Capítulo 7.1

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—¿Por qué tardaste tanto?

—No encontraba el libro y tropecé en el pasillo. Hoy no es mi día—. Nahomi rió levemente ante la respuesta de su amiga, quien rodó los ojos en frustración. Estaba tan cerca de Asher y tan lejos a la vez, sintiendo cómo éste la distanciaba de su persona.

Suspiró y abrió su libro, escuchando las palabras de su profesora.

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—Oh, hola. ¿Está Melsy?—. Nahomi se giró, asintiendo ante la pelinegra y señalando los pupitres de la anteúltima fila.

Saori entró al salón, emanando aires de incomodidad ante la mirada de los estudiantes menores. Se dirigió hacia Melsy, quien parecía intentar entablar una conversación con el azabache, pero no recibía respuesta alguna.

—Hey, rubia. ¿Cómo va todo?

—No sabría decirte...—respondió con la mirada baja, levantándose y dirigiéndose hacia afuera. Saori la siguió a su lado junto a Nahomi, quien caminaba detrás de ellas con la mirada perdida en su celular.

—Escuché de los estudiantes mayores que consiguieron una médica para el colegio—. Bee miró a la pelinegra a los ojos, sonriendo—. ¿Tu mamá no había dado la entrevista para entrar?

—¿Dónde está la enfermería?

Las tres corrieron hacia el otro lado del colegio, llegando a la pequeña sala con objetos médicos. Tocaron la puerta unas tres veces, siendo recibidas por una rubia sonriente y la secretaria del secundario.

—Bueno, ya sabe. Acomódese a su gusto. En un rato le traeremos los papeles de los estudiantes—. La mujer sonrió hacia Adora y se retiró, saludando al grupo de estudiantes que se encontraba allí.

—¡Mamá! Lo conseguiste...—. Madre e hija se fundieron en un profundo pero corto abrazo, siendo observadas por las amigas de la menor.

—Hola, chicas. ¿Todo bien?—. Ambas asintieron sonrientes en respuesta. En secreto, admiraban a aquella mujer por muchos factores.

—Mamá, tengo algo que decirte—. Melsy miró a su madre con aquellos ojos brillosos. Adora supo entender que era algo importante, a lo que asintió, esperando las palabras de su hija—. Chicas, ustedes adelántense. Seguro Zeka nos espera, enseguida iré—. Una vez sus amigas se despidieron y se retiraron, felicitando a la adulta, Bee comenzó a hablar, entorpeciendo sus palabras y cortándolas, hablando de manera incoherente.

—Cariño, tranquilízate. Tienes tiempo, respira y luego me dices.

—¿El muchacho del que hablamos ayer? Su nombre es Asher... Fue mi amigo cuando vivía aquí, antes de que me adoptes...—. Adora sonrió. Su rostro se bañó en ingenua felicidad por su hija. Sabía que habían partes de esos horribles años que no quería olvidar, pero que no decidía hacerlo.

—¿Y? ¿Te dijo algo?

—Sólo lo recordé... Yo... Quise hablarlo con él, pero no me quiere decir nada, no me quiere escuchar... No sé qué hacer—. La mayor se sentó en la silla cercana, quedando más cerca de su hija y mirándola a los ojos.

—Escucha... Tal vez no se siente preparado para que vuelvas a entrar a su vida como si nada... Tal vez necesita tiempo para procesar... Puede que no quiera decirte nada, pero si le dices que lo esperarás, en algún momento podrán volver a ser amigos.

—¿En serio?—. Adora asintió, recibiendo una sonrisa y un abrazo de su pequeña en respuesta. Ambas se despidieron y continuaron con su día, ya volverían a hablar de aquello en casa.

Melsy se dirigía hacia la cafetería a encontrarse con sus amigos. Tenía su mano sobre su estómago, declarando que tenía mucha hambre.

Un golpe contra los casilleros la alteró. Demasiado, admitiría ella. Su miedo había crecido genuinamente desde hace unos días y todavía no descubría el porqué.

—¿Qué tal, bombona?—. Jaden tenía esa sonrisa de galán tatuada en su rostro, o eso pensaba Bee, ya que siempre que hablaba la tenía instalada allí, como si fuera lo único que sabía hacer.

—Hola...—. Para colmo, los pensamientos de la rubia y sus acciones no coordinaban en absoluto. Quería responder de manera sarcástica, como siempre hacía; quería golpearlo para que no vuelva a molestar, pero allí estaba, quieta como una estatua, rogando que su voz no temblara de miedo como sus piernas lo hacían en ese momento.

—Esto es nuevo... ¿Finalmente caíste ante mis encantos?

—Piérdete, Jaden. ¿No te dijo ya que tenía novia?—. Melsy sintió el aire volver a ingresar a su organismo en el momento en que Nahomi lo quitó del camino. El castaño bufó y, acomodando su chaqueta, se retiró del pasillo. La peliceleste sólo rodó los ojos, mirando como caminaba frustrado hacia su salón. Girando en su eje sonriente, estaba por decirle a su amiga que le debía un gran favor y por preguntarle qué hacía que no había hecho nada al respecto, pero al verla hiperventilando en el suelo, supo que algo no andaba bien—. ¿Mel? Hey, ¿te encuentras bien?

—Demasiado... ce-cerca...—. Se veía pálida, más de lo normal. Podría decir que acababa de ver un fantasma por su rostro bañado en terror, pero presenció lo mismo que ella—. Gracias... Nami...

Con su ayuda, se levantó, sintiendo aún sus piernas temblar. No sabía lo que ocurría con su cuerpo tan repentinamente. 

Melsy pasó el recreo junto a sus amigos, siendo refugiada entre las mayores. Pasó el tiempo como si nada hubiera sucedido, pero la peliceleste sabía que aquello no era normal en su amiga.

El segundo bloque dio inicio, enviando a los estudiantes a su salón correspondiente. Nahomi aprovechó la oportunidad.

—Profesor, ¿puedo ir al baño?—. El maestro de química se giró en su eje, observando a su estudiante con una ceja levantada.

—Acaba de terminar el recreo, señorita.

—Oh, disculpe. Es que me acaba de bajar y no quiero andar largando sangre mientras camino...—. Algunas muchachas rieron ante aquella respuesta mientras que los varones la miraron con asco, recibiendo un dedo corazón de respuesta.

—Bien, puede ir.

Salió de su salón con su bolso, dirigiéndose hacia la enfermería. Debía aprovechar que tenía a la madre de su amiga cerca y que, de paso, tenía una excusa para saltar las clases.

—Adelante...

—Hola, señorita Razz.

—Nahomi, ¿todo en orden, querida?

—No, en realidad...

(¿Hate?) Love [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora