Capítulo 10.1

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Catra abrió sus ojos, observando el lugar en el que se encontraba.

—¿Dónde estoy?—. No oía su entorno con claridad y su vista estaba algo nublada, causado por la anestesia que le habían colocado. Pudo ver una cabellera rubia sobre ella, la cual corrió hacia la puerta. ¿Una habitación blanca? Estaba en un hospital.

—¡Mamá! ¡Mamá despertó!

<<¿Mamá? ¡¿Bee?!>>

Catra abrió sus ojos en grande, aclarando su vista. Definitivamente se encontraba en un hospital. Quiso sentarse pero un punzante dolor se presentó en la parte izquierda de su torso, a lo que se quejó para volver a recostarse en la camilla.

—¿Catra?—. Una alterada Adora ingresó a la habitación, observando la camilla con ojos emocionados.

—Hey, Adora—. La morena sonrió, contagiando a los presentes en la habitación.

—Hola, amor...—se acercó, plantando un beso repleto de amor en los labios de Catra. Acarició sus mechones de cabello, quitándole la molestia de su rostro. Habían algunas lágrimas, pero eran de felicidad. Se alejó luego de unos segundos, permitiendo a la menor acercarse.

—¡Mamá!—. La abrazó por el cuello, cuidando de no lanzar su peso muerto sobre ella—. ¡Estuviste increíble en el ring! ¡Ganaste!—. La morena rió, desordenando el cabello de ojiverde. 

—Fue gracias a su apoyo que gané, cariño. Al tuyo y al de tu mamá—. Compartió sonrisas con su novia a lo lejos, manteniendo su brazo sobre la menor—. ¿Qué hacen en Londres? ¿Y la escuela?

—¿Pensaste que seguiríamos con nuestras vidas como si nada luego de verte caer inconsciente en pleno ring?—soltó Adora, llamando la atención de todos los presentes en la habitación. Notó la rudeza de sus palabras al decirlo sin pensar, se avergonzó—. Lo siento...

—Tienes razón, yo habría hecho lo mismo en tu lugar.

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—¿Segura puedes sentarte? ¿No prefieres-?

—Estoy bien, Adora. No moriré por sentarme—respondió Catra, algo irritada. No la malinterpreten, ella amaba ver que su pareja se preocupaba por su salud, pero insistía tanto que se volvía... algo pesado.

Comenzó a ingerir su comida, mirando el programa en la televisión. Estaba en varios canales como mención junto al resumen de su pelea en el ring, a lo que sonreía orgullosa.

Su pequeña dormía, apoyando su cabeza en el regazo de Adora, quien acariciaba su cabello con una pequeña sonrisa.

—Anoche dormimos en tu cama—soltó de repente, levantando la vista hacia la morena—. Yo vine temprano, no pude dormir mucho—sonrió apenada, cerrando sus ojos.

—¿Durmieron cómodas? Mi habitación suele ser un desastre...

—Sí, estuvimos bien—. ¿Por qué la charla era tan tensa? Ambas se habían extrañado demasiado, habían exigido la presencia de la otra por aquellos meses completos, y ahora que estaban en la misma habitación, se sentían algo incómodas—. Siento que estamos muy rígidas... No me gusta—dijo la rubia, encontrando los ojos bicolor de su pareja.

—A mí tampoco, pero no sé qué hacer para cambiarlo—respondió con una pequeña risa escapando de sus labios, tomando otro bocado de su plato.

Interrumpiendo la escena, la albina hizo aparición en su cuarto. Sus muecas decían mucho para Catra, pero Adora no entendía nada en absoluto.

—¿Qué pasó?

—Perdón, pero es que es un lugar público y no creí que iba a encontrar-

—¡¿Catra?!—. La pelinegra ingresó al lugar de un golpe, quitando a Huntara de su camino. La morena quería ser tragada por el suelo en ese momento, pasando vergüenza frente a su familia y equipo—. Dios santo, el susto que me diste.

—Vete de aquí—dijo, enviando odio con la mirada—. No sé cuántas veces te dije que no quería saber de ti. Estoy con mi familia ahora, no seas irrespetuosa—. La pelinegra de ojos bordo quedó estupefacta ante aquellas palabras. Sabía que la morena era fácil de molestar, pero era la primera vez que la veía furiosa en cuanto a alguien o algo. Lo mismo para Adora, se sorprendió de la firmeza de sus palabras, del poder que estas irradiaban, causando que sonría orgullosa.

Lix dio media vuelta, reclamando que volvería para ver cómo se encontraba, a lo que Catra respondió con "por favor, no lo hagas".

La tensión se liberó una vez la joven inglesa se retiró de la habitación. La pareja habló de lo sucedido en aquellos días, aún en susurros por la adolescente dormida.

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—Hola, papá—dijo sonriendo, mirando a través del vidrio. El hombre canoso de ojos rojizos tendió su mano por el pequeño hueco, tomando la de su hija.

—Hola, linda. ¿Cómo va todo?

—De maravilla. Estuve pensando en lo que hablamos el otro día...—soltó la mano del mayor, siendo invadida por el arrepentimiento.

—¿Por qué? ¿Cambiaste de opinión?—preguntó, cambiando su semblante a uno más serio, lo que alertó a la pelinegra.

—No creo que sea correcto. Admitiste las mierdas que hiciste, así que no veo el sentido de que te vengues. Lo que hiciste estuvo muy mal, papá—mantuvo la mirada fija en los ojos del mayor, notando como la furia crecía lentamente en aquellos ojos rojizos que había heredado—. Violaste a una niña...

—Ya te dije que-

—No. No quiero escuchar más excusas—. Levantó la voz, sorprendiendo a la mayoría de los presentes en el horario de visitas—. No lo haré. Tú solito arruinaste su vida al levantarle la mano, así como arruinaste la tuya. Ahora paga las consecuencias y vive con ellas, me cansé de ti—. Golpeó la mesa, irradiando furia alarmante en todos sus gestos. El hombre mayor se sorprendió. Su dulce niña se había convertido en una mujer y no lo había notado, la había perdido por sus acciones.

—Lix, hija-

—No arruinaré una familia feliz, no le arruinaré la vida a mi hermana porque tú lo quieres. Ya hiciste suficiente... Ya fue suficiente—dijo, soltando algunas lágrimas bañadas en rencor. Hizo señas al guardia, declarando que se retiraría del lugar.

—¡Lix! ¡Escúchame, por favor!—. Cerró la puerta detrás de ella, corriendo hacia donde había estacionado su auto. 

Aún con lágrimas en los ojos, condujo hasta el cementerio, ingresando al mismo. Se derrumbó frente a la tumba de su madre, llorando a mares.

—Mamá... Sé que no está bien lo que hiciste... Pero es mejor así...—dijo sonriendo, aunque sus lágrimas no se detuvieron en ningún momento—. Es mejor que ella no sepa quién es su padre, ni cómo sucedió... Ese malnacido está en la cárcel con papá, me aseguré de ello—. Acarició las letras grabadas en la lápida—. No sé si sería buena idea decirle que somos hermanas... Pero quiero hacer algo por ella, algo que ayude, luego de haberme querido interponer entre sus madres...—. Golpeó su cabeza con ambas manos—. Tonta, tonta, tonta...—. Se sentó en el césped, observando el color del atardecer—. Creció en buenas manos... Si tan sólo hubiera sabido, si no hubiera huido cuando moriste...—. Su rostro se llenó en tierra por sus manos sucias, queriendo borrar sus lágrimas—. En verdad lo siento, mamá. Arruiné la vida de tu pequeña... Sé que, a pesar de haberla tenido en horrorosas situaciones, la querías con todo tu corazón... Quisiste tenerla, querías criarla, mantenerla... Ese cabello rubio no es tuyo...—. Sintió como todo su cuerpo temblaba, provocando que sus emociones la invadieran.

Estuvo en ese lugar, en esa posición, llorando por alrededor de una hora, donde decidió volver a su casa a bañarse y buscar aquellos preciados objetos que había heredado.

Melsy los merecía, así hubiera querido su madre.

(¿Hate?) Love [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora