Capítulo 5.2

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Adora salió del baño, dispuesta a cambiarse. Su hija le prometió que prepararía la cena, a lo que decidió dejarlo en sus manos y tomarse una ducha.

Entró a su habitación y comenzó a vestirse con ropa cómoda para dormir. Una vez terminó, su celular comenzó a sonar. Se asomó, extrañada. Las notificaciones de sus redes sociales, las cuales no mantenía al tanto, se encontraban apagadas y no recibía mensajes de sus amigos muy seguido, puesto a que todos estaban concentrados en su trabajo y demás.

Se acercó, viendo un número privado en pantalla. Desbloqueó el celular y notó que sólo era un link de una foto. Levantó una ceja, confundida, y presionó el link, quedando aún más confundida.

Era una foto de un bar. Se veía la barra con las botellas de licor detrás y un hombre atendiendo a la masa de personas de a uno. Pero lo más confuso de aquello, era su pareja. Estaba sentada en una de las banquetas, con un vaso de color azul, según las luces tenues del lugar. Miraba hacia arriba, como si estuviera mirando a los ojos de la persona que tomaba la foto. Era una mirada coqueta, la conocía perfectamente, y su cabello estaba bien corto como el primer año que fue a Londres... Se golpeó mentalmente al ver la esquina inferior izquierda de la imagen, donde se veía la fecha y la hora que fue tomada la foto. 

Comenzó a confundirse mientras más observaba la imagen, pensando en las cosas que su pareja le había dicho del año en Londres. Luego de unos minutos, cayó en la cuenta.

"La conocí en un club nocturno... Sólo había ido con Huntara para despejar mi cabeza un poco más de lo que lo hacía todos lo días en el ring. Ella se encontró con su hermano pasado de alcohol y me dijo que se iría a llevarlo, que luego volvería. En ese lapso de tiempo, Lix se sentó en la banqueta junto a mí y me invitó unos tragos..."

Adora respiró profundamente, bloqueando el número de celular al momento. Esa loca había conseguido su celular y no sabía cómo. Quién sabe qué otras cosas sabrá. No conocía a esa mujer, pero definitivamente sabía que le faltaba un tornillo. Se dirigió escaleras abajo con rapidez, abriendo su laptop y buscando un nuevo chip con un nuevo número para su celular. No podría dormir en paz si aquella extraña mantenía contacto con ella.

Apenas presionó el botón de "comprar" con el mouse, una nueva notificación surgió en su pantalla. Provenía del mismo número privado. No quiso revisarlo, pero la curiosidad la carcomía. Sabía que una vez que abra aquel mensaje, no habría vuelta atrás.

Con sus uñas rascando su cuero cabelludo por el estrés y la desesperación de la situación, desbloqueó la pantalla. Era otro link. Respirando profundamente para tranquilizarse, lo presionó.

El aire abandonó su sistema, así como el color de su rostro. Quiso viajar a Londres en ese mismo instante para traer de vuelta a su pareja, sin importar el dinero o las consecuencias que aquello conlleve.

Aquella imagen era de Catra golpeando una bolsa de boxeo. Su largo cabello se encontraba atado en una alta coleta y llevaba puesto el equipo que habían comprado juntas su último día en Estado Unidos.

Es decir, esa foto fue sacada hace minutos, o inclusive segundos.

Sin pensar dos veces, lanzó el celular contra la pared más cercana. El estruendo sobresaltó a su hija, quien se encontraba en la cocina cortando los vegetales para la ensalada. 

Bee corrió hacia el lavamanos, sumergiendo la reciente cortadura en el dorso de su mano. Su rostro tenía preocupación desbordante. El pequeño alarido de su madre y el estruendo que causó al romper algo que todavía no había identificado eran lo que invadía su mente en ese momento, el dolor de la cortadura era nulo debido a esto. Secó sus manos con el paño de cocina, su cortadura había dejado de sangrar a los segundos, y corrió hacia la sala a revisar a su madre.

Adora se encontraba sentada en el sillón con las rodillas separadas, sus brazos en estas y su cabeza colgando de sus manos, tapando su rostro con sus rubios cabellos. Su laptop se encontraba abierta frente a ella con el comprobante de compra del chip para su celular. Bee buscó con la mirada lo que sea que había causado tal estruendo, encontrando el celular de su madre en la otra punta de la habitación. Se acercó, extrañada, encontrando que la pantalla estaba rota y el aparato no se encendía.

Se acercó hacia su madre, agachándose frente a ella, notando algunas lágrimas en su rostro.

—¿Mamá? Ya, estoy aquí contigo...—. La pequeña se coló entre los brazos de su madre, cruzando los suyos en su nuca, abrazándola. Su cuello se mojó un poco, pero fue lo que menos le importó. Al menos, la mayor había recibido el abrazo y lo había correspondido.

No entendía muy bien lo que pasaba por la cabeza de su madre, pero no la había visto así desde que pasó el primer año con ella, allí en Virginia. No conocía aún a Catra, mucho menos la conocía como su madre. En ese entonces, lo único que sabía de la morena era que era la razón por la que su madre lloraba a las noches junto a ella. Solía escucharla hablar dormida a veces, mencionando su nombre.

Al menos su madre biológica le había enseñado a mantener secretos de chiquita, aclarándole cuáles guardar y cuáles decir y en qué momento. Se sorprendía bastante por entender tan bien aquellas cosas teniendo tan poca edad, pero sabía manejarse con ello.

Su madre supo calmarse y rehabilitarse, pidiendo disculpas a la menor por tal estruendo reciente. Luego de unos minutos donde ambas supieron tranquilizarse, caminaron hacia la cocina, dispuestas a terminar la comida y cenar.



(¿Hate?) Love [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora