𝗙𝗢𝗥𝗘𝗦𝗧 𝗪𝗛𝗜𝗦𝗣𝗘𝗥𝗦┃𝗝𝗮𝘀𝗼𝗻 𝗩𝗼𝗼𝗿𝗵𝗲𝗲𝘀

Capítulo - 35

Decisive choices
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Voorhees dejó a la castaña encerrada en la habitación. Escuchando la insistencia de ella por una respuesta.

Aún oyendo su nombre salir de la boca de la chica.

No se detuvo.

Retumbando su voz en sus oídos, que lo estremeció hasta dar un latigazo eléctrico en su cuello. Y su corazón latió acelerado que casi parecía dar un salto que volvía a continuar su ritmo.

Jamás creyó que su nombre sería emitido con tanta intensidad y desesperación como el de la muchacha.

Podría decirse que lo hizo dudar por un segundo.

Dejarla ir y volver con su familia.

Familia. Aquella que él perdió hace años y que lo convirtió en esto; un monstruo lleno de venganza que asesina hasta saciarse de sangre de los invasores.

Quizá, esa oscuridad que reside en él es lo que le hace tomar esa clase de decisiones tan volátiles con las personas.

Como ahora, su egoísta interior y solitario ser no le permitía acceder. En su mente le repetía que la mantuviera ahí, a su lado.

Sin importar cómo, la quería junto a él.

¿Por qué?

Tal vez le ha hecho sentirse vivo nuevamente y con un propósito algo diferente a lo que es su vida, llena de maldad y castigo.

¿Leyna podría ser la luz en su oscuridad?

Bueno, tiene la oportunidad de averiguarlo ahora que Arden está viviendo en su cabaña. Aún si no es la mejor forma.

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Harris y Brown arriban finalmente a su destino.

Frente suyo se avista la edificación que contiene a pacientes con problemas mentales. Y uno de ellos es por quien iniciaron el viaje.

Tommy Jarvis. El sobreviviente de la masacre en Crystal Lake.

— ¿Lista? — cuestiona, viéndola de reojo.

¿Lo estaba? A sólo unos minutos, estaría cara a cara con una de las víctimas del enmascarado. Descubriría que tanto se ha afectado su cabeza.

Sabrá la respuesta pronto. Suspira. — Lista. — susurra asintiendo.

Caminan hasta llegar a una pequeña caseta donde dan la información correspondiente del motivo de su visita. Éste los deja continuar y avanzar por el camino empedrado.

Observan a pacientes rondar por los jardines en diferentes actividades: danzar sin motivo alguno, acostados en la hierba, sentados en círculo, jugando con cometas de papel en el cielo, o simplemente quietos. Perdidos en su mundo sin percibir lo que sucede a su alrededor. El caos que reina lejos de ese lugar "seguro" para ellos y sus mentes dañadas.

Pronto dejando esa vista atrás, llegan a la recepción del sanatorio. Miran a la mujer encargada detrás del cubículo. — Buen día, — saluda el chico — vinimos a ver a un paciente. — indica, apoyándose en el mostrador.

— Nombre y parentesco con el paciente. — pide la mujer esperando la información sin siquiera verlos a la cara.

Ambos jóvenes se miran al instante. ¿Qué dirán?

La recepcionista sube la mirada esperando una respuesta. Es entonces cuando la astucia de Jeremy sale inmediatamente a relucir para no ser sospechoso su breve silencio. — Tommy Jarvis se llama, y somos sus primos. — inventa, captando la mirada incrédula de su amiga.