Capítulo 2.2

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Entrando a la casa, Melsy miró a "Blancanieves", dirigiéndose hacia ella sin muchas vueltas.

—Uhm... ¿Cuál es tu nombre?

—Yo soy Saori, tú eres... Melsy, ¿verdad?—. La rubia se rascó levemente la nuca, sonriendo y asintiendo nerviosa.

Mientras las niñas mantenían una corta conversación, la morena acababa de llegar de compras, guardando la moto en el garaje.

—¡Llegué!—. Adora se asomó a la puerta principal, ayudando a su pareja con las cosas. Acto seguido, se recibieron con un corto y suave beso, olvidando a las adolescentes en el lugar. La morena fue a la cocina, dejó las bolsas y se iba a recostar en el sillón cuando una persona algo conocida se apareció junto a su hija—. Oh, disculpa mi ignorancia. Soy Catra, la madre de Melsy, un gusto querida—. Estrechó la mano a la pelinegra, quien seguía algo perdida.

—Soy Saori...

—Mel, si quieres puedes ayudarla a que se acomode en la habitación de invitados mientras termino de preparar el almuerzo—. Dicho y hecho, las adolescentes subieron escaleras arriba.

Mientras nuestra dulce Bee le mostraba la casa a su nueva amiga, Catra se levantó del sillón, yendo camino a la cocina.

—¿Cómo llegó esa niña aquí?

—Bee la subió al auto y la llevamos al hospital apenas llegué para buscarla.

—¿Al hospital?

—Por familiares—. La morena asintió, observando a su novia cortar las verduras y colocarlas en la ensaladera.

—¿Sabías que Bee la ve como su crush?—. Adora frenó el cuchillo, mirando a Catra a los ojos. La morena levantó sus hombros, tomando un trozo de tomate de la ensaladera y llevándolo a su boca.

—¿Bromeas?—. La moreno negó, para marcharse otra vez hacia su lugar en el sillón, dejando a la rubia petrificada y algo tensa, volviendo a su tarea.

Volviendo a las adolescentes, estaban acomodándose en la habitación de invitados, conversando sobre cosas no muy triviales.

—Entonces, vienes de Nueva York—. La rubia asintió, mirando el techo del cuarto—. Dicen que es muy ruidoso...

—Lo es—. Bee rió levemente, seguida de Saori.

—¿Y ambas son tus mamás?—. Asintió, recordando aquellos días en los que le daba el regalo del día del padre a Catra, completamente ignorante—. No es común ver eso por aquí, las admiro.

—¿Y qué hay de ti?—. Se sentó en la cama, observando a la pelinegra a su lado, quien miraba sus pies colgando.

—Ya lo dije, vivo con mis dos hermanos. Uno acaba de despertar de un coma de dos años y el otro trabaja sin dormir para mantenernos, aún cuando no pudo terminar el secundario—. Melsy comprendió enseguida que no quería hablar sobre el tema, a lo que sólo respondió con un "ah" asintiendo.

—¿Te gustan las películas?

—Me encantan las películas de terror.

—¿Eh? ¿Cómo?

—La adrenalina, no sé.

—Yo suelo meterme en el papel de la protagonista, por lo que sentir lo de una película de terror no me gusta en absoluto—. Negó con una mueca de disgusto, sintiendo los escalofríos. Saori rió, por primera vez desde que la rubia la había conocido, y le pareció un sonido bastante bonito y embelesador.

—¡Chicas! ¡A comer!—. Ambas se retiraron de la habitación, dirigiéndose escaleras abajo. Melsy no pasó por alto el hecho de que la mayor bajaba las escaleras con sumo cuidado detrás de ella.

Llegando a la cocina, se encontraron con Catra colocando los cubiertos y vasos mientras Adora colocaba la comida ya preparada. Las cuatro se sentaron a comer, escuchando al televisor en la sala de fondo.

—¿Qué tal el día, hija?—. Inició Catra, cortando el pollo en su plato.

—Fue algo pesado. Un par de niñas de primero te reconocieron como "Catra, la garra filosa" y fangirlearon arriba mío—. La pareja rió levemente, mientras la pequeña rubia manejaba sus muecas de asco al repetir esa escena mentalmente—. Y estaba este chico... ¿Jason? ¿Jaden? Es un patán.

—Es mayor, ¿cierto?—respondió Adora con un aire juguetón en sus palabras, queriendo molestar a la menor.

—Sí, es de tercer año. Lo vi hablando con las más chicas y juro que por poco le vomito encima—. Las tres presentes en la mesa rieron levemente, pero luego Catra habló de manera seria.

—Cuidado con esos idiotas, creen que tienen el mundo a sus pies hasta que llega gente como tú—. Señaló a su hija, mientras la rubia la miraba con atención. Los consejos de la morena siempre solían ser tan ciertos que había aprendido a escucharlos con detalle—. Será mejor que evadas cruzarlo en el pasillo o que mientas sobre alguna pareja. Llamarás su atención y no te dejará ni respirar, créeme—. Melsy asintió, pensando severamente sobre sus próximos movimientos en su colegio.

Terminando la comida, las adolescentes levantaron la mesa mientras Catra lavaba los platos y Adora los secaba. Una vez terminaron, se dirigieron escaleras arriba, dispuestas a seguir con la conversación cortada o a entretenerse con algo. Esta vez, entraron a la habitación de Bee, a lo que la rubia se sonrojó un poco.

Saori se sorprendió. Comenzó a comparar las primeras impresiones de la rubia con su habitación, notando la desconcertante diferencia.

—¿Sabes? Creí que tu cuarto sería más... gótico.

—¿En qué sentido?

—No lo sé... Una guitarra en una pared negra... ¿calaveras? No estoy segura—. Observó las paredes lilas, las luces blancas sobre el respaldo de la cama, el tul rosado sobre esta y las sábanas blancas.

—Pues, te he dicho. Odio el terror. Por más que me guste usar el negro, no creo que podría dormir en una habitación con calaveras.

—Adivino. Odias Halloween—. La rubia rió, tomando espacio en su cama y gritando "Bingo" con aires sarcásticos. A los minutos de silencio, pudo notar la incomodidad de la pelinegra, a lo que recurrió al más frecuente requisito.

—¿Quieres jugar videojuegos?

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—¿Se puede entrar?—. Adora golpeó la puerta de la habitación de Bee, sin recibir respuesta. Entró con la bandeja, notando la película andando en el televisor, Melsy embobada y Saori dormida.

—Mamá...—susurró la rubia, apagando la tv.

—Traje para que merienden algo, pero ella está dormida.

—Sí, al parecer era verdad que no podía dormir sola en aquel departamento—. Adora dejó la bandeja sobre el escritorio donde su hija estaba, sentándose en el borde de la cama para hablar con ella.

—¿Es cierto lo que me contó mamá?—. Bee se sonrojó, mirando la pared y asintiendo—. Sabes que no tengo ningún problema. Sólo no te apures y piensa lo que haces, ¿ok?—. Miró a su madre sorprendida, viendo que se levantaba y salía de la habitación sin decir nada más.

Negó con su cabeza, colocando sus audífonos en su laptop y sacando su tableta gráfica para comenzar el dibujo del día.

(¿Hate?) Love [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora