Melsy se había quedado dormida en la cama de la enfermería bajo la atenta mirada de Adora, quien no quería despegarse de su lado. No sólo se había asustado la pequeña, sino su madre también al momento de verla en tal estado.
Sabía que a Bee le costaba recordar los momentos de antes del juicio. No recordaba cómo había llegado con Adora o cómo era su casa, lo cual era preocupante en los ojos de la mayor, pero confió en sus estudios de que sólo era una pérdida de memoria transitoria. Los recuerdos cayeron en su cabeza sin advertencia alguna de las consecuencias, sólo necesitó del factor de unas palabras y colapsó en el pasado.
La rubia estaba muy preocupada. La vida de su hija podría cambiar en muchos sentidos luego de aquella situación. Podría entrar en depresión, podría caer en el miedo a alguna clase de personas o a la mayoría de personas en general, podía tener ansiedad social y quién sabe qué otras consecuencias del hijo de perra que se casó con su madre biológica hace tanto tiempo...
No pudo evitar dejar su cabeza colgar en sus manos, tal como había hecho en su casa el día anterior al recibir el mensaje de la acosadora de su pareja. Respiró profundamente, obligándose a sí misma de pensar de manera positiva ante la situación. Su hija estaría bien, es fuerte, podrá seguir adelante. Su novia está bien, sabe lo que hace, confía en ella. Su cabeza merodeaba en aquellas frases, cambiando algunas palabras de vez en cuando, queriendo pensar en lo bueno.
Antes de rendirse a las lágrimas, escuchó la puerta de la enfermería abrirse. Levantó la cabeza de golpe, asustada por lo repentino. La secretaria la miraba con ojos en pena, pidiendo perdón por la brusquedad.
Se dirigieron al pasillo para conversar tranquilamente y no despertar a la menor.
—Señorita Razz, quería avisarle que los directivos estuvieron revisando su currículum y sus estudios—. Adora levantó las cejas, sorprendida. Había creído que hasta que no finalice la entrevista no podría llevar sus papeles a los directivos, pero allí estaba.
—¿Y? ¿Qué opinaron?
—Antes de responder a aquello, quiero que responda a las últimas preguntas de la entrevista. Es sólo para asegurarnos de que se encuentra dispuesta a tratar con los estudiantes de las maneras correctas—. La rubia asintió, sabiendo que debería responderlas de una forma u otra. Pasaron unas cuatro preguntas antes de llegar a la última, la cual la desconcertó un poco—. ¿Está dispuesta a trabajar con niños y jóvenes de 6 y 7 años hasta 17 y 18?—. Adora sintió, pensando en las edades con certeza.
—Traté con varios niños hace unos años. Algunos en las prácticas y otros de manera personal—. La secretaria frunció el ceño—. En cumpleaños o con los amigos de mi hija—. Señaló la puerta de la enfermería, a lo que la mayor asintió y anotó la respuesta, colocando los papeles en el sobre y sonriendo ante la rubia.
—Bien, compartiré el resto del cuestionario con los directivos y mañana le avisaremos los resultados.
—Muchas gracias—. Dicho esto, la secretaria partió por el pasillo donde vino. Adora soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo e ingresó a la sala otra vez, viendo a su hija recostada allí. Tomó asiento junto a ella y acomodó sus cabellos lejos de su rostro.
La campana sonó. El barullo en los pasillos incrementaba con cada segundo y la rubia no se movía de su lugar. Podría hablar con los directivos o con la profesora titular para retirarla y llevarla a casa a descansar, pero no sabía cuánto tiempo le tomaría, y no quería que su hija se despierte y se encuentre sola en aquel pequeño salón con olor a... hospital.
Unos pequeños golpes resonaron en la puerta, a lo que la rubia se levantó de su silla y la abrió, encontrándose con cuatro cabelleras asomadas, todas de distinto color. Sonrió, sabiendo quiénes eran.
—Aún duerme, ¿quieren pasar?—. El primero en ingresar fue el más pequeño. Pálido, pecoso y colorado. Lo siguió Nahomi, a quien conocía por caminar hacia la escuela con su hija. Luego fue su enamorada, saori y, por último, un cabello azabache y ojos miel. Lo dejó ingresar porque lo había distinguido con su hija en su salón, pero no recordaba su mención en las charlas después del colegio de Bee.
—¿Qué le pasó?—preguntó el colorado.
—Tuvo un ataque de pánico. Recordó algo muy feo y el miedo de eso la consumió.
—Es horrible—comentó la peliceleste—. Pasé uno de esos hace un tiempo y sientes que te vas a morir, pero nunca llega—. El de cabello azabache hizo una mueca, demostrando su disgusto por la sensación.
La rubia mayor pudo observar la intensidad de los que habían estado callados desde que ingresaron. Saori observaba a Bee preocupada, pero de una manera intensa, y el azabache también. La miraba, analizándola. Adora pudo comparar su mirada a la que Catra solía enviar a las nuevas personas que conocía, como si quisiera leer sus movimientos o sus expresiones para saber si confiar en ella o no.
<<Otra vez pensando en ella...>>. La rubia sonrió risueña, transformando aquello en una pequeña mueca de dolor. Extrañaba a su pareja, más de lo que podría imaginar, y sólo habían pasado dos días desde su partida a Londres.
—Si quiere, podemos quedarnos aquí con ella y uno de nosotros la puede guiar hacia dirección para firmar que la retira temprano—. La rubia analizó a los adolescentes frente a ella. Había escuchado muchas cosas buenas de ellos. El más pequeño era tímido y tierno, Nahomi era desinteresada y sarcástica, pero era honesta y simpática; y conocía a Saori por la noche que había pasado en su casa. Pero... ¿Y el muchacho? Era compañero de banco de su hija y no lo había mencionado ni una vez.
—Les agradecería mucho...—Nahomi le hizo señas al azabache y salieron de la enfermería, dirigiendo a la mayor por los pasillos mientras la japonesa y el pecoso se quedaban con su hija. Caminando detrás de ellos, podía escuchar las palabras de la peliceleste. Si bien parecía que conversaban, el más alto no emitía palabra alguna.
—Es la primera vez que te escucho decir alguna palabra. ¿Tienes mutismo selectivo?—. Él negó—. ¿Hablabas con Mel los primeros días? ¿Soy yo el problema?—. Negó otra vez—. Tienes una voz muy profunda, me sorprendiste cuando le hablaste. ¿Notaste que se sentía mal?—. Asintió, bajando la mirada hacia sus pies. Nahomi se rindió, pensando en lo difícil que era sacarle letras a aquel solitario muchacho.
Llegaron a la oficina y se despidieron de Adora, volviendo su camino hacia la enfermería para acompañar a su amiga.
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(¿Hate?) Love [Catradora]
FanfictionAdora, Catra y Melsy viven juntas como una familia ♥ Melsy comienza a llevar por delante los problemas de una adolescente, mientras que Catra y Adora se esfuerzan por establecerse de manera fija en Virginia, la ciudad donde la rubia se crió desde pe...