Aisley.
Gracias al cielo no voy a quedar como una zorra ofrecida y lo supe en el momento en que lo vi entrar al despacho; sus ojos expresaban deseo y excitación, algo similar a lo que seguramente expresaban los míos.
Y ahora lo tengo a centímetros de mi boca, con su dedo índice recorriendo mi espalda desnuda, no sé cuánto tiempo más voy a soportar esto. Joder, por suerte solo tuve que esperar poco más de una semana o de lo contrario me hubiera vuelto loca. Toda mi piel se eriza por completo cuando siento su cálido aliento y sus labios rozarme la oreja.
— Lo deseas tanto como yo, ¿Verdad? — Me susurra y me he quedado sin palabras. — Tomaré eso como un sí. — Comienza a besarme el cuello y mi entrepierna comienza a palpitar rápidamente.
Pero me toma por sorpresa cuando me sujeta por los muslos y me sienta en el borde del escritorio. Me abre las piernas con su rodilla y puedo sentir su erección a través de sus pantalones. Entonces ya no puedo soportarlo y lo beso, inmediatamente me corresponde colocando una de sus manos en mi nuca y profundizando aún más el beso, mientras yo pongo las manos en su cintura, se abre paso al interior de mi boca con su lengua, casi me falta el aire y ya no puedo soportarlo más.
Pero él interrumpe el beso jadeando, creo que a ambos nos faltaba el aire. Una de sus manos se desliza entre mis piernas por encima de mis bragas y ahoga un gemido.
— ¡Joder! — Exclama bajito. — Estas empapada. — Se lame el labio inferior. — ¿Usas algún método anticonceptivo? — Me pregunta de golpe.
— Sí, la inyección.— Jadeo mientras comienza a besarme nuevamente el cuello y escucho un gemido de satisfacción.
Entonces vuelve a besarme profundamente en los labios, mientras nuestras lenguas se acarician sensualmente, esta vez tira un poco de mi cabello. Pero cuando se aparta, me pregunta lo que tanto miedo me daba.
— Aisley, quiero que seas honesta conmigo. — Asiento y continúa. — ¿Hace cuánto tiempo no tienes sexo? Y recuerda, quiero que seas honesta.
Vuelve a besarme el cuello y durante un par de minutos olvido por completo lo que me pregunto, pero entonces me muerde suavemente y sé que debo responder.
— Hace mucho tiempo. — Digo jadeando y me mira fijamente con los ojos muy abiertos.
— ¿Hace cuantos meses? — Alza una ceja y yo me coloco el cabello detrás de la oreja avergonzada.
— Am... bueno... — Titubeo, pero me mira de una manera intimidante. — Como treinta y seis meses. — Bajo la mirada.
— ¿Tres putos años? — Pone un dedo en mi barbilla y levanta mi rostro para que lo mire directamente a los ojos, con toda la vergüenza del mundo asiento.
Pero parece no importarle, porque vuelve a besarme más fuerte que antes, tanto que nuestros dientes chocan; entonces aparta un poco mis bragas con los dedos e introduce lentamente un dedo en mí y yo suelto un gemido, que queda atrapado entre sus labios.
— ¿Por qué tanto tiempo? — Jadea cuando se separa de mis labios, pero mete y saca su dedo, y yo debo aferrarme a su cintura, pero no puedo responder, me limito a encogerme de hombros; y tomo su rostro con ambas manos para acercarlo a mis labios, por suerte no me aparta, todo lo contrario.
Pero de pronto se aparta y saca su dedo por completo dejándome demasiado frustrada, mientras él se pasa la mano por el cabello y toma mi mano para que me baje del escritorio.
¿Pero qué...? ¿A qué viene todo esto? ¿Por qué se detiene?
— Tenemos que salir de aquí. — Me dice recomponiéndose un poco.
— ¿Por qué? — Abro los ojos sorprendida.
— Aisley, hace tres putos años que un hombre no te penetra, no voy a hacerlo aquí, no pienso lastimarte. Vamos. — Extiende su mano para que la tome.
— ¿Y a dónde vamos a ir? — Le pregunto mientras tomo su mano y tiro de mi vestido hacia abajo.
— A mi casa. — Me guiña un ojo y comienza a caminar hacia la puerta.
— Pero... — Comienzo a hablar y me interrumpe.
— Pero nada, si te preocupa quien se encuentre, no hay nadie que deba preocuparte, solo las personas de servicio. Vámonos de una vez. — Tira de mi mano para que comience a caminar, pero no puedo hacerlo, todos nos van a ver salir juntos. — Aisley, es mi bufete, yo puedo hacer lo que se me dé la puta gana, así que, ¡Vámonos! — Vuelve a tirar de mí, pero esta vez sí comienzo a caminar. Cuando salimos de su despacho se detiene y me susurra al oído. — Además, esto comienza a doler. — Baja la mirada hasta su entrepierna y suelto una pequeña carcajada.
Mientras bajamos en el ascensor muchos empleados nos miran de una manera demasiado extraña y al salir del ascensor es aún peor, siento todas las miradas encima de nosotros, pero no entiendo por qué.
¡Joder! Seguimos tomados de la mano. Pero a Aarón no parece importarle que todos sus empleados nos miren, sigue caminando sin detenerse hasta llegar al estacionamiento y en su espacio privado, se encuentra el Audi R8 que Annia conducía cuando fuimos a comer. Aarón me abre la puerta para que suba, mientras algunos empleados que van llegando nos miran con los ojos y la boca abiertos.
Creo que voy a dar mucho de qué hablar en los próximos días o quizá semanas. Y llevo casi dos semanas trabajando aquí.
Durante los pocos minutos de trayecto hasta su casa, solo hay silencio en el auto, solamente pueden escucharse nuestras respiraciones agitadas.
Después de unos minutos disminuye la velocidad hasta estar frente a unas grandes puertas de acero negro que se abren lentamente, cuando puedo ver al interior me sorprende una enorme mansión de tres niveles completamente en color blanco, con ventanales de cristal por toda la propiedad, luce demasiado nueva, lujosa y elegante.
No me sorprende que sea una enorme mansión, realmente lo esperaba, después de todo es el dueño de uno de los bufetes más importantes de Nueva York. Además, yo crecí en mansiones, lo que me sorprendió fueron los ventanales, le dan un toque único a la propiedad, es realmente hermosa. Un enorme jardín, una piscina en el segundo piso también de cristal, el agua luce demasiado azul.
Aarón deja su Audi frente a unas grandes puertas también negro mate, que resaltan de una manera impresionante en comparación al exterior de la mansión. Se desabrocha el cinturón de seguridad para salir del auto, rodearlo y abrir mi puerta.
— Supongo que esta casa no te sorprende. — Me dice con burla y extiende su mano para ayudarme a bajar.
— La verdad es que no, pero es preciosa. — Le sonrió y comenzamos a caminar hasta las enormes puertas, mismas que se abren y aparece un hombre con un traje gris impoluto que nos espera detrás de ellas.
— Buenos días doctor. — Frunce el ceño. — ¿Olvido algo?
— No Ángelo, no olvide nada. — Aarón responde secamente mientras pasamos al lado del hombre un poco mayor, supongo que debe de ser su mayordomo.
— ¿Necesita algo, doctor? — Le pregunta en un tono suave a Aarón.
— Si, solamente si llegan mi madre o alguna de mis hermanas informales que estoy ocupado, no quiero que nadie me moleste Ángelo. — El hombre asiente y desaparece por la enorme estancia.
Una vez que estamos solos, Aarón pega mi espalda a un muro y vuelve a besarme profundamente, por supuesto que correspondo a su beso. Pero entonces suelto un gritito de sorpresa cuando me sujeta por los muslos y me levanta del suelo; inmediatamente rodeo su cintura con las piernas y coloco ambos brazos alrededor de sus hombros. De verdad espero no arrepentirme de esto, que ha este punto no soy capaz de pedirle que se detenga y mucho menos de irme.
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UN JUEGO DE SEDUCCIÓN. (TS #1)
RomanceSeducción 1. Ella tenia la típica vida de estudiante universitaria, al hombre perfecto a su lado, romántico, caballeroso, el sueño de cualquier mujer, ella creía que su vida era perfecta y normal. Pero eso cambio el día que coincidió con un hombre r...