoso hotel de la ciudad.
Esa noche, se transformó en una semana. Su padre jamás llamó ni insistió a su madre que volviera y, si ella había decidido regresar, fue sólo porque él no dejaba de preguntar por su padre.
Sintió asco al ver representada aquella escena nuevamente, aunque en su interior sabía que no lo era. Él jamás sería la misma porquería que fue Sergio.
Como una bala, se apresuró a llegar a la puerta de la habitación, impidiendole el paso.

- No te vayas, por favor.- pidió con voz impostada.- te amo y nunca dejaría de hacerlo, Marizza.
Ella lo miró sumamente dolida, con sus ojos cafés algo hinchados debido al llanto, intentando descifrar el por qué
-Entonces explícame.- repitió con su voz apagada.- por que te juro que no lo entiendo.
- No es tu culpa… jamás sería tu culpa. Soy yo, siempre fui yo.- comenzó a hablar apresurado.- no sé manejar la situación y en el laburo me presionan demasiado. Todo se está yendo a la mierda y me desespera.
Jamás tendría que haber permitido que eso interfiera en nuestra relación pero se me fue de las manos y… no se como paso.
Marizza simplemente lo observaba guardando silencio, esperando a que continuara su relato sin perder la seriedad.
-Perdóname, mi amor. Yo de verdad que quiero esto, quiero nuestra familia y estar con vos hasta el último de mis días… te amo como jamás ame a nadie, Marizza. No quiero que dudes nunca de lo que siento por vos.
- Pero…- musito, sabía que su discurso aún no terminaba.
- Pero no quiero renunciar a mis sueños. Esto es todo lo que siempre soñé y lo sabes… no se si vuelva a tener una oportunidad como esta. Quiero dar lo mejor de mí.
- ¿Aunque lo nuestro se arruine?.

Pablo guardó silencio, pensando un momento en esa pregunta sin despegar su mirada de la suya.
Si esa oportunidad acabaría con su relación, claro que no la quería. No tenía sentido alcanzar su meta si ella no estaba a su lado para acompañarlo.

-Nunca me lo perdonaría.- exclamó.

Una triste sonrisa se formó en el rostro de Marizza y se acercó lo suficiente como para poder acariciar su mejilla. Sabía que no mentía en sus palabras, pero aún había algo que no podía dejar de dar vueltas en su cabeza.

-Voy a renunciar.- soltó sin pensar.
- No podes renunciar, Pablo. Vamos a tener un bebé y necesitamos mantenerlo.
- Si el festival se suspende de igual manera me van a despedir.- murmuró. 
Al oír aquello, quito rápidamente su mano de su mejilla.- ¿Que?.
- La banda principal canceló porque uno tuvo un accidente y todavía no encontramos alguien digno para su reemplazo. Tomas contacto a alguien pero no es nada seguro.

Se sentía incapaz de mirarla a los ojos, ya que ese había sido uno de los motivos por los que la evitaba. No quería preocuparla, ya que contaban con el dinero para vivir cómodamente un tiempo y tenía la certeza de que a su hija no le faltaría nada.

Sempiterno {Pablizza}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora