Capítulo 61

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Había pasado ya una semana desde que Marizza había decidido viajar al sur, y de los siete días que pasaron, sólo pudo hablar con ella cuatro. 
No podía negar que se frustraba cuando no respondía, o cuando respondía de forma brusca y cortante; no podía negar que le dolía sentirla distante.
Intentaba respetar su espacio, ya que comprendía que se había ido en busca de "bienestar emocional y espacio", aunque a veces dudaba que no tuviera alguna razón oculta.
Por eso, después de mucho pensar, había decidido hablar con la única persona que había hablado con ella antes de irse: Pilar.
Soltó un suspiro, mientras sacaba del bolsillo de su campera un pequeño atado de cigarrillos y colocaba uno entre sus labios.
Si, había comenzado a fumar ya que era lo único que calmaba sus nervios de tanto estrés por el trabajo, su padre, Marizza y su hijo.
Su padre. El gran culpable de todos los males que acontecieron en su vida el último tiempo; sólo faltaban algunos días para que se diera a conocer el fallo del juez, y su tan esperada sentencia.
Cerró sus ojos, soltando el humo por su boca como si con el también se fueran sus problemas. Nadie dijo que la vida sería fácil, pero tampoco pensó que sería tan dura.

-¿Vamos?.- dijo Tomás saliendo del edificio de la productora, con los papeles que había olvidado un momento atrás.
Pablo asintió, siguiendo a su amigo hasta su auto.
-Tira eso antes de subir que después se llena de olor.- se quejó señalando el cigarrillo que su amigo sostenía entre sus dedos.- a Pilar no le gusta y después no se sale con nada.
A regañadientes, lo tiro al suelo aplastandolo antes de subir en el lado del copiloto.
- Mira que no te prometo que te diga nada eh.- advirtió.- Pilar es muy reservada con su trabajo y todavía más con sus amigas.
- Ya me lo dijiste, vos déjame a mi que yo la voy a convencer.- exclamó con convicción. 
- ¡Ojo con lo que haces, eh!.- amenazó con una mirada de soslayo, provocando una risa por parte de Pablo.
- No seas boludo.

Ambos continuaron el trayecto hasta llegar a la casa de estilo frances en la que vivía Tomás junto a Pilar en Barrio Parque, que formaba parte de la herencia de su abuela.
Estacionó su auto dentro del garage, y ambos se dirigieron a la casa por el jardín delantero.
Aquella residencia era verdaderamente imponente; contaba con ocho ambientes, dos cocheras y doble jardín con pileta.

- ¿Nunca pensaste en mudarte?.- exclamó Pablo siguiendo a su amigo hasta el jardín.- tenes un ascensor en la cocina, Tomás.
- Mi abuela no podía subir las escaleras, Pablo.- respondió mientras tomaba dos cervezas de la heladera.- Y la verdad que no, con Pilar estamos cómodos viviendo acá. Es una zona segura y tenemos el espacio suficiente para formar una familia en el futuro.
Pablo bebió de su botella, mientras se dejaba caer en el sofá de exterior.- Marizza no me atiende el teléfono.
- Dale espacio, Pablo. La flaca se fue porque necesitaba algo que acá no encontraba.
- A vos Pilar te comió la cabeza ¿no? Estoy seguro que le dijo algo, ella debe saber… ¿Vos qué harías si ella se fuera de un día para otro?
- No me comió la cabeza.- respondió con voz cansada.- Pilar y Marizza son diferentes…
- Me hace sentir un forro.
- No sos un forro, al contrario. La comprendiste y la dejaste ir.
- Ni siquiera le pude decir las novedades acerca de su disco.- soltó con exasperación.- y era lo que ella siempre quiso.
- Relájate, Pablo. Busca el lado positivo.- intento animar Tomás, palmeando su hombro.

El sonido de unos zapatos comenzó a sentirse desde el jardín y minutos después, una sonriente Pilar se hizo presente en el jardín.

-¿Todo bien?.- dijo a modo de saludo, tomando un sorbo de la botella de Tomás.
- Todo bien… ¿te quedas un toque con Pablo? Tengo que hacer una llamada importante.- pidió Tomás a su novia, que aceptó con gusto.
-¿Cómo está Marizza?.- preguntó una vez que se quedaron a solas.
- Supongo que bien.- respondió con pena.- no me responde el teléfono, y cuando lo hace… es como si no tuviera ganas de hacerlo. Como si lo hiciera por obligación. 
- Ay… pero no te pongas mal, no creo que te quiera evitar. Ella te ama, sólo necesita espacio.
- ¿Porque todos repiten lo mismo?.- soltó elevando su voz.- ¿acaso no tenía espacio acá que se tuvo que ir?.
Pilar soltó un suspiro, tomando una postura más seria.- No Pablo, no lo tenía. Marizza se sentía encerrada en una burbuja… ¿de verdad no te dabas cuenta que estaba sufriendo? Necesitaba alejarse por su bien.
-Si que me daba cuenta… yo hice todo lo posible para ayudarla. ¿Estas segura que no había nada más? ¿Ella no te dijo nada?.
- ¿Te parecen pocos sus motivos? Ponete un poco en su lugar y no seas tan boludo.- soltó, perdiendo la paciencia.- está atravesando por una situación de estrés postraumático y encima, con toda la carga emocional, está embarazada.
Pablo bajó su mirada ante las duras palabras de Pilar, sintiéndose un completo imbécil.
-Créeme que entiendo que también es difícil para vos, pero tenes que entenderla. Ella estaba sufriendo y no le hacía nada bien… incluso podía traer consecuencias para el bebé.
- Soy un imbécil…- soltó, con intenciones de prender un nuevo cigarrillo bajo la mirada de reproche de Pilar.
- No sos un imbécil, es cuestión de tiempo.
- ¿Entonces porque no me llama o simplemente me atiende cuando yo lo hago? Habíamos hecho un trato, prometimos hablar todos los días.
- Hace una semana que se fue, Pablo… todavía se está adaptando a un nuevo lugar, no te hagas la cabeza.

Sempiterno {Pablizza}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora