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Sebastián es más alto a comparación de Erick, pero sorprendente mente hacen buen equipo contra Yoandri y una chica rubia.

—Tiempo —digo mientras me paro en medio de la cancha.

Atrapo el balón que Sebastián me lanza y los miro a ambos con reto.

—Ganamos fácilmente —se burla él, dándole un pequeño empujón en el brazo a Erick.

—Jugarán contra dos hombres. Yoandri y el chico pelirrojo que sobró.

—Me llamo Richard, profesor —me dice mientras camina hacia la cancha.

—Como sea. Juego limpio, el ganador se salvará de dar diez vueltas a la cancha.

Lanzo el balón al aire al mismo tiempo que hago sonar el silbato y el primero en aventarse sobre él es Richard, quien opaca a su compañero y corre sin detenerse hacia el aro, encestando de un golpe y celebrándose a si mismo.

—Será fácil.

—¡No estoy pintado, Richard! —grita Yoandri mientras Erick y Sebastián ríen.

Sebastián corre por el balón y se lo pasa a Colón, quien lo toma fácilmente esquivando a Richard y luego corriendo al centro de la cancha. Lanza el balón a Sebas y este encesta con un gran salto.

—Será pan comido contigo —le comenta Sebas al ojiverde.

—¡Tiempo! —grito y todos se detienen.

Camino molesto hacia la cancha, quitándole el balón a Sebas y mirando a todos seriamente.

—Richard jugarás con Sebastián.

—¡Qué? —grita el pelirrojo.

—¿Por qué? Erick es mi compañero.

—Tú —señalo a Richard—. No sabes jugar en equipo. Y tú —ahora señalo a Colón—. No sabes jugar.

—¿De qué habla? Erick y yo ganamos el partido anterior —protesta Sebastián.

—No —hablo—. Ganaste tú. Tú metiste el balón, tú pediste los pases y tú hiciste las estrategias —le lanzo el balón—. Aprendemos a jugar, no a pasar la pelota cuando te lo piden.

—¿Y quién será mi compañero? Yoandri tiene a su amiga —me dice el ojiverde con un ligero puchero en los labios.

Intento no ver sus gestos para no sentir asco.

—Te quedarás solo. Jugarás como comodín por ahora.

—P-Pero... —tartamudea.

Toco el silbato, callando sus palabras con el ruido y me hago a un lado para que empiecen a jugar.

Sebas se encoge de hombros pidiéndole una ligera disculpa y comenzando a jugar. Y yo contengo las ganas de sonreír cuando Colón camina hasta la banca y se sienta frustrado.

[...]

Me meto bajo el agua caliente de el pequeño baño en mi oficina y siento los músculos de mi cuerpo relajarse levemente.

Me baño rápidamente y cuando salgo, el frío enrolla mi cuerpo, pero no es tan malo así que dejo las gotitas secarse solas.

Me dejo la toalla envuelta en la cintura y salgo a la oficina para sentarme y revisar algunos papeles de estudiantes.

Los vestidores y pasillos están vacíos hasta donde alcanzo a ver a través de la vitrina. Aunque la persiana este cerrada, puedo ver por sobre ella y saber que los de afuera también pueden verme, me hace sentir incómodo.

Realmente incomodidad y enojo son las sensaciones que más he sentido en la escuela, principalmente por el chico gay, pero incluso cuando es receso y salgo a comprar una botella de agua a la cafetería o voy al patio a tomar aire, noto qué hay más como él aquí por lo que últimamente no salgo de la oficina más que para dar clase e ir a la sala de maestros.

No soportaría estar solo con algunos de ellos en la misma habitación por más de sesenta segundos sin antes romperle la cara hasta hacerle ver que si piensa así, si ve así a los de su mismo sexo, si quiere eso, es estar enfermo. Tal vez mi método de ayuda no sea el más adecuado, pero vaya que ha funcionado antes.

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Gabbb.

Gym || Joerick || ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora