Capítulo 8.3

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Catra había madrugado, como todos los días desde que llegó a Londres. Se preparó un pequeño desayuno, se vistió y bajó al club a comenzar a calentar y practicar.

Extrañaba a su familia. Extrañaba ver a su novia en la cocina, esperándola para desayunar junto a la pequeña Bee en la mesa, perdida en la tv o en el celular como solía hacer. Extrañaba las mañanas libres con Adora, donde se recostaban un rato a hablar sobre cosas sin sentido o jugaban con swiftie en el patio... O cuando estudiaban juntas...

Extrañaba ver aquel rubio cabello y esos ojos cielo, sus hombros desnudos al despertar, producto de los hermosos camisones sin mangas que le había regalado en varias ocasiones. Extrañaba su tacto, pero no sólo en un modo sexual. Extrañaba los besos desprevenidos en la mejilla, los abrazos por la espalda, ya sea que ella se los brinde o los reciba. Extrañaba estar en aquella casa. Su habitación, el olor a campo...

Se golpeó la cabeza con el saco de boxeo al notar que sus ojos se humedecían. No era momento para eso. Si tanto extrañaba, debía de esforzarse al máximo, ganar las nacionales y volver lo más pronto a casa.

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—¡Tres! ¡Dos! ¡Uno! ¡Fuera!—. Catra levantó los brazos. Estaba algo adolorida, pero estaba segura de que el dolor de su rival era peor. Al menos, su rostro estaba intacto, lo cual agradecía.

—¡La ganadora es Catra, La Garra Filosa!—. Escuchó la ovación de la multitud, festejando también en su primera pelea de región.

Vio a lo lejos a Huntara, sonriendo y aplaudiendo por ella, a lo que sonrió en grande. Sus mejillas dolían, pero la adrenalina del momento las eliminó por completo.

Festejó junto a los familiares de la albina, quienes eran parte de su equipo en las peleas. Los camarógrafos felicitaron a la morena junto al equipo contrario, a lo que agradeció de manera amable.

Terminando el primer encuentro, se dirigió escaleras arriba a darse una ducha para quitar todo el sudor de su cuerpo. Tranquilizó su cabeza, pensando seriamente en terminar aquellos meses de la manera más rápida posible.

Se cambió por un top deportivo y unos shorts, dirigiéndose al sector de enfermería donde su equipo la esperaba para atender y revisar sus heridas.

Encontró un moretón en su brazo izquierdo y otro en su muslo, producto del primer asalto en que su contrincante la había azotado contra el suelo.

—Tienes suerte, saliste casi ilesa...—dijo Huntara, observando de cerca a su hermano mayor.

—Ojalá sea así todos los encuentros...

—No esperes mucho. Vamos a comer algo, tienes que relajar tu cuerpo...—. Fue a su habitación a colocarse uno de esos enormes buzos que amaba usar y tomó camino hacia el comedor, devorando la comida que se encontraba en la mesa—. ¿Quieres el número ahora? ¿O prefieres terminar de comer?

—No sé para qué me preguntas. Dímelo en dólares, como siempre...

—Son... Casi 1800 dólares—. Catra casi escupe la comida, atragantándose con esta y bebiendo agua desesperadamente.

—¿Cuánto es en números justos?

—1783... Imagínate, si ganas esto en el primer encuentro, cuanto más puedes hacer...—respondió la albina riendo levemente, observando los billetes sobre la mesa.

—¿Descontaste la parte que va para ustedes? Son 350 libras...

—Sí, las desconté. Ese número es tuyo—. La morena se levantó sin decir palabra alguna, buscó su celular en su habitación y volvió donde estaba, bucando por un banco cercano para depositar su dinero y enviárselo a su familia—. No creo que debas salir de aquí, Catra.

—¿Lo dices por la loca esa? ¿No me habías dicho que hace varios días que no aparece?

—Sí, pero no quiero bajar la guardia... Puede hacer cualquier cosa, aún cuando eres mucho más fuerte que ella...

—Bien. Pero no impedirás que vaya. Si quieres, puedes venir conmigo o enviar a tu hermano, aunque claramente no le agrado—. Dio un sorbo al agua de su vaso y siguió investigando en su celular. 

—No necesitarás eso—dijo señalando el buscador en su celular—. Podemos ir al banco internacional y enviar el dinero a tu cuenta.

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—¿Hola?

Hey, Adora. ¿Cómo van las cosas por allí?

—Todo bien. Melsy está mejor. Me estabilicé en mi trabajo y comencé a cobrar. Es un buen número, no es bajo ni alto, es suficiente...—mencionó la rubia observando su laptop—. ¿Qué hay de ti?

Hoy fue el primer encuentro...—mencionó, notablemente emocionada, lo que causó el ceño fruncido de su pareja.

—Me alegra verte ilesa, siendo sincera.

Dijeron que tuve suerte—. Ambas rieron levemente—. Escúchame, me dieron el premio de hoy. Como habíamos acordado, el 20% va hacia mi equipo, la familia de Huntara. Ganamos 1365 libras...

—¡Eso es mucho! ¿Sólo por el primer encuentro?—. Adora parecía emocionada respecto al tema. El mes había pasado rápido y su novia había ganado 1800 dólares en una sola pelea.

Lo sé, yo dije lo mismo—comentó orgullosa. 

La conversación fue larga. Dejaron el dinero de lado y comenzaron a quejarse de los engreídos a su alrededor, así como Lashor con su novia y los profesores del colegio. Tuvieron un buen rato, aún cuando no hablaban sobre cosas importantes. Comentaron algunos sueños extraños que habían tenido, algunas anécdotas de la infancia, aunque ya las habían escuchado, siempre había nuevos detalles que recordar.

Luego de pasar una hora hablando, cortaron la llamada.

Catra calculó la hora, a lo que pensó en hacer algo.

—¡Mamá! ¿No estabas hablando abajo con-?

Sí, pero no digas nada, pequeña—. Bee sonrió, pensando en que su mamá pensaba hacer algo a escondidas de la rubia mayor.

—¿Qué planeas?

Quiero que me digas qué piensas hacer para tus quince, hija—. Aquella pregunta la sorprendió. Si bien era amada por sus madres, no era una niña mimada. Habían cosas que podía obtener y cosas que no, y lo tenía en claro por sus propios medios, pero aún sentía que era raro que sus madres le ofrecieran grandes sorpresas.

—Pensaba en hacer un fin de semana a Nueva York, nada grande... Una juntada con mis amigos del colegio la noche anterior y luego reunirme con la familia allá... ¿Por qué la pregunta?

Podemos hacer algo más grande, si quieres—. Melsy comenzó a pensar seriamente en la propuesta de la morena. ¿Más grande? Tampoco conocía a muchas personas...—. No te presionaré, pero te contaré las ideas que pueden gustarte. Sé que no disfrutas las grandes fiestas, el alcohol y todo lo relacionado, así que nada de eso.

—No quiero usar un vestido. Ni loca.

Entonces no usarás vestido—comentó despreocupada, recibiendo una sonrisa de parte de la menor.

—Sí quiero que sea algo formal... pero no demasiado. No lo sé, debería pensarlo—. Las ideas llovieron en la menor, pensando sobre su cumpleaños en 5 meses.

Bueno, tú organiza a tu gusto y luego me dices.

—Gracias ma, te amo.

Y yo a ti, pequeña.

(¿Hate?) Love [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora