Capítulo 4.1

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—¿Hola?—. La morena estaba en el garaje, chequeando el motor del auto e su novia cuando recibió una llamada de parte de Huntara.

Catra, que bueno que te encuentro... ¿Recuerdas que te pedí venir a Londres?—. Soltó un sonido de afirmación en respuesta—. Pues... Alguien vino a verte, específicamente. No creo que quieras verla, nunca quisiste verla, pero está aquí.

—No estás bromeando, ¿verdad?

¡Cómo piensas que bromearía con algo así! Ella está aquí, Catra—. La morena se llevó una de las manos a su frente, apresando su entrecejo entre sus dedos anulares, suspirando.

—¿Puedes hacer algo para que no se le permita entrar al club? Por favor. Lo que menos necesito ahora son problemas.

Sí, puedo prohibirle la entrada, pero habrá que tener mucho cuidado. No sé qué tan obsesionada está contigo.

—Como sea. Si tengo que quedarme encerrada en el club día y noche para no verle la cara, que así sea, Huntara. Si me quieres allí peleando, no la quiero dentro del club.

Bien, haré lo que pueda.

—Gracias—. Dicho esto, cortó la llamada, pateando la caja de herramientas lejos de sí en señal frustración. ¿Cómo supo que ella iba a volver? ¿No estaba en Nueva York?

—¿Amor? ¿Quieres comer o tomar algo?—. Adora ingresó al garaje, observando a su pareja pelear con el aceite del motor. Rió, pero casi tropieza con las herramientas esparcidas en el suelo, lo que la frenó de seguir adelante.

—Oh, espera, iré yo—. Catra se asomó hacia la puerta, esquivando las herramientas del suelo. Llegó hacia donde Adora estaba y le plantó un breve beso en los labios sin tocarla, debido a sus manos bañadas en aceite, a lo que Adora rió de manera tierna. Tomó las mejillas de su pareja y plantó otro beso en sus labios, recibiendo de alguna manera las emociones de la morena.

—¿Qué sucede?

—¿Por qué lo dices?—. Catra se hizo la desentendida. No quería decirle a su novia sobre lo que la esperaba en Londres, no quería preocuparla más de lo debido.

—Amor, te conozco. ¿Me dirás?—. Suspiró. No volvería a las mentiras, la habían pasado muy mal por culpa de ellas y no quería perder lo que ya tenía.

—Prometo decirte cuando sea necesario, ¿estamos? No quiero que te preocupes de más—. Hizo amague de tomar las manos de su novia, pero freno recordando que las tenía llenas de aceite—. Maldita sea, esto es peor que tener esposas—. Adora rió ante el estruje de Catra de no poder tocarla, sabiendo lo que se sentía. Tomó las manos de Catra, entrelazando sus dedos con ella y dejando un beso en su mejilla.

—Sólo es aceite, se lava. Pero el rostro no—. La morena soltó una pequeña risa, disfrutando aquel pequeño gesto de parte de la rubia—. ¿Prometes decirme cuando sepas que lo necesito? No quiero enterarme por terceros...

—Necesito saber que confías en mí, al cien por ciento.

—Te confié a mi hija, ¿es un chiste?—. La rubia se ofendió, de cierta manera, en que la morena piense que no confiaba en ella.

—Tienes razón. Lo siento, mala mía—. Catra comenzó a golpearse mentalmente por no pensar antes de hablar—. Te diré... pero quiero que sepas que lo eres todo para mí, ¿sí?—. Adora asintió, manteniendo la mirada con aquellos bellos ojos que le recordaban al amanecer—. Eres mi todo, tú y Melsy son las únicas mujeres en mi vida, las amo con todo mi corazón y me suicidaría si las llego a perder.

—¿Catra? Me estás asustando...

—Lix está en Londres.

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Melsy llegó a su casa gracias a su nueva amiga, Nahomi, quien la acompañó en bus hasta el lugar. Resulta que vivían a sólo una cuadra de distancia, lo cual alegró a la rubia. Se despidieron y cada quien siguió su camino.

Bee entró a su casa y se encontró con todas las luces apagadas, lo cual le extrañó. Sacó su celular de la mochila y llamó a su madre, Catra. 

El timbre del teléfono comenzó a sonar desde el garaje, a lo que se asomó a la puerta del mismo, encontrando las luces prendidas y a Catra tirada en pleno suelo con las manos aceitosas.

—¿Mamá? ¿Qué pasó? ¿Dónde está ella?

—No lo sé, creo que se fue—. Se preocupó en gran parte al escuchar lo monótona que había sido esa respuesta.

—¿A dónde?

—No lo sé...—. Melsy, cansada, tomó a su madre de los brazos y la arrastró hasta el sillón. Le ofreció un paño húmedo para que limpie sus manos y prendió las luces de la casa, llamando a su madre por celular.

—¿Mamá?

Hola, hija. Perdón por no haberte ido a buscar. ¿Volviste bien a casa?

—Sí, una amiga me ayudó. ¿Dónde estás?

Salí a buscar un trabajo. Estoy viendo si hay entrevistas por aquí, sino terminaré por hacer servicio a domicilio.

—Mamá estaba tirada en el garaje cuando llegué. ¿Sabes algo?

Sí, hablamos sobre Londres. No sé si irá. Pregúntale, que el vuelo sale mañana y no parece querer irse—. Dicho esto, cortó la llamada, lo que extrañó mucho a la menor. Se acercó a su madre, sentándose a su lado.

—Me odia.

—¿Eh?

—Tu mamá me odia—. Bee sonrió sarcástica. Habían discutido otra vez.

—Mamá no te odia, sólo no está de acuerdo contigo en... lo que sea por lo que hayan discutido esta vez—. Catra abrazó a la pequeña rubia, respirando profundamente para volver en sí misma. ¿Estaba dejando que su hija la console? ¿Qué clase de madre era?

—Gracias pequeña. Iré a darme un baño y a preparar mis cosas para Londres—. La morena dejó un beso en la cabeza de Bee, subiendo escaleras arriba para darse una ducha y preparar sus equipos para los próximos 5 meses.

Melsy se quedó en el sillón, observando el techo, acariciando a su perro, quien había entrado segundos atrás a la sala. ¿Por qué habrán discutido esta vez?

(¿Hate?) Love [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora