s i e t e.

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Narra Aidan.

Mismo lugar, mismo día, no quería de nuevo, no otra vez que esté pasando, maldita sea.

¿Por qué aún me persigue?

Aquellos chicos que recordaba a la perfección, como siempre se encontraban buscándome en los pasillos de la escuela, hice lo que pude para esconderme de ellos, pero resultó inútilmente por lo hábiles que son.

- Justo te estábamos buscando animal - me empuja contra los casilleros mientras que los otros rodean el lugar sin tener oportunidad de escapar.

- ¡Déjenme en paz! - grité ya cansado de los abusos.

- Cállate - alguien más me da un puñetazo cerca de la nariz haciendo que comience a sangrar - Deberías estar agradecido, te estamos dando lecciones para ser un hombre de verdad.

- Si, no nos vayas a golpear con tus inútiles manos de débil.

- No perdamos tiempo, andando.

Uno de ellos me jala del cabello y me obligan a caminar hasta terminar en los baños de hombres, oí como le colocaban llave a la puerta por lo que mi plan de escape se esfumó.

- Veamos - me quita la mochila, la abre y deja caer todos mis útiles sobre el suelo lleno de bacterias - Vaya, ahora no traes nada valioso, bueno, no hay de otra que divertirnos contigo - sonríe maliciosamente.

Me sujetan fuertemente de los brazos, y mi enemigo empieza a golpearme en el rostro sin control, cansado de golpear mi cara, recurre a tirarme al suelo y con ayuda de los otros recibo fuertes patadas, en el abdomen, piernas, brazos, ninguna parte del cuerpo saldría ileso.

Sentí un líquido caliente recorrer en mi rostro y era el sudor mezclándose con la sangre que salían de mis heridas, trato de aguantar, y tener presente lo que mi mamá me ha enseñado para soportar las dificultades, pero siento que está siendo en vano, estoy a punto de tirar la toalla.

- Pobre, tienes la cara muy sucia - se agacha tocándome y me enseña su mano sucia de la sangre - Te daremos una buena limpia.

A continuación, me levantan a la fuerza y tres de ellos me meten a unos de los cubículos, me sujetan del pelo una vez más alzando mi rostro para encontrarme con el de ellos, en la que reflejaban pura maldad.

No pude reaccionar, y sumergieron mi cabeza dentro del agua del retrete, una y otra vez se repetía la acción hasta que se aburrieron, observé el agua dentro del baño en la que se había tornado un color rojo y ahora me rodeaba un olor horrible que venía de mí.

Salimos sacándome de allí, volviendo a tirarme en el piso con el mismo tono rojizo.

- ¡Ayuda! - exclamé con todas mis fuerzas, solo por contar de ser rescatado.

Recibo un golpe en la parte de mi columna causándome más sufrimiento y otro en el abdomen robándome el aliento, esto se estaba saliendo más de control.

Sus risas se agrandaron aún más cuando sujetaron un bote de basura con los desechos de papeles de baño, y se escandalizaron al vaciarlo sobre mí dejándome con un olor más repugnante, logrando que su diversión aumentara.

- ¿Pero miren a quien tenemos aquí?.

Abrí los ojos bien para ver de quién se trataba y no era nada más ni menos que mi padre ahí parado, viéndome con decepción, mis agresores de un momento a otro desaparecieron y ahora quedo a solas con él.

- Siempre tuve razón - suelta con demasiada crueldad - Eres la clase de basura que cualquiera quiere tirar.

Saca de su abrigo un frasco de pastillas y me los avienta junto con demasiadas bolsas de cocaína, de esas con las que según lograba "calmar" mi ansiedad y depresión.

Mi vista viajó hacia la puerta en la cual me encontré con la imagen de la persona a la que echaba mucho de menos, aquella mujer que siempre me faltaba cada día y noche.

Mamá.

Rápido me levanté como si nada, olvidando lo de hace unos minutos, la perseguí hasta salir por completo de los sanitarios y encontrarme con el pasillo, solo que estaba oscuro, vi a ambas partes y en el lado derecho ella se encaminaba hacia a una luz, no me iba a permitir perderla de nuevo, no esta vez.

- ¡Mamá! - le grité, pero no se detuvo - ¡Mamá! - continuó ignorándome.

Impulsé mis piernas corriendo a ella, pero cada vez que me acercaba, mi madre parecía alejarse más, aumenté la velocidad y sin darme cuenta había chocado con la espalda de alguien.

- ¿Ma-má? - pregunté tartamudo al verla por fin de cerca.

Me puse contento al instante y no desaproveché un segundo para abrazarla con todas mis fuerzas, pero sentí aún ese vacío que me quedaba, y en este abrazo, no tenía algún significado como para ponerme feliz, sino todo lo contrario.

Ella me apartó bruscamente y me hizo entrar en confusión al haberlo hecho, cuando veo su rostro, solo percibo furia, pero sobretodo, la decepción.

- No eres el hijo que conocía - dice con frialdad haciendo que mi corazón se oprimiera - Eres la desilusión más gran de toda mi vida.

- Un tonto adicto y vagabundo querrás decir - aparece papá de la nada.

- Estúpido cobarde - escupe el agresor.

- No eres nada, nadie te quiere, ¿Dónde se supone que están los demás para defenderte? Ni siquiera tus amigos te necesitan - habló su cómplice.

- El mundo está lleno de desgracias y entre ellas lo eres - mi padre siguió insultando.

- El hijo no deseado - incluso me dolía que mi mamá estuviera incluida.

Insultos, insultos y más insultos me siguieron acechando rodeándome en un círculo haciéndome sentir más inofensivo y sensible.

- ¡Basta, basta! - les grité mirando a todos mientras me golpeaba los oídos evitando que palabras entren dañándome más.

- Tarado.

- Inútil.

- Irritante.

- Estorbo.

No aguanté más y me descontrolé demasiado.

- ¡No, no, no, no, no.....!.
.
.
.

- ¡Ya basta, cállense! - grité con todas mis fuerzas hasta sentir lágrimas recorrer sobre mis mejillas.

- ¡Aidan! - exclama muy fuerte haciéndome regresar a la realidad, abrí los ojos de golpe y me encontré a Trinity.

Me sostuvo de los hombros tratando de retenerme, calmé mi respiración que estaba bastante agitada.

Solo...fue un maldito sueño, el mismo de siempre.

- Nada fue real, nada lo es... - trata de calmarme preocupada.

- Todos...todos ellos estaban ahí - conté con un aliento entrecortado y aún con las ganas de llorar - ¿Por qué no puedo salir de esto? - pregunté desesperado cerrando los ojos.

- Debes superarlo, es cuestión de dejarlo ir y ya, no te aferres demasiado - me abraza correspondiéndole.

- ¿Cómo puedo hacer eso? - ella se separa mirándome triste, me obliga a verla fijamente sosteniendo mis mejillas.

- Tienes que creer.

- ¿Creer en qué?

- En ti...

Sadness ➵ Aidan Gallagher.✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora