Capítulo 60

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Frunció el ceño sin abrir sus ojos, con la incomodidad reflejada en su rostro. Si bien el asiento era reclinable, el dolor de cintura la estaba matando, aunque era comprensible después de estar casi 24 hs sentada en aquel bus con destino a El Bolsón. 
Si, hace algún tiempo Martín había decidido dejar atrás la ciudad de Bariloche para mudarse a la pequeña, pero no menos hermosa, ciudad de El Bolsón; destino usualmente elegido por personas en busca de paz y tranquilidad, además de su pequeña pero no invisible, población artesana que daba una cultura distintiva a nivel nacional en conjunto con los amantes de la naturaleza y la vida, que parecía crecer un poco más cada año.
Abrió sus ojos poco a poco, quedando completamente maravillada de aquel paisaje con un gran cielo azul sin nubes acompañado de los cerros en la lejanía.

- Ya estamos por llegar.- anunció Martín al notarla despierta.
- Me duele la espalda.- se quejó, buscando una nueva posición a pesar de las escasas posibilidades.
- Ya estamos por llegar.- repitió, extendiendo una bolsa con caramelos. Los dos compartían la manía (o costumbre) de comer golosinas en los viajes largos, por lo que Martín había llevado un gran stock.- ¿te sentís bien?.
- Si… un poco ansiosa, pero estoy bien.- aseguró con una leve sonrisa.

El autobús poco a poco comenzó a aminorar su velocidad, adentrándose a lo que parecía ser "la terminal" aunque a simple vista sólo era una plaza rodeada de pintorescas tiendas y casitas, con algunas cabinas que parecían ser boleterias. Marizza agradecía interiormente que el día estuviera realmente hermoso, ya que en caso de lluvia no parecía que el lugar tuviera un techo para refugiarse.
Una brisa fresca golpeó su rostro al bajar y sentir el suelo de tierra bajo sus pies, maravillada con la vista del Cerro Piltriquitrón que regalaba aquella ciudad.
Sonrió ampliamente con los rayos de sol iluminando su rostro, sintiéndose segura de que había tomado la decisión correcta.

-¿Lista? .- preguntó Martín con una sonrisa, extendiendo su bolso.
- Si, ¿vamos en un remis?
Él soltó una risa divertida, mientras comenzaba a alejarse con paso tranquilo.- vamos caminando.
- Ah… ¿está muy lejos?.- se apresuró a alcanzar a su padre, aunque su voz sonaba poco convencida.
- No, está un poco más lejos de la plaza.- comentó con tranquilidad.- además así vas a poder conocer un poco.
Marizza asintió.- ¿hace mucho estás acá?.
- Un año y medio.- respondió pensante.- es un poco más tranquilo que Bariloche, sobretodo en temporada alta.
- ¿Y qué es lo que haces acá? .- volvió a preguntar, observando detenidamente todo a su alrededor.
- Trabajo en un hostel cercano y a veces estoy en la feria de artesanos. Una… conocida tiene… un puesto de productos orgánicos y artesanales.- comentó bajo la mirada curiosa de Marizza.- antes también solía ser guía en excursiones. Conocí muchos lugares interesantes.
- ¿Una conocida? .- repitió sus palabras en tono divertido.
- Bueno… una amiga especial.
- Ay qué horror.- exclamó soltando una risa.- ¿tan difícil es decir novia?.
- Es que no es mi novia, solamente salimos de vez en cuando y…
- Tienen una relación no formal.- concluyó emocionada.- está perfecto, es algo normal. Me encanta.
- No cambias más, eh.

Sin darse cuenta, habían llegado a un pequeño pasaje de casas containers rodeado de árboles, a pocos metros de la zona más urbana y al pie del Cerro Amigo.
La mayoría de las casas aledañas parecían estar vacías, pero no perdían su encanto.

-¿Vivís acá? .- preguntó sin salir del asombro, maravillada con ese lugar.

Había oído hablar de ese tipo de casas alguna vez, pero nunca había tenido la oportunidad de ver ninguna y muchos menos vivir; tenían su fama por ser una posibilidad mucho más económica a una construcción tradicional, contando con todos los recursos esenciales para el confort del habitante, además de ser una opción sustentable y amigable con el medioambiente.

-En su momento era algo provisorio, pero me fui acostumbrando y la verdad no creo irme.- dijo con seguridad mientras sacaba las llaves de su bolso.- la gente usualmente suele alquilarlas en temporada alta como una opción económica y novedosa.
La casa contaba con una pequeña escalera, ya que estaba algo elevada del suelo, con una fachada en color azul marino y en su interior, las paredes eran de un suave color durazno. Gran cantidad de fotografías adornaban sus paredes, en conjunto con adornos de apariencia artesanal y alguna que otra planta de interior.
Marizza recorrió el espacio, sin salir de su sorpresa; era todo tan hermoso que por un momento deseó quedarse allí para siempre.
El lugar contaba con una cocina, baño, dos habitaciones y un pequeño pero cómodo living - comedor.
- Podes acomodarte donde quieras, yo tengo que hacer un par de cosas y vuelvo enseguida.- anunció, besando su frente antes de salir rápidamente del lugar.

Sempiterno {Pablizza}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora