Capítulo 15.2

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—¿Qué es esto, Catra?—. Adora no creía lo que sus ojos veían.

Se encontraban sobre el tejado. Había una mesa en el centro de éste, un parlante cerca de la entrada que reproducía suave música de ambiente y las velas...

—Es una cena... ¿Qué te parece?—. Sus nervios recorrían su cuerpo. Prácticamente, estaba segura de la respuesta que le iba a dar a la pregunta que todavía no formuló, pero aún así, no podía evitar sentirse nerviosa.

—Es precioso, amor...—dijo con una gran sonrisa, acercándose a la morena y plantando un suave beso en sus labios—. Gracias...

—¿E-Empezamos?—. Se mordió el labio, estresada por haberse trabado la lengua ante aquello. Sí estaba muy nerviosa, y temía que la rubia ojiceleste lo notara.

Cenaron allí en la terraza del edificio donde todo había comenzado entre ellas. Al menos, de manera romántica.

Conversaron de cosas sin sentido alguno, pasando de tema en tema con anécdotas. Probablemente ya conocían la mayoría de aquellas, pero aún así escuchaban atentamente la una a la otra y reían de lo mismo, sin aburrirse en lo más mínimo.

—¿Recuerdas en uno de nuestros aniversarios, cuando fuimos a la cabaña en medio de la nada por un fin de semana?—. Comenzó Adora cuando terminaron la cena, llamando la atención de Catra.

—Sí, claro que lo recuerdo—. Tomó el vaso en su mano derecha y bebió de este, sintiendo como temblaba levemente.

<<¿A qué le temes tanto, Catra? No es como que ella te fuera a decir que no... ¿o sí? Y si... ¿es muy pronto? Pero ya pasaron 7 años desde que estamos juntas, incluso vivimos juntas. ¿Sería un paso más? Sería la meta... ¿Qué tanto te asusta?>>

Merodeaba en su cabeza, a lo que respondió a sí misma.

<<Te asusta perderla>>

—Ese día, el primero, que pasamos el almuerzo en el patio...—. Catra volvió del revoltijo que tenía en su cabeza y decidió escuchar a su futura esposa con completa atención. Asintió, alentando a la ojiceleste a que continúe—. Recuerdo que estabas nerviosa por decirme de la fiesta que habían tenido tus compañeros, que yo te dije que no había problema...

—Adora—. Intentó interrumpirla, pero ella continuó.

—Una parte de mí tenía un poco de miedo. No de las chicas que se acercaran a ti sólo por una noche o de que te pasaras de bebida, porque te conozco y sabía que no querrías volver a hacerlo luego de lo que ocurrió con Lix... Tenía miedo de que conocieras a otra mujer y notaras que hay muchas allá afuera mejores que yo...—. Las pequeñas y traviesas lágrimas fueron una alarma de alerta roja en la cabeza de Catra, pero no supo cómo reaccionar de manera adecuada, por lo que quedó tildada, escuchando las palabras de aquella persona que tanto amaba, de manera tan incondicional—. Hay muchas más bellas que yo, muchas más inteligentes y mejores personas. Tenía miedo que notaras eso y decidas dejarme...

—Imposible—soltó, provocando que los ojos de la rubia subieran de su regazo con una gran sorpresa colocada en ellos.

—Ahora lo sé—respondió, sonriendo levemente. Catra estaba completamente confundida, no tenía idea de a dónde iba todo eso dirigido—. Ahora sé, por todos estos años que estuvimos juntas y por todas nuestras estúpidas discusiones...

—Lo mucho que te amo—completó, sintiendo como Adora comenzaba a lagrimear aún más fuerte, pero esta vez, con una gran sonrisa en su rostro—. Jamás siquiera lo pensé, ¿sabes? Luego de nuestra gran pelea, que nos llevó a separarnos un año entero, ni siquiera pude dejar de pensar en ti. Cuando regresaste, quise rehacer nuestro lazo, así que comencé a hacerlo poco a poco, coqueteando contigo cada que podía—. Sacó una risa en la ojiceleste, a lo que rió levemente también, tomando su mano entre las suyas y continuando con sus palabras—. Siempre intentaba no cruzar el límite imaginario por miedo a que huyas otra vez. Sabía que aún estabas sensible respecto a nosotras, pero no pude mantenerlo por mucho.

—En el auto...

—Exacto. Fue mi quiebre, no podía estar por mucho más lejos de ti, aunque lo intentara. Y ver babosos y babosas mirarte cada que pasabas por el pasillo o por la calle me sacaba canas—. Ambas volvieron a reír levemente, continuando con la conversación—. Así que, una vez supe que volverías a estar a mi lado, no pude estar más feliz...

—¿Catra?—. Sus movimientos la ponían un poco ansiosa y la emocionaban. ¿Qué pensaba hacer?

—Mantuve un poco mi distancia al principio porque no quería asfixiarte tampoco, pero la noche que nos encontramos en el bar, no tuve duda alguna..—. Adora se tapó su rostro, sintiendo como su corazón comenzaba a latir con mayor fuerza todavía. La morena se había arrodillado frente a ella, con una rodilla en el suelo y la otra apuntando hacia ella, buscando algo en sus bolsillos—. No tuve duda alguna de que... quería pasar el resto de mi vida contigo...—. La rubia sentada en la silla de costado, quedando frente a frente a su pareja, sentía la felicidad invadir su cuerpo, la adrenalina, la emoción, una enorme combinación que no creía poder sentir en su vida.

—A-Amor, yo-

—Eres la mujer más hermosa de todas, la más inteligente y la mejor persona que podría haber conocido en toda mi vida, Adora. Eres mi luz en las mañanas, la voz que me quita sonrisas en duros momentos y con la que más me divierto. Sin importar nuestras pequeñas discusiones, sin importar todo lo que tuvimos que pasar hasta llegar hasta aquí... Y sin mencionar la excelente madre que eres. Te amo como jamás amé a nadie, princesa...—. Abrió la cajita de terciopelo, mostrándole el pequeño anillo de oro blanco con una pequeña piedra preciosa, un zafiro, incrustado en él—. ¿Pasarías el resto de tu vida conmigo?

—Ay, Dios, Catra... Por supuesto que sí—. Adora ni siquiera la dejó continuar, ni siquiera colocarle el anillo, que se lanzó sobre ella, sobre sus labios, expresando todo el amor que sentía desde que se conocieron por primera vez.

Catra fue, es y será, su primer y último amor. Y eso jamás cambiaría.

—¿Me permites?—. Ambas retomaron su compostura. La morena tomó la mano de la rubia entre las suyas, colocando el anillo en el dedo correspondiente, sumiéndose nuevamente en un beso.

Luego de unos minutos, la rubia tanteó su bolsillo con una sonrisa.

—¿Y qué hago con esto?—preguntó con gracia, mostrándole una cajita de terciopelo verde a la morena. Catra no pudo evitar reírse a carcajadas por la ironía.

—¿Es un chiste?

—No, tenía pensado sorprenderte y agradecerte por organizar nuestro aniversario, pero te me adelantaste—respondió riendo.

—Pues... si tengo que responder, sí acepto—dijo, juguetona, abanicando con sus manos en un gesto dramático, sacando risas de parte de la rubia y sumándose.

—Lo pedí bastante simple, se que no te gusta usar muchas cosas elaboradas y quería que te sintieras cómoda con él...—. Sacó el anillo de la cajita, mostrándole que era simple, de oro blanco y de 2mm de grosor, con un grabado debajo de este que decía:

Ahora y para siempre. C.A.

—Me encanta, princesa. Es justo para mí, gracias...

Tomaron lugar en las mantas y almohadones que Scorpia y Catra habían organizado el día anterior, mirando el cielo despejado.

Sus sonrisas eran inmensas, no podían estar más felices.

Sus manos quedaron entrelazadas, sintiendo la presencia de la otra, ahogándose en sus perfumes.

—La mejor noche...—susurró la rubia.

—La mejor de todas—siguió Catra, plantando un beso lleno de amor en los labios de su, ahora, prometida.

(¿Hate?) Love [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora